Es difícil explicar el fenómeno de Donald Trump sin tratar de entender a su grupo de votantes. Uno de los principales atributos que le asignan es la capacidad de llevar las cosas a cabo. Cansados de votar políticos que quedan atrapados en la maraña burocrática y no logran avanzar.
Pero es muy importante entender que Trump logra interpretar las necesidades de los ciudadanos de clase media, aunque sus alternativas de solución no sean tan claras. Por ejemplo, habla de devolverle a Estados Unidos los trabajos perdidos como consecuencia de la globalización, entiéndase outsourcing y offshorización. Ataca permanentemente a China, Japón y México como responsables de esta situación y de manipular su moneda. Ha propuesto tarifas diferenciales a las importaciones y un control más estricto del tipo de cambio.
Sus votantes están felices. Trump entendió su problema. ¿Pero la solución sirve? Traer la industria de nuevo a Estados Unidos nos asegura dos cosas: mayores costos para los consumidores norteamericanos y desempleo a futuro, producto del avance de la cuarta revolución industrial y la salida inminente de mano de obra de tareas repetitivas o rutinarias a la robótica y la digitalización. Claramente, no se está anticipando al futuro, sino interpretando el malestar de los votantes. Continuar leyendo