La izquierda a veces tiene costumbres raras. Por ejemplo, este sábado por la mañana alrededor de las ocho -y mientras aún se desarrollaba la imparable lluvia de la tormenta de Santa Rosa-, centenares de jóvenes que se proclaman de la izquierda socialista y revolucionaria celebraban cantando, agitando banderas, mojando sus zapatillas en los charcos interminables, festejando que los resultados electorales en las distintas facultades indicaban que había regresado su predominio en las conducciones estudiantiles. La izquierda había ganado 7 elecciones sobre las 13 que se disputaban en distintas facultades; le había arrebatado 4 centros de estudiantes a una izquierda oscilante entre el binnerismo, la fraseología bolivariana y el kirchnerismo vergonzante; y su celebración parecía no querer terminarse.
(Una digresión personal. La noche del viernes había ido a una cena de Rosh Hashaná en la casa de un amigo. Mientras partía del convite, recibí la llamada de mi amigo Pablo Rabey, que sugería que fuera a ver cómo finalizaban las elecciones estudiantiles universitarias, un evento político que nunca había presenciado. No tenía mejor plan, así que me dirigí hacia la Facultad de Filosofía y Letras -donde había cursado hacía un tiempo largo- y donde Pablo era miembro de la lista de izquierda que representaba a los graduados. Lo acompañé un rato y a algunos de sus compañeros hasta que ingresaron alrededor de la una de la mañana al escrutinio. “Andá a Medicina, así ves cómo los estudiantes bancan el escrutinio”. No tenía plan alguno, así que hacia allí me dirigí. Era cierto. Un nutrido grupo de militantes no dejaba de cantar para hacer saber a sus delegados, que abrían las urnas y contaban los votos en aulas cerradas, que los apoyaban -finalmente en Medicina la izquierda perdió el centro de estudiantes frente a una alianza de radicales y peronistas que los aventajó por menos de dos centenares de votos solamente-. De allí me dirigí a la Facultad de Ciencias Sociales donde, ya cerca de las tres de la mañana, los cántitos no cesaban y se disputaba una reñida y tensa elección. El centro pertenecía a La Mella, una agrupación que se dice chavista y que es protokirchnerista y cuya expresión política es Marea Popular, que acompañó a Claudio Lozano, protobinnerista, en las últimas elecciones. Centenares de jóvenes de las distintas agrupaciones que habían formado La izquierda al Frente (cuyo núcleo central es el mismo que corporiza al Frente de Izquierda en el campo político) aguardaban expectantes los resultados de cada facultad. “Estamos ganando en Puán”, se paraba una estudiante en un banco y luego de dar la noticia recibía aplausos masivos. “Estamos adelante en Exactas”, informaba otro y otra vez festejos. Pero primaba la tensión. Cerca de las siete empezaron a pasarse informaciones por lo bajo. (Yo ya había decidido quedarme hasta el final para desentrañar el misterio de esas elecciones). “Parece que los triunfos son irreversibles y, salvo en Medicina, donde se pierde por poco, estamos ganando en todos lados”. Cuando ya había salido el sol, y en una pausa de la lluvia de Santa Rosa, anunciaron que habían ganado en Filosofía y Letras, en Sociales, que metían un consejero directivo en Económicas, el triunfo en Veterinaria, la victoria en Arquitectura, la retención del centro en Farmacia, la recuperación de Psicología. Mientras los festejos no cesaban, los dirigentes de la juventud del Partido Obrero -miembro del Frente de Izquierda y principal fuerza estudiantil en la FUBA luego de estos resultados- proponían ir a Exactas, que queda en la lejana Ciudad Universitaria, para “hacer el aguante” a sus compañeros. Luego de felicitarlos, yo decídí partir porque, pese a no haber dormido, tenía otros compromisos. Finalmente la izquierda también ganó en Exactas).
La celebración de los militantes de la izquierda estaba bien fundada. Ahora, ¿es posible que estos resultados marquen algún tipo de tendencia que pueda ser significativa para las elecciones de octubre? Quizás sí. La izquierda que se presentó en las elecciones forma parte del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), ya sea como una alianza estudiantil de las fuerzas que lo componen o como expresión estudiantil del Partido Obrero. “Durante las elecciones de agosto no pudimos militar la campaña en las facultades porque justo estaba el periodo de vacaciones -señala Julián Asiner, presidente de la FUBA y militante del Partido Obrero-. Ahora y hasta octubre podremos plantear que los votos vertidos a la izquierda en las universidades deben unificarse para repetir resultados y meter diputados en el Parlamento”.
Es posible que el impulso del triunfo en las agrupaciones estudiantiles que integran el FIT aporte votos de extracción estudiantil a una elección que, si bien cuenta con menor fragmentación de la izquierda, se disputará entre el FIT, la agrupación de Luis Zamora y Camino Popular, que es en realidad un híbrido de carácter izquierdizante. Marea Popular, que integra al frente Camino Popular que dirige Claudio Lozano y cuyo lema es “caminá distinto”, perdió los cuatro centros de estudiantes que dirigía y que constituían los únicos baluartes que podían exhibir. Quizás por eso su dirigente Martín Ogando haya señalado en su muro de Facebook que la derrota en las facultades constituía “el momento más difícil de nuestra organización”. Itaí Hagman, candidato a diputado del frente de Lozano, deberá enfrentar una campaña luego de un duro golpe a su militancia.
El grupo de Zamora no interviene en las facultades -ni en casi ningún ámbito de masas-. La única fracción que podría intentar aprovechar un eco de sus triunfos es el FIT, que postula a Jorge Altamira en la ciudad de Buenos Aires. Pero no se trata solamente de interesantes resultados en facultades hiperpolitizadas como Sociales o Filosofía y Letras. En Derecho, una facultad compuesta por un estudiantado masivo y que está exenta de la discusión política cotidiana como en esos otros centros estudiantiles, la izquierda sacó un ocho por ciento de los votos. Podría sonar un guarismo disminuido en relación a los otros triunfos estudiantiles, pero sin embargo esa cifra marca un dato de la realidad social: desde hace varios años, los porcentajes que la izquierda obtiene en la Facultad de Derecho se repiten con leves variantes en las elecciones políticas generales. Si este comportamiento social se repitiera nuevamente, Jorge Altamira se convertiría en uno de los diputados nacionales que obtendrá el Frente de Izquierda en octubre. Una elección que los militantes del Frente de Izquieda -que este sábado por la mañana se mojaban las zapatillas sin dejar de cantar para expresar su celebración por los resultados en las facultades- aguardan con ansias y cautela, pero también con optimismo.