Orejeando las plataformas

Los candidatos presidenciales están empezando a mostrar de a poco sus cartas, como en una partida de truco, estilo al que somos tan afectos. Eso permite que, siguiendo con la metáfora,  se pueda a empezar a “orejear” algunas de las ideas centrales de los proyectos de cada uno. Vamos  a tratar de sacar conclusiones concentrándonos en algunos temas clave que configurarán el marco del futuro país.

Negociación con los holdouts. Los tres candidatos han dicho que negociarán para resolver el conflicto. Lo ideal sería negociar con todos quienes aún tienen bonos defaulteados, tanto con fallo en firme como los que no, de jurisdicción americana o de cualquier otra.  Sin embargo, es posible pensar en resolver el tema crucial, que es el pari passu decretado por Griesa,  recuperar la posibilidad de acceder a los mercados internacionales y mientras tanto comenzar a negociar con el resto de holdouts, que no tienen ni juicio ganado ni ingresan como me too. Pretender arreglar tantos intereses y situaciones diferentes al mismo tiempo suena a una excusa para demorar el partido.

Mauricio Macri parece el más decidido a una negociación rápida. Sergio Massa toma un camino intermedio seguramente inspirado por el mismo equipo que nos metió en este lío, y Daniel Scioli, como en otros temas, dice frases de compromiso. El odio residual de Cristina Kirchner será, en los primeros meses, un grillete en la pierna del Gobernador.  No hay que creer que una negociación veloz implica el otorgamiento de concesiones, aunque Lavagna y Nielsen puedan soñar con “muñequear” la discusión para ganarles por cansancio a los horrendos buitres.

Resulta sin embargo evidente que hay que salir del atolladero jurídico, financiero, económico y de confiabilidad que implican los defaults en los que ya se ha incurrido por este tema y los que se vendrán. Con cualquiera de las ideas expuestas por los presidenciables, el país no tiene margen para demorar la salida en este tema.

La propuesta más realista es la de Macri, de usar el sistema de facilitador instaurado por Griesa para dar un corte al canje de deuda que ya demoró 10 años. Aún cuando este camino, fuera – hipotéticamente -  menos conveniente que el muñequeo de Lavagna-Nielsen o que el histeriqueo Sciolista, una solución rápida parece ser lo mejor para el país. Ya se han visto los efectos de las canchereadas y pulseadas en las negociaciones con el sistema internacional, además.

Salida del cepo cambiario. Esta columna defiende desde hace varios meses (y este columnista desde hace años) la adopción de un mercado de cambios único,  libre y sin intervención del Banco Central. De modo que es obvio que estaremos de acuerdo con la única propuesta concreta sobre este punto, que es la macrista, ya con Carlos Melconián como claro vocero económico de Cambiemos.  Felizmente.

Pero más allá de esa preferencia técnica-teórica,  plasmada en esta nota en marzo pasado, no parece haber otra manera de salir del monumental intríngulis en que estamos metidos. Tanto Massa como Scioli proponen un gradualismo, concepto sumamente elástico y también impreciso. Ambos parecen creer que se puede seguir cierto tiempo en estas condiciones.

Scioli-Bein-Blejer & equipo confían en ajustes graduales del tipo de cambio, en conseguir crédito externo que permita ir aflojando el cepo de a poco y de ir bajando la inflación en varios años, en una suerte de convergencia de tipo de cambio y tasa de inflación que termine en un equilibrio.

Massa- Lavagna-Nielsen creen que no es necesario devaluar, que se puede generar un fuerte ingreso de divisas vía el aumento de la exportación, que prometen fomentar, y proponen una drástica mejora de la infraestructura a esos efectos. Se confía en la licuación del problema vía crecimiento, pero no está tan claro cómo financiarán los instrumentos para ese crecimiento. Subsidios y créditos al productor no es el camino adecuado.

En todo caso, las ideas en ese punto de Massa y Scioli, parecen contraponerse con sus planes sobre los Holdouts, que ambos pretenden llevar a la larga. Con tantos profesionales de experiencia, sorprende que exista semejante contrasentido en sus proyectos. Sin confianza no hay salida. Y no hay entrada (de capitales).

