Después del silencio, empecemos a hablar

Después de que la marcha silenciosa haya pintado con el baldón de la vergüenza la cara de todos los funcionarios del gobierno, tal vez debamos parar un instante y ponernos  a pensar.

No se puede volver a cometer el error de dejar librada nuestra suerte, nuestra libertad y nuestros patrimonios a la buena voluntad, las buenas prácticas o las buenas intenciones de los gobernantes quienesquiera que ellos fueren.

El concepto republicano, o sea la república, y la ciudadanía, cuentan para ello con una única pero sólida garantía: La Constitución Nacional.  Los escépticos e irónicos, o sea los argentinos, se apresurarán a decirme que “han hecho lo que se les ocurrió con la Constitución, y lo seguirán haciendo”.

Esa afirmación no es cierta.  La inconstitucionalidad ha sido esgrimida con éxito en casos de intentos peligrosísimos para la sociedad. Y en otros casos, la sola presencia de la letra constitucional disuadió al poder delirante de avanzar sobre los derechos ciudadanos. Continuar leyendo