En la novela Museo de la revolución, el escritor Martín Kohan señala cómo la percepción del tiempo se constituye a partir de los acontecimientos de la historia. Por lo tanto, cierto período podría ser percibido como interminable en algunas circunstancias —como ensaya Kohan, el largo tiempo del estalinismo— y otro período podría mostrarse como velozmente infinitesimal debido a la encadenación de los acontecimientos —el tiempo así era percibido, por ejemplo, durante la revolución de 1917. Alejados de circunstancias históricas tan trascendentes —y hasta localizados en su justo opuesto— tal vez podríamos tratar de percibir el tiempo del Gobierno de Mauricio Macri y señalar, entonces, su puro vértigo. En una semana de gobierno Macri mostró el programa que había evitado exhibir durante toda su campaña y lo hizo de manera muy rápida.
Observación que no quita la constatación de la habilidad política de Macri —habilidad, tretas, lo mismo da. Debe hacerse notar que la nueva administración de Gobierno oscila entre la debilidad y la fortaleza —señálese que gobierna un “no partido” que no tiene una infraestructura o militancia, por un lado, combinada con el manejo de los estados y los presupuestos de nación, provincia de Buenos Aires y la ciudad de Buenos Aires, por el otro. Las acciones del Ejecutivo intentan inclinar la balanza hacia esta última. Continuar leyendo