El nuevo Presidente asume su cargo con dos grandes misiones y una visión. La primera misión es la de recrear el espíritu y el sistema republicanos. Nadie puede seriamente negar esta necesidad clave. Aun si no lograse más que eso en su gestión que terminará el 9 de diciembre de 2019 a las 24, habría cumplido.
La Justicia, pese a todas sus imperfecciones legales y humanas, logró salvar al país de graves riesgos, no muy diferentes a los que soporta Venezuela. Habrá que reconocer la valentía de muchos que en condiciones dificilísimas defendieron principios, libertades y derechos que garantiza la Constitución Nacional. No estaríamos hoy dando la bienvenida a nuevos gobiernos sin ese coraje.
Ese poder merece ser reforzado para garantizar todavía más su independencia, su calidad y su probidad. Redundaría un detalle de las medidas que es tarea gubernamental confeccionar, estudiar, proponer y transformar en ley y hasta en reforma constitucional. Sobran ideas valiosas.
Dentro de esa misión, habrá que incluir la demorada ley de coparticipación, o su eliminación, como muchos proponen. Biunívocamente, es ineludible revisar el sistema rentístico nacional, una tarea potencialmente revolucionaria en sí misma.
El reciente fallo de la Corte y el previsible manoseo de Cristina Fernández con su decreto sólo ponen en evidencia lo importante que resulta no dejar semejante tema en manos del capricho de cualquiera. Como tampoco en manos de un presidente con su chequera de decretos de necesidad y urgencia (DNU). Continuar leyendo