El cepo debe cortarse de un solo tajo, cual nudo gordiano

Como saben quienes me leen con alguna habitualidad, vengo defendiendo la idea de que el nuevo gobierno tiene que salir del cepo cortándolo de raíz de un tajo, como un a un nudo gordiano que nos paraliza y nos ahogará.

Sostengo que todo gradualismo conducirá a prolongar esa agonía y a crear más expectativas que demorarán o neutralizarán cualquier intento de normalización.

Las decenas de años con el Estado controlando y manoseando el tipo de cambio, u obrando como comprador o vendedor de última instancia, hacen que hasta para los expertos sea difícil incorporar el concepto de libertad cambiaria.

La idea de un mercado de divisas similar al mercado accionario, donde los privados compren y vendan usando las reglas de oferta y demanda, no es concebida por quienes hemos nacido, crecido y envejecido en el sistema enfermizo de la regulación del estado/gobierno.

Entonces, cuando hablo de liberar el mercado de un día para el otro, las objeciones son las siguientes:

Objeción 1: Hace falta un monto de reservas muy importante para poder liberar el cepo.

Al hacer esta objeción no se tienen en cuenta dos factores:

El primero, es que la alta demanda de dólares actual se debe a la ¨promo¨  que el Central ofrece, a 8.80 por cada billete americano. A un valor de mercado, la demanda desaparecería.

El segundo, es que en un mercado libre en serio, como propongo, las transacciones se hacen entre particulares. El Central no debe concurrir a proveer o retirar divisas. Con lo cual no se necesitan reservas adicionales. Al contrario, se parará la fuga.

Objeción 2: Se producirá una pérdida de valor del peso, y consecuentemente del poder adquisitivo

Cierto. Un mercado libre, en una grosera estimación, pondría al dólar alrededor de 12,50 pesos. Eso implica una devaluación de aproximadamente 30%. Es lo que hace falta para compensar los efectos de un gasto y una emisión desenfrenados, que crearon la ilusión de un poder adquisitivo que no merecemos en términos comparativos internacionales.

También es un valor que permitiría recuperar los mercados de exportación perdidos, y volver viables a muchas pymes, a la vez que recuperar el empleo privado genuino que se ha perdido. Y ciertamente, crearía una afluencia natural de divisas, por múltiples conceptos.

Objeción 3: Una devaluación se volcaría a precios, produciendo un aumento de la inflación.

Ninguna empresa en la Argentina, ni particulares, basan sus cálculos de costos, precios o presupuestos en un dólar de 8.80, sino que usan alguna cifra cercana a los 13 pesos. Por supuesto que estamos suponiendo un contexto en el que se bajen las expectativas de irracionalidad.

Objeción 4: Hace falta un plan para bajar la inflación.

Por supuesto. Hace falta un plan para bajar la inflación que se basará en congelar la emisión y el gasto y luego proceder a reducir el gasto, los subsidios y los dispendios y robos. También hace falta liberar el mercado de exportación, que en un accionar suicida se ha saboteado, y derogar la maraña de leyes y reglamentaciones que paralizan a las pequeñas y medianas empresas.

Sólo que proponemos en el mismo momento dejar libre el mercado de cambios y anunciar el plan, o más bien, la filosofía económica. No al revés.

El primer ingrediente de ese plan, será la capacidad del nuevo gobierno para decir no, frente a todos los reclamos por los supuestos derechos divinos que se perderán.

Objeción 5: Hace falta confianza.

Una obviedad. Pero el cepo no se trata de que la sociedad perdió la confianza, ya que cuando se aplicó se acababa de reelegir a la Presidente. Se trata de que el gobierno perdió la confianza en sí mismo.

Este punto es relevante para sostener el plan. Sostenerlo dará confianza al  gobierno y la sociedad, más allá de las quejas.

Si no hay más objeciones sin respaldo técnico, enumeraré las ventajas.

Ventaja 1: Salimos de este corsé absurdo que nos ha sumido en coma inducido.

Y de una discusión bizantina paralizante y que nos confunde y removemos este obstáculo falso. Así podemos pasar a los temas de fondo.

Ventaja 2: Al mismo tiempo, corregimos el atraso cambiario.

Que fue generado no por el cepo, sino por el gasto, la emisión y los aumentos de sueldo alegre que convalidaron y perpetuaron la inflación.

Ventaja 3: Se da una señal activa de apoyo a la exportación.

Al tratarse de un mercado libre, y aún sabiendo que podrá tener fluctuaciones futuras, se adoptan reglas de mercado a las que el exportador está acostumbrado, que garantizan de que en caso de que las demás variables se disparen, el tipo de cambio tenderá naturalmente a la corrección.

Ventaja 4: Se envía un fuerte mensaje de apertura económica comercial y financiera, tal vez más importante que cualquier plan.

Por supuesto, todo este esquema debe ser acompañado de un inmediato regreso a los mercados internacionales financieros, tanto en la regularización de nuestra deuda, como en la re adopción de las prácticas técnicas de trasparencia e información aceptadas y requeridas mundialmente.

Fuera de las declamaciones, las chicanas verbales y la ignorancia, ¿por qué no se puede salir del cepo de un día para el otro con un mercado de cambios totalmente libre?

Escucho.

¿Cuántos años cumplís, Cepo?

Semana de aniversarios ésta.  Hoy, como todos recuerdan, se cumplen tres años de la implantación del Cepo Cambiario. Inmodestamente, este columnista reivindica para sí el derecho de autoría del término, en un artículo publicado en 1991 en un conocido diario económico, criticando a la futura convertibilidad, otra clase de cepo, pero cepo al fin.

Casi ningún economista o periodista especializado, dejó de advertirle al gobierno que la medida era inútil, contraproducente, paralizante e implosiva. Con esa seguridad y esa superficialidad que meten miedo, con las que se manejan los temas importantes del país, se avanzó con esta idea desesperada. Se suponía que de ese modo, amarreteando divisas, se llegaría cómodamente hasta el fin del mandato. Continuar leyendo