Dos cuestiones. La primera, la escribí hace meses: la Presidenta y su séquito ejercitarán su maldad hasta el último día. La segunda: entre algunos amigos mantenemos una polémica acerca de si éste es un gobierno que tiene rasgos fascistas, o es fascista, por el ejercicio indiscriminado del autoritarismo y la falta de respeto por las normas de convivencia y la división de los poderes.
Sigo sosteniendo que la maldad ínsita al cristinismo continuará sin tregua y que éste no es un gobierno fascista, pero se le parece. Si lo fuera, consagrado, esta nota no existiría y este sitio de Internet tampoco. No hay una “ocupación” de todo el poder, como lo hizo Mussolini, pero que lo desean, sin duda que sí; lo buscan, y en todas sus grandes dimensiones. Atención: el autoritarismo, la arbitrariedad y la impunidad no son sólo patrimonio del fascismo. Lo son también del populismo. Porque el gobierno se cree representante de la “voluntad popular”, entiende que es la “voz del pueblo” y en consecuencia procede barriendo todas las barreras y los límites. Continuar leyendo