En 1492 las tropas de los reyes católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón pusieron fin a ocho siglos de dominación mora sobre gran parte de la península Ibérica, al derrotar al califato de Al Andaluz y al reino nazarí de Boabdil. Más de quinientos años después, un líder yihadista de Irak se proclama nuevo califa con la intención de revertir aquella derrota y establecer su dominio a lo largo de Irak, Siria, Libia, Marruecos y la Europa mediterránea.
El proyecto del califa Ibrahim Al Baghdadi se basa en operaciones tipo guerra de posiciones y acciones de comando terroristas en varios países y le ha declarado la guerra, prácticamente, al mundo entero.
Los Gobiernos de los países que han sufrido ataques de células integradas por “combatientes” que se inmolan durante su “hazaña” no han podido estructurar una respuesta adecuada para enfrentar el desafío. Sólo ahora, ante el reciente atentado en París, parece que se logrará un acuerdo entre las grandes potencias para eliminar el peligro.
En la llamada cultura occidental no existe unanimidad o consenso sobre este grave problema. Ni sobre su origen y sus causas ni sobre la manera de encararlo. Es propio del legado de la Ilustración y de los valores de la Modernidad que así sea. No hay que quejarse del desacuerdo, así que: ¡bienvenido el debate! Continuar leyendo