Nuestro Código Civil incluye desde siempre la figura del beneficio de inventario para adir, o sea, aceptar una herencia. Provisión no eliminada, diluida ni devaluada por el reciente malón jurídico que se abatió sobre ese cuerpo legal.
Tal figura permite que el heredero, antes de adir, pueda revisar y eventualmente rechazar la herencia que recibe, que, al componerse de activos y pasivos, puede esconder alguna desagradable sorpresa. Lo protege así de las locuras, los desaguisados, los errores, los delitos y los abusos en los que pueda haber incurrido el dueño de los bienes.
Desgraciadamente, la Constitución no prevé lo mismo para el país y en especial para sus ciudadanos. La herencia que deja un Gobierno no puede recibirse con beneficio de inventario y rechazarse. Cuando los Gobiernos son populistas e irresponsables, valga la redundancia, esa herencia suele convertirse en una hipoteca.
Eso es lo que está por pasarnos. La herencia de Cristina Fernández de Kirchner será un colosal pasivo que no podemos rechazar ni individualmente ni como país. Los desmanejos, los despropósitos y los dispendios incurridos por el kirchnerismo habrían justificado, sin lugar a dudas, otra de las figuras del Código Civil: la que posibilita a los herederos a pedir judicialmente la declaración de insania o de conducta temeraria de su pariente para inhibirlo en el manejo de los bienes que pasarán a su descendencia. Continuar leyendo