Como prometí en mi nota de hace dos semanas, que se puede ver aquí, seguiré analizando el sistema económico mundial, por llamarlo de algún modo. Retomemos el tema con una afirmación simplista, pero esencial: la democracia norteamericana no tolera una recesión. Ningún político tiene las condiciones de estadista para soportar un segmento de ciclo económico de esa naturaleza.
Tampoco los ciudadanos votarían por nadie que tolerase una recesión. La genial predicción de Alexis de Tocqueville se ha cumplido: la democracia es un gobierno de mediocres para mediocres. Y puede evolucionar para peor. Con toda mala fe, mostraré la presente elección presidencial de Estados Unidos como ejemplo. La defensa descansa.
Tal voluntarismo de gobierno y gobernados se llama populismo, aunque muchos premios nobeles inventen complicadas ecuaciones y teorías para justificar cualquier locura que se haga para evitar las recesiones. Hay otros matices a tener en cuenta. La globalización ha fallado en crear empleos. Sólo los ha redistribuido. La creencia de que el trabajo era elástico no está funcionando. Hay un problema de dimensión de la masa poblacional que no es irrelevante. Eso lo sienten los trabajadores norteamericanos y europeos, y se ve en sus votos. Continuar leyendo