Ante la sorpresa de toda la población, la doctora Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de los 40 millones de argentinos, como se presenta en cada una de sus diatribas, ha dicho estentórea y claramente no permitirá que un Gobierno elegido democráticamente cambie lo que considere oportuno cambiar.
Ha convocado para ello a sus partidarios, a sus sembrados recientes y anteriores en el sistema de Justicia y otras áreas vitales del Gobierno, a sus gremios amigos, a los trabajadores, a los estudiantes, a La Cámpora y a todo el aparato de prepotencia y temor del que se ha rodeado siempre el peronismo, desde su mismísimo fundador.
Es decir, la Presidente de la nación ha llamado a la rebelión, si no a la sedición, y ha prometido una feroz resistencia activa a cualquier cambio que se intente hacer a lo que ella considera las conquistas logradas en su gestión.
No tiene sentido perder tiempo en analizar los déficits de personalidad y psicológicos de la mandataria, que la han llevado a tantas agresiones y a tantos dislates. Continuar leyendo