En una siguiente nota avanzaremos en el resto de las ideas que requieren mayor desarrollo del posible en una sola nota. El proyecto más concreto y abarcativo, por lo menos de lo comunicado hasta ahora, es el del massismo. Sin embargo, tiene mucho de voluntarismo y mucho de peronismo-desarrollismo de los años 60. Y plantea nuevamente un plan de subsidios-incentivos que preocupan.

Massa propone un gigantesco plan de obras de infraestructura costeado por el estado, un viejo sueño de los contratistas argentinos, entre ellos Franco Macri, paradojalmente, que requerirá, junto con otras ideas, un masivo endeudamiento que no está claro cómo será manejado y monitoreado. Ni cómo se obtendrá y a qué tasas.

Tanto Massa como Scioli parecen despreciar, minimizar o descartar la inversión extranjera, lo que hace más difícil cualquier proyecto de largo plazo.

Macri tampoco ha hablado mucho de la inversión externa, quién sabe si por temor a ser incorrecto o porque no piensa usarla. Sería una pena.

Ninguno de los tres ha aportado ideas contundentes sobre la inflación. Todos dicen que es mala, pero ninguno habla de bajar gastos, ni siquiera los rubros más alevosos. Aquí parecen los tres abonados a la teoría de promover crecimiento para licuar el efecto del gasto gigantesco que se sigue aumentando a cada minuto. A menos que guarden in péctore una guadaña.

Los  tres quieren crecer, exportar más, bajar retenciones o eliminarlas y aumentar el empleo. Eso es fácil de suponer  y de decir. Sobre todo con un peso sobrevaluado por un rato, como propone el peronismo en sus dos versiones. Advierto más contrasentidos en Massa-Scioli que en Macri, que me ofrece dudas en sus ideas sobre las empresas del estado, y que espero que tenga ocultas algunas ideas superadoras sobre la baja del gasto, para que su proyecto sea viable.

El que más libremente deje actuar al mercado más probabilidades de éxito tendrá y más confianza generará.

Se que este análisis no le alcanza a usted, lector. A mí tampoco. Volveremos.

El plan económico de Macri

Mauricio Macri ha presentado a la sociedad su plan económico integral, aunque pocos se hayan dado cuenta de tamaño hecho.

Ante el Cecyp, una suerte de club social de los más importantes empresarios, Macri aseguró que en su Gobierno no intervendría para fijar el tipo de cambio y que ese valor sería determinado por el mercado.

Es importante prestar atención a las dos partes de su afirmación. Está planteando un mercado libre de cambios, por un sistema de oferta y demanda, y también está anunciando que no existirá intervención del Estado para determinar los tipos de cambio.

A la vez, con esa sola frase, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) deja de ser la contraparte obligada de las transacciones cambiarias.

Prácticamente un mercado cambiario de esas características no existe desde el Gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear, recordado porque fue durante su mandato cuando el país alcanzó el proverbial sexto lugar entre las economías mundiales.

La decisión es seguramente la forma más rápida de salir del cepo, ya que no requiere de la acumulación de reservas para hacer frente a una posible corrida, por dos razones. Por un lado, porque desaparecería el fuerte estímulo de un dólar subsidiado desde el sector de la demanda y, por el otro, porque el BCRA no tendría la obligación de vender dólares ante una demanda alta, ya que el mercado se compondría solamente de privados o particulares. Continuar leyendo

Los candidatos ya piensan cómo evitar la segunda vuelta

Como anticipaban las últimas encuestas, algunas corregidas de apuro para salvar la ropa de las encuestadoras, Daniel Scioli obtenía a la madrugada 36.5% de los votos, mientras que Cambiemos lograba el 31.4% y UNA el 21.5%, con 40% de mesas escrutadas.

Inesperada recuperación para la alianza Massa-De la Sota, con el importante aporte de Felipe Solá, que se transforman ahora en árbitros de la primera vuelta y el ballottage, si no en factor definitorio de la elección presidencial.

Probablemente influidos por el recuerdo del efecto Lousteau, muchos analistas sugerían anoche que se trató de una elección de candidatos, no de alianzas, de modo que no habría que descontar una alineación automática de los votos de Cambiemos con Mauricio Macri, ni los de De la Sota con Massa.

