El sciolismo que no osa decir su nombre

Se ha dicho con frecuencia que el fin del ciclo kirchnerista implica un marcado giro a la derecha y que la llegada al poder de Scioli -o Macri o Massa- aseguran un regreso a la época menemista. Lo cierto es que tal caracterización es fruto de una dramatización que embellece al kirchnerismo y no asimila sus características principales: la “década ganada” es la expresión de una política conservadora que tuvo como objeto principal de su programa la precarización laboral para el beneficio de la clase social gobernante -que no es otra que la que gobernó, con otros ropajes quizás, durante el menemismo. Por lo tanto, el gobierno que asuma el próximo periodo continuará el actual “modelo” con las dosis de ajuste que necesita y lo harán pagar a los sectores populares y laboriosos. De esto se desprende que el sciolismo -que es la expresión política con mayores chances de ganar las elecciones- es también un kirchnerismo.

Tal vez por eso los militantes y simpatizantes del así llamado “modelo nacional y popular” deberían desdramatizar su narrativa de “traiciones” e “intrigas palaciegas” -y deberían dejar de citar burdamente a Nicolás Maquiavelo-, cuando más tarde o más temprano -es decir, Randazzo más, Randazzo menos- iban a terminar votando por el ex motonauta que acompañó con fervor las políticas de Carlos Menem -con el mismo fervor que la acompañaran Néstor Kirchner y Cristina Fernández durante los noventa. El pacto K que lleva a Carlos Zannini -quien, si se consideró a sí mismo un “revolucionario” alguna vez, sumergió su pasado en un cofre bajo siete llaves en lo más hondo del Pacífico- es la expresión del reaseguro en los estamentos del Estado de una camarilla que se aferra al poder y a los recursos estatales.

Un ajuste que ya mismo toma la forma de un pacto: el toma y daca de la lista unificada del kirchnerismo al Ejecutivo mediante la fórmula Scioli-Zannini estipula la connivencia para una salida de pago a los fondos buitre, la pax romana en el ámbito parlamentario durante los primeros cien días