Por: Diego Rojas
Con la salida al aire de los spots de campaña, ha empezado la campaña electoral recargada. Bueno, quizás se deba hacer una aclaración, ya que la configuración de nuestra sociedad plantea una singularidad respecto a otras sociedades: el cronista Jon Lee Anderson señaló alguna vez que la Argentina e Irán son las naciones en las que la política es el tópico más recurrente en la vida cotidiana (debe advertirse que Anderson es un viajero de cinco continentes). Por lo tanto, los periodos electorales -que en toda sociedad incrementan la discusión acerca de la política- en nuestro país deberían llevar ese debate a niveles siderales.
El instante en el que la televisión empieza a mostrar los spots electorales de todos los partidos da comienzo al período en el que los argentinos, cual hombres lobo, se convierten en animales políticos por naturaleza hasta el día de las elecciones.
Esta campaña, tal acontecimiento sucedió el lunes 22 de julio de 2013, desde temprano por la mañana. El año electoral, en el que se renovarán las cámaras legislativas, empezó cuando la voz de algún locutor dijo: “Espacio cedido por la Junta Electoral”. Luego, los programas, los proyectos, los partidos en producciones de 36 segundos.
Y ganó la izquierda.
Esta afirmación debe ser contextualizada entre spots de partidos que no muestran a su desconocido candidato, como el Frente para la Victoria (que produjo un video de carácter presidencial, con imágenes de la presidenta Cristina Fernández en todo momento reivindicando su gestión, pero sin mostrar ni una sola vez al intendente del conurbano que llevan como primer candidato en la provincia o al recurrente perdedor Daniel Filmus, primer candidato en Capital Federal). O campañas inimputables como la llevada adelante por Ricardito Alfonsín y Margarita Stolbizer que plantea la elección entre una Argen y una Tina, muestras de un país dividido que ellos irían a reunificar -debe destacarse en este punto el terrible daño que produce el triunfo de publicistas sin escrúpulos sobre los impulsos de la política-. O la ausencia de toda referencia a una propuesta que implica el spot de Sergio Massa, musicalizado por Axel, donde se ve al candidato que critica lo malo y apoya lo bueno besando y abrazando a niños, mujeres y hombres. O la condescendencia de un banquero del JP Morgan como Alfonso Prat Gay, antiguo albaceas de la magnate del cemento Amalita Fortabat, que señala su cuna de oro como motivo por el que quisiera devolver lo obtenido a la sociedad -basta fijarse en su página personal que su propuesta principal es la devaluación, una medida confiscatoria de los ingresos de los sectores populares-. O la recurrencia en la apelación a la crispación de Francisco De Narváez y el antiguo sindicalista centroizqueirdista Omar Plaini que insisten con el slogan: “Es ella o vos”. Deben destacarse, sin embargo, la creatividad de la campaña de Julio Bárbaro y Julio Piumato en Capital, que muestra a ciudadanos hablándole a la imagen de Eva Perón en el Ministerio de Desarrollo Social en la 9 de Julio contándole sus objeciones al gobierno o los virales realizados por Camino Popular, el partido centroizquierdista de Claudio Lozano, en el que se burlan de Pino Solanas -que se fue con la apocalíptica Elisa Carrió- o del eterno perdedor Daniel Filmus al que amenazan con “el fantasma de la B”. Debería señalarse, de todas maneras, que tanto uno como otro destinan la creatividad a criticar al gobierno sin esgrimir propuestas propias. El spot que presenta al activista estudiantil Itaí Hagman, candidato de Lozano, destaca su juventud y que camina distinto, cuando se hubiera esperado que se focalizara la campaña en el fuerte acento bolivariano y chavista que alguna vez supieron ejercer y no la constatación de su carácter sucedáneo del Frente Amplio Progresista.
Por eso, en ese mar de desconcierto publicitario político, los spots del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) ganan. Son los únicos que plantean propuestas concretas a problemas reales, es decir, los que señalan su programa pero, además, lo hacen de un modo dinámico que permite que su mensaje llegue con claridad. Y con potencia. De ese modo, pueden mostrar la inequidad del impuesto al salario, que no afecta a millonarios ni especuladores y sí a maestras:
O la genialidad de la mise-en-abysme de unas jubiladas viendo en la tele el spot que ellas protagonizan y que denuncia el vaciamiento de la Anses y el robo de sus jubilaciones:
O la puesta en escena de la burocracia sindical en una asamblea de fábrica:
Los spots del Frente de Izquierda se destacan por sobre el resto por su calidad narrativa y, sobre todo, por exponer abiertamente su propuesta política -incluso a pesar de que alguno de los spots (que se pueden ver aquí) tenga problemas de guión-. Realizados sin la participación de agencias publicitarias y con el aporte actoral de militantes y realizadores, demuestran que la comunicación política puede ser eficaz y honesta y, ante todo, política en una época en la que los Durán Barba del kirchnerismo y del antikirchnerismo quisieran ganar votos a punta de jingles pegadizos y sonrisas huecas. Habrá que ver si la eficacia de los spots se traduce en votos que permita que la izquierda atraviese las PASO y presente en octubre sus candidatos al Congreso.