Me permito disentir de esa idea. No parece que los radicales y los seguidores de Lilita fueran a estar dispuestos a votar en primera vuelta a Scioli, ni tampoco existe el elemental efecto defensivo que ejerció el kirchnerismo al apoyar a ECO en CABA contra su virtual rival Mauricio Macri, ayer confirmado.

Recordemos que Macri tiene dos gálibos a superar. Debe pasar los 30 puntos por si Scioli llega a 40, y debe tratar de que Scioli no llegue al poco democrático 45% que lo consagraría presidente. El tope de 30 puntos parece superado. Ahora veamos el segundo tope mágico.

Está claro que si los votantes de Massa votan del mismo modo que ayer, la segunda vuelta está decretada, una enorme complicación para Scioli.

¿Qué podría hacer que no votaran del mismo modo?

Por un lado, el clásico concepto del voto útil. La percepción de que al no tener chances de ganar, apoyar a Massa sería tirar el voto. En tal caso, parecería más razonable que muchos de los votantes de UNA se inclinasen por votar a Scioli, peronista igual que ellos al fin. Aquí pesará mucho el liderazgo de Massa y De la Sota, y también jugará la capacidad de captación de Macri sobre esos mismos votantes. Habría que recordar mi nota de junio en ese mismo diario, en la que sostenía que la designación a dedo de Carlos Zannini, y la inserción también dactilar de La Cámpora en los centros nerviosos del poder político peronista, podría revitalizar a Massa y crear una polarización interna en el peronismo. Parte de ello empezó a ocurrir ayer.

El tigrense pasará ahora a recibir los coqueteos de su ex facción y del macrismo. Dulce venganza para un doble ninguneo. Es cierto que los votos son del votante, pero el peronismo tiene una propensión pastoril a actuar como majada, de modo que el próximo presidente de la Nación bien puede llegar a ser designado por Sergio Massa.

¿Qué puede ofrecerle el kirchnerismo a Massa? O mejor, ¿qué oferta creíble le puede hacer el kirchnerismo a Massa? ¿Acaso la gobernación de Buenos Aires, por lejana que parezca la idea? Recordar que Solá es el tercer candidato en ese distrito, que ya gobernó.

Del otro lado, ¿qué puede ofrecerle el Pro, o Cambiemos, a Massa? Adivino aquí menos flexibilidad que en el kirchnerismo. Tanto por la inflexibilidad de Macri como por la presencia siempre complicada del radicalismo y de Carrió.

Sin embargo, parece más factible en términos políticos una alianza de Macri con Massa que de éste con su viejo entorno, en especial si se analizan los resultados de ayer en provincia de Buenos Aires, y la masa de diputados que puede aportar UNA para la imprescindible gobernabilidad en caso de que Macri fuera el presidente.

Seguramente que también habría presión interna de sus candidatos a diputados y gobernadores para Massa, que no querrán exponerse a no tener candidato a presidente en su boleta, o a sufrir un éxodo de boleta completa hacia alguna de las otras dos fuerzas con mayores chances.

Sergio Massa es ahora lo que en inglés se denomina un King Maker. Por un instante efímero, la democracia le ha conferido ese papel. Una bala de plata. Que obviamente, sólo se puede disparar una vez.

¿Aux barricades?

Recientemente, Elisa Carrió anunció que si intentaban robarle los votos, “sacaría la gente a la calle”. Estaba anticipando la desesperación del Frente para la Victoria (FPV) ante la posibilidad de no ganar en primera vuelta, lo que lo condenaría a la derrota en segunda.

Como la diferencia entre el cielo y el infierno kirchnerista puede llegar a ser de solo cuatro o cinco puntos, la presunción de un fraude tiene fundamentos, en especial en las zonas del malón electoral del conurbano, donde para ser fiscal de la oposición se requiere por lo menos ser cinturón marrón de karate.

La profecía de Lilita puede llegar a proyectarse hacia después de las elecciones, cualquiera fuera el candidato ganador. Sobre todo teniendo en cuenta la conformación de las Cámaras, la cristinización del Ministerio Público y el descuartizamiento y la invasión K de la Justicia. Continuar leyendo

¿Y si Macri no miente?

