“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe; nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestro destino, cambiar de tiranos sin destruir la tiranía”. La frase pertenece a Mariano Moreno, ilustre colega pensador de nuestra Revolución de Mayo, y goza de una candente actualidad.
Son tiempos complejos para la labor cotidiana de los abogados. En primer lugar, porque no siempre es lo reconocida que debería serlo, pero además, porque enfrentamos habitualmente un servicio de Justicia lento, poco amigable, sin estándares mínimos de calidad de gestión y, muchas veces, influido o condicionado por poderes ajenos.
Es la instancia que nos tocó, en los tiempos en que estamos aquí para llevar adelante nuestra función, que no es otra que la tutela de los derechos de nuestros asistidos. ¿Quiénes son ellos? Ciudadanos, mujeres y hombres de nuestra república que perciben que algunos de sus inalienables derechos han sido menoscabados y deben recurrir a nosotros, los abogados, para que poniendo en juego nuestros conocimientos y nuestro mayor esfuerzo consigamos el objetivo de hacer cumplir la ley. Continuar leyendo