Reivindicación del voto en blanco

Diego Rojas

Durante estos primeros cinco meses de Mauricio Macri como presidente de la nación ha sido recurrente —por parte de personeros y simpatizantes del kirchnerismo en retirada— el señalamiento de la culpa de la izquierda por estos resultados, ya que debido a que este sector político había llamado a votar en blanco —y no por el supuesto “mal menor” que habría expresado la candidatura sciolista— habría ganado el candidato de Cambiemos. Debe hacerse notar que la proposición dista de la realidad. Sin embargo, la acusación vale también para —vistos estos primeros meses de ajuste del Gobierno nacional y de los replicados en las provincias, incluso (y sobre todo) aquellas gobernadas por los k— realizar una reivindicación política del voto en blanco en aquel ballotage.

Hay una infinidad de hechos que muestran más similitudes que diferencias entre las políticas estratégicas del macrismo y las del kirchnerismo. En primer lugar, hay que señalar que ambas tendencias promovían la devaluación, que es la marca y seña de toda política de este período y es, principalmente, una confiscación de los salarios de los trabajadores en función de medidas de recuperación procapitalista en medio de la crisis económica. De este modo, la devaluación llevada adelante por Alfonso Prat-Gay solamente podría haber sido muy similar a la reclamada y anunciada por los economistas de Daniel Scioli, Mario Blejer o Miguel Bein, además de que fuera saludada luego de realizada por el principal asesor sciolista, Gustavo Marangoni. Más allá de esta información esencial, revisemos algunos episodios que reafirman la caracterización de “ajustadores” que viene bien para macristas o kirchneristas y que fue la causa por la que muchos llamaron a votar en blanco —una buena manera de evitar el voto a los propios verdugos.

El ajuste realizado en las provincias gobernadas por el kirchnerismo nada tiene que envidiar al realizado a nivel nacional por el macrismo. Los docentes de Santiago del Estero realizaron dos meses de huelga debido a la negativa a subir sus salarios por parte del clan Zamora —aquel gobernador de origen radical que se plegó con todas las plumas a las huestes k— y que culmina por estos días con algunos triunfos parciales, luego de movilizaciones históricas para la provincia y también de la represión gubernamental.

Qué decir del ajuste en las tierras de la mismísima Alicia Kirchner, hermana del ex Presidente fallecido y miembro supernumerario del movimiento fundado por aquel. Las medidas contra el salario de los trabajadores estatales, docentes y mineros, acompañadas por el despido de miles de trabajadores de la construcción de las empresas de Lázaro Báez, socio de la ex pareja presidencial, convirtieron a la provincia en un polvorín a punto de estallar. Las organizaciones sindicales y políticas de oposición al kirchnerismo y al radicalismo se unificaron y llevaron el jueves 5 una jornada de protesta que cortó los accesos a la provincia. La protesta contra el ajuste kirchnerista de Alicia se profundiza cada vez más.

Aún más notorio y salvaje es el ajuste llevado adelante por la kirchnerista Rosana Bertone, gobernadora de Tierra del Fuego, que quiere imponer un régimen de baja de salarios, suba de la edad de jubilaciones y despidos —en medio de suspensiones en la industria metalúrgica privada— que provoca una huelga de más de dos meses de docentes y estatales. El último episodio de protesta incluyó escenas de alta violencia, ilegalidad y feroz represión cuando se apresó a dirigentes sindicales de los reclamos en la oscuridad de la madrugada —algo prohibido por el Código Procesal fueguino. Los gremialistas fueron liberados luego de dos días de detención e incomunicación, bajo la advertencia de que no podían acercarse no sólo a los lugares de protesta de sus compañeros de trabajo, sino que debían evitar estar a menos de cien metros de cualquier repartición pública y ni siquiera se les permitió salir de sus hogares después de las diez de la noche, en un sucedáneo de los regímenes de libertad condicional. El viernes 6, una movilización de miles en la noche más austral planteó una vigorosa respuesta del movimiento de los trabajadores contra el ajuste k.

La devaluación, la inflación, las decenas de miles de despidos y, en definitiva, las políticas de ajuste —ataque contra las condiciones de existencia de los sectores laboriosos y populares— forman parte del programa de Gobierno macrista. Se replican allí donde gobiernan los kirchneristas, aunque si se le pregunta a un kirchnerista si está dispuesto a denunciar el ajuste de Alicia Kirchner, su respuesta se irá por las ramas más diversas. El centro de la situación política en el período inmediato se encuentra en la necesidad de imponer una derrota a las clases trabajadoras, que muestran disposición a movilizarse en defensa de sus derechos, para imponer el ajuste nacional macrista como los ajustes provinciales kirchneristas. El voto en blanco demuestra su justeza y plantea la necesidad de la construcción política alternativa para que la crisis no la paguen los trabajadores, sino sus responsables gubernamentales y empresariales, de uno u otro signo.