La pasada jornada electoral para la conformación del Congreso de la República ha dado lugar a debates y reclamos que tienden un manto de duda sobre los resultados. El más importante y visible de todos es la denuncia por fraude instaurada por el Centro Democrático (CD), que, pruebas en mano, demostró alteración significativa de sus votos en 7.971 mesas ubicadas en diversos puntos del país y favorecimiento de los candidatos de la lista del Partido de la U. De constatarse la veracidad, el triunfador para el Senado sería el CD aunque por estrecho margen.
Entre los acusados de haber promovido el fraude, emerge el nombre de Musa Besaile, denunciado por ser el mayor receptor de auxilios parlamentarios en el escándalo conocido como la “mermelada” registrada en computador de la Casa presidencial. Besaile, a la vez, obtuvo la mayor votación de la U, lo que le daría derecho, según acuerdos internos, a convertirse en el presidente del Congreso, nada más ni nada menos que tercero en la línea de sucesión presidencial. Su copiosa votación no se corresponde con el bajo perfil en su gestión parlamentaria, no se le conocen proyectos ni registros de su voz ni que haya levantado la mano para expresar alguna opinión. Por tanto, aumentan las evidencias de fraude. La de Musa fue una “votación atípica” que ameritaría la aplicación de esa famosa tesis de los colectivos con la que se estructuró el juicio contra los parapolíticos.