Por: Diego Rojas
Los idus de marzo de los que la clase obrera debería prevenirse están llegando. Todo indica que el próximo período estará marcado por los tarifazos, la devaluación, ataques al salario y, en suma, una crisis económica de gran envergadura que querrá ser resuelta por el próximo Gobierno a través del ajuste. Ante este panorama, las elecciones presidenciales que se vienen adquieren gran importancia. Según el modo de votar de los trabajadores, se planteará una perspectiva política para el período.
Las variantes mayoritarias son favorables a que el ajuste sea pagado por los sectores laboriosos. Tanto los posibles Gobiernos de Daniel Scioli como de Mauricio Macri -o también Sergio Massa, que cada vez más se aleja del mote de “presidenciable”- serán los que implementen este plan de ajuste, obligatoriamente -y porque está en su naturaleza de Gobiernos de la clase social de los empresarios. ¿En qué estado se encuentran los trabajadores y cuáles son sus perspectivas? Ciertos episodios podrían dar un pantallazo de una semblanza en ese sentido.
Quizás el movimiento más relevante del último ciclo haya sido el realizado por los trabajadores aceiteros y su gremio que, en el marco de la discusión paritaria y ante la negativa de los empresarios y el Estado (a través del Ministerio de Trabajo de Carlos Tomada) de que el aumento de los salarios equipare el sueldo mínimo a la canasta familiar, se lanzaron a una lucha formidable. Durante veinticinco días en el mes de mayo sostuvieron un paro general contundente cuyo epicentro se sostuvo en el cordón industrial de Santa Fe -y también en Bahía Blanca-, que con piquetes logró parar los puertos y la salida de los barcos aceiteros. Esos métodos -huelga y piquete- provocaron que la consigna histórica de la clase obrera -que no es otra que la de ser explotados a cambio de un salario que cubra las necesidades básicas sociales- triunfara y de este modo los obreros del aceite lograron que su ingreso mínimo llegue a los 14.300 pesos. El paro de los aceiteros es una acción ofensiva de los trabajadores en pos de alcanzar sus derechos. ¿Tiene relevancia esta contundente acción sindical?
El paro no solo fue impulsado por la dirección gremial, su base y el activismo de izquierda, sino que los partidos de izquierda fueron los únicos que brindaron apoyo -presencial y logístico- para que la protesta triunfe. Daniel Alberto Yofra, secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores Aceiteros, y Adrián Dávalos, secretario general de la Federación de Trabajadores Aceiteros de Rosario se manifestaron en apoyo a la lista que propone a Jorge Altamira, del Frente de Izquierda (FIT), como presidente. “Nuestra lucha ha demostrado que con unidad, democracia sindical y firmeza nos enfrentamos a las patronales y sus Gobiernos y pudimos ganar. Y esa batalla debemos darla también en el terreno electoral. Por eso es que quiero hacer público mi apoyo a la fórmula Altamira-Giordano del Frente de izquierda”, dijo Yofra. Dirigentes gremiales que recuperaron un sindicato central para la economía nacional hace un corto tiempo decidían brindar un apoyo político a los representantes del clasismo y de la izquierda. No es un dato menor. Ni tampoco es un dato aislado.
Así lo demuestra el Encuentro Sindical de Izquierda realizado el sábado 25 en Buenos Aires, donde se dieron cita setecientos dirigentes gremiales que brindaron su apoyo a la fórmula presidencial del FIT. A la adhesión de los dirigentes aceiteros se sumaron la de Carlos “Perro” Santillán, líder de los estatales jujeños; Raquel Blas, secretaria general de los estatales mendocinos; Rubén “Pollo” Sobrero, dirigente ferroviario combativo; Víctor Grossi, secretario general del gremio de la construcción opositor al de Gerardo Martínez; dirigentes de las siderúrgicas Acindar y Aluar; gráficos, papeleros y referentes de los principales gremios del país. Había setecientos dirigentes que se pronunciaban por una alternativa política propia de su clase social.
Durante el encuentro, los trabajadores de la línea 60 denuncian un lockout patronal que impide el servicio. Días atrás, los candidatos del Frente de Izquierda Jorge Altamira y Juan Carlos Giordano, junto a una delegación que incluyó a Néstor Pitrola y Rubén “Pollo” Sobrero, fueron invitados a exponer su plan de Gobierno frente a los dirigentes sindicales de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que engloba a los sindicatos de la rama. La delegación del Frente de Izquierda llevó el reclamo de que se pare en apoyo a la lucha de los trabajadores de la 60. La Unión del Transporte Automotor (UTA) se ausentó oportunamente (también pegó el faltazo el aeronavegante Ricardo Cirielli, repudiado por las bases de los gremios que exigen su renuncia). Pero no solo eso. Durante el debate, Altamira planteó que esas direcciones sindicales eran cómplices de políticas propatronales, que su reelección indefinida crea burocracias y que debían implementar la democracia sindical en sus gremios. Los candidatos del FIT dejaron por escrito constancia de sus posiciones y se retiraron a brindar apoyo físico a los colectiveros en la cabecera de la línea 60 en el barrio de Constitución. Una delegación de esos choferes se dio cita también en el Encuentro Sindical de Izquierda.
La dirigencia sindical mayoritaria apuesta entre unas u otras variables de los candidatos del ajuste. Un sector concentrado, pero que no es menor y que reúne a los representantes de las luchas más importantes del último período, los personeros de la democracia sindical y del clasismo apoyan en estas elecciones la candidatura de Altamira a presidente por el FIT. Los idus de marzo, en su acepción original, planteaban un período de bienaventuranza. La traición de Bruto a Julio César les dio nueva impronta. La votación de los sectores laboriosos en agosto y octubre decidirá si los idus de marzo de los trabajadores son acompañados de vientos de cambio o no.