Los expertos en opinión pública confirman que el 50 por ciento de los que van a votar a fin de año el cambio presidencial están flotando en las nubes. Me refiero a su condición ciudadana, a que no muestran actividad que implicaría decisión o pasión política, adhesión a determinados principios y lealtad al mejor candidato entre ellos. Todo lo que huela a política no les interesa.
Si aquellos que, movilizados por situaciones acuciantes (la muerte de Nisman, los desatinos del oficialismo y de la Presidente en particular), creen que todo el mundo, al unísono, desafía la desmesura gubernamental, se equivocan. Los que van a participar en la marcha del 18, los que siguen atentos las informaciones, los que están comprometidos con el destino nacional, no son pocos, pero tampoco son muchos, tampoco son todos. Una parte de la población ha quedado al margen. Sólo la mirará por televisión. Los entusiasmos de antaño han mermado. Continuar leyendo