Asesorado por su brujo ecuatoriano, Mauricio Macri sostiene que Aerolíneas Argentinas permanecerá en manos del Estado, que el fútbol será gratis, que YPF seguirá siendo brillantemente explotada con la conducción de Miguel Galuccio, y que seguirán los planes y subsidios.

Los seguidores del PRO, es decir los pro-PRO, han tomado la costumbre de atacar duramente a quienes ponen cualquier objeción a lo que hizo, hace o dice Macri. Esgrimen que su adalid es la única vía para defenestrar al nefasto FpV, ahora reencarnado en Daniel Scioli.

Argumentan que para convencer al conurbano dudoso es imposible decir lo que se va a hacer, so pena de ser sepultado. En consecuencia, hay que engañar a esos votantes y luego aplicar las verdaderas soluciones.

Querría contarles a los pro-PRO que también participo de la agrupación “Voto a cualquiera menos a Scioli” , si se me perdona la parcialidad. Pero con más fuerza defiendo mi derecho a decir lo que pienso. ¿Está claro, señoras?

El concepto de que hay que mentirle deliberadamente al electorado para luego hacer lo contrario me parece repugnante, sea quien fuere el que lo utilizare. Sin embargo, creo que Macri intentará hacer lo que dice, y que no se trata de una estrategia de campaña que luego descartará como un preservativo, con perdón de la precisa metáfora.

Macri no es un liberal. Ni cree en ese principio, ni sabe cómo serlo, ni quiere serlo. Él cree que podrá tomar Aerolíneas y operarla eficientemente. Y hasta cree que a nadie se le ocurrió antes esa idea. Para ser generoso diré que se equivoca. Se enredará en una larga pulseada desleal en la que perderá. La combinación sindical-legislativa-operativa-financiera-contratista-prebendaria le hará perder un tiempo clave en un momento inicial clave.

Seguramente cree que si pudo negociar en CABA podrá hacerlo en varios aspectos en la Nación. Siento decirle que las soluciones en la Capital fueron pobres. Las del Subte casi no son soluciones. La verdadera salida son concesiones a largo plazo a consorcios internacionales que hagan la modernización y ampliación a cambio de ellas. El Metrobus es un paliativo.

El reciclaje con cartoneros es una solución precaria. Nadie puede pensar que es mejor esa variante que un sistema moderno de recolección mecánica y de reciclaje automatizado.

Muchos de los acuerdos logrados en minoría con la oposición se han basado en compartir (repartir) el presupuesto, algo casi inviable en el orden nacional con el presente nivel de dispendio y descontrol.

El transporte aéreo tiene otras soluciones más viables que la idea de eficientizar a Aerolíneas, el actual monumento a la corrupción y la ineptitud. Es preferible librar una batalla para aplicar esas soluciones de fondo, que el desgaste de tener al enemigo adentro durante todo la gestión. Preguntar a Marsans.

Pasando al fútbol, decir que será gratis es invadir de antemano un negocio privado, en el que el Estado no tiene nada que hacer. A menos que Macri, recordando sus tiempos de dirigente boquense, crea que puede tomar tiempo en rehacer desde las bases el negocio del balompié. Es un negocio privado y debe estar en manos privadas. Si pierden o ganan, debe ser un problema ajeno al Estado. ¿Para qué comprarse semejante trabajo hercúleo?

Tiene ganas de comprárselo. Pagará duro precio. Lo que creo es que nosotros también lo pagaremos. ¡Ah! Y la idea de financiarlo con publicidad privada, además de que debe dejarse que eso lo definan los dueños de los derechos, no cierra. Pero parece que hay que creerlo porque eso ayuda a ganar la elección.

El tema de los subsidios da para largo. Desde el modo en que se otorgan, hasta un análisis uno por uno de cada caso. No es lo mismo el transporte terrestre que la business de Aerolíneas, ni al AUH que un plan. Ni los subsidios energéticos son lo mismo que tarifas regaladas. Ni otorgárselos al usuario individualizado que hacerle un cheque a las empresas.

¿Seguirá YPF jugada al fracking? ¿Seguirá Bulgheroni con PAE metiendo sus cuñas en la actividad petrolera y asociada con la estatal? ¿ Qué quiere decir Macri con sus elogios a Gallucio? ¿Seguiremos teniendo precios no competitivos en el combustible?

¿De qué estamos hablando en estas pocas frases de campaña? ¿Son para engañar a “ellos” o para engañarnos a “nosotros”?

El gasto, y todo el presupuesto, requieren un gigantesco trabajo. No unas cuantas frases tiradas según las circunstancias. No bajar fuertemente el gasto condena a un endeudamiento inmediato para financiar gastos corrientes, lo que es simplemente irresponsable, lo que el propio Macri no querrá hacer.

No tener un mercado libre de cambios también tiene un costo muy alto de endeudamiento si se quiere salir del cepo pronto y sin dejar flotar la divisa. La suba del tipo de cambio debe acompañarse con restricciones en la emisión y el gasto para contener la inflación pendiente ahora frenada por la estúpida ancla cambiaria. Los anuncios que involucren cuestiones económicas deben ser fruto de un elaborado estudio de los equipos económicos, no de los equipos de campaña.

Cuando muchos economistas recomiendan un enfoque liberal, no lo hacen desde la mera preferencia ideológica, sino teniendo en cuenta que es el método más fácil para evitar que el Estado tenga que meter la mano en todas las realidades, y que los costos no deban ser pagados al azar, cuando no por los más carecientes.

¿Cree Macri en eso? Creo que no. Él lo llama pragmatismo. Esa definición ya se escuchó muchas veces , siempre con el mismo resultado. Es mejor dar la gran lucha para una solución de fondo.

El riesgo no es ético. O no es sólo ético. El riesgo es que el eventual gobierno de un PRO termine siendo parecido al del FPV, con menos insultos, avasallamiento y robo, pero con más endeudamiento e igual gasto, lo que preanunciaría futuras crisis a corto plazo.

Sería grave que Macri estuviera mintiendo. Mucho peor sería que estuviera diciendo la verdad.

CABA: Una victoria cabal, pero sin un ganador definitivo

Como era de esperar, los tres principales postulantes en las elecciones de CABA se consideran vencedores en cierto aspecto, aunque algunos hayan debido hacer prodigios de dialéctica para poder justificar ese supuesto logro.

Uno de los periodistas más entregado (comercializado) al kirchnerismo decía en su cuenta de Twitter que la elecciones que importaban ayer eran las de Grecia. Algo difícil de explicar al ciudadano preocupado por el transporte, la limpieza, la seguridad y conexas, pero un argumento al fin.

Dejando la barricada y lo anecdótico, esta elección con resultado previsto giraba sobre tres candidatos. Horacio Rodriguez Larreta y Mariano Recalde dependieron fuertemente de la tracción de sus respectivos jefes partidarios, Mauricio Macri y Cristina Kirchner. En cambio Martín Lousteau, un particular candidato mediático-estético, dependía de su mítico y probado carisma (con una ayuda cariñosa e importante de Elisa Carrió) y tenía el contrapeso de la resolución 125.

El 45% obtenido por Rodríguez Larreta parece pertenecer al partido, que ya lo había obtenido con Macri en 2011, en primera vuelta. Esto es coherente con la imagen desangelada del candidato a jefe de Gobierno. La pérdida de 2 puntos contra las PASO confirma además la creencia de que no todos los votos de Gabriela Michetti en las primarias eran del PRO, sino que algunos peronistas la habían votado por razones especulativas.

El 25% de Lousteau es un relevante logro político, cualquiera fuesen las razones inescrutables de ese voto. Si bien su publicidad rebasó lejos los límites de los fondos atribuídos, (la de los otros dos candidatos tampoco fueron un ejemplo) es indisputable su logro. Mejoró su cifra de las PASO y arrastra a su coalición a papeles importantes en la Ciudad, en especial en la Legislatura, por ahora. Su soporte y consejero en las sombras, un proverbial monje negro radical, fue un aporte sumamente valioso en todo sentido. En todo.

A su vez, Recalde puede exhibir, y lo hizo, una mejora de 3 puntos sobre las PASO, que agita como única bandera junto a la excusa estudiantil de la falta de tiempo.

Con toda lógica, ECO aventó muy pronto la aventurada idea que había circulado originalmente de que se retiraría del ballotagge si la diferencia de votos era mayor de 20 puntos. Correcta decisión.

Si bien el PRO necesita solamente 5 escasos puntos para ganar en segunda vuelta, no se conseguirán automáticamente. Los otros 30 puntos de votos que se quedaron sin candidato seguramente se inclinarán más por Lousteau que por Rodríguez Larreta, si bien no es sensato pensar que el 100% pasará al autor frustrado de la 125.

También importará mucho el número de votantes que concurra a la segunda vuelta, por una cuestión matemática (el denominador) y política, ya que no necesariamente el incremento o decremento guardará igual proporción partidaria. Los votos en blanco jugarán igual papel. Y no será menor la nacionalización de la discusión a la que apelará el PRO para sacarle algunos votantes a ECO en aras de fortalecer a Macri en la lucha contra Scioli.

Con el ballottage ganamos todos. El slogan implantado ayer por Lousteau es su nuevo grito de lucha, que como mínimo le va a proveer de un respaldo de 40% de votos, un fuerte capital político. Los votos del peronismo y de la izquierda, por más que se reivindique el concepto ofensivo de manada, son de los votantes. Ceteris paribus, como dicen los economistas, el 18% de esos votos deben ir al PRO si quiere ganar. Todo indica que el PRO continuará en la Jefatura de Gobierno, pero es procedente sopesar estas consideraciones.

Al cierre del recuento, con los datos provisorios disponibles de la elección de legisladores, el PRO, como estaba previsto por una cuestión matemática pierde dos bancas (baja de 30 a 27 ó 28) con lo que continuará el mecanismo de consenso basado en usar el Presupuesto como prenda de negociación. El gasto seguirá firme.

En términos nacionales, el 45% de votos del PRO muestra que ese porcentaje es el techo del macrismo puro de CABA. Pero si a esa cifra se le suma el porciento obtenido por Lousteau, el 70% resultante parece indicar cual es el tope superior antikirchnerista de CABA, que contrasta mucho con las elecciones presidenciales de 2011, donde la cifra estimada de votos opositores al FPV era con mucho el 35%. La polarización juega aquí contra Cristina.

Si bien parece forzado, luce claro que la socia mayoritaria en la pérdida de los votos fue la jefa del partido. La baja de Recalde contra las elecciones presidenciales de 2011, de 7 puntos, no es culpa exclusiva del improvisado presidente de Aerolíneas Argentinas.

No es prudente colegir que esa sea una tendencia nacional, como decía anoche Macri, analizando lo resultados de varias provincias, pero es un dato importante a tener en cuenta.

El sistema de voto digital, o de impresión de voto digital, funcionó aparentemente bien, por lo menos por lo que hasta ahora se conoce. Hay otras objeciones a la adquisición directa y los proveedores del BUE, pero esa es otra historia.

Es de esperar que en la medida que el voto electrónico se afiance, se puedan obtener mejores datos más rápidamente. El número total de votantes era un dato clave, sobre todo frente a la alternativa del ballottage.

Si se sorprendió por el título de la nota, observe que titular de otra manera habría sido influir sobre la voluntad del lector en el ballotaje.

La moneda de CABA todavía no cayó.

La República, trampa de Cristina para Macri

Tal como prometí en mi última nota en que me ocupé del optimismo mágico, querría que analizáramos la situación en que se encontraría el otro candidato, Mauricio Macri, si fuera electo presidente. (Suponiendo que pudiera superar la maniobra de pinzas múltiples que le está haciendo el kirchnerismo).

El obstáculo más evidente es que tendría ambas cámaras legislativas en contra. El Senado por una cuestión matemática y Diputados porque con cualquier resultado esperable se compondría más de un tercio de kirchneristas y afines y luego el otro peronismo, el radicalismo en todos sus formatos, el PRO, los socialismos y demás deudos.

Como ya hemos dicho, el arreglo de la deuda y toma de deuda nueva, el presupuesto, los impuestos, los tratados, la designación de jueces, los juicios políticos y muchas cuestiones que tienen que ver con la reducción del gasto pasan por el Congreso. Continuar leyendo