No son buenos tiempos para la democracia en nuestra subregión. Después de un breve lapso en que se estableció el juego electoral y fueron eliminadas todas las dictaduras, excepto la cincuentenaria de los Castro en Cuba, estamos en presencia de señales preocupantes.
Los signos de alerta no son ya mera retórica, provienen de gobiernos y gobernantes que haciendo uso de métodos democráticos están transformando las constituciones para cambiar las reglas de la competencia por el poder político y las que rigen la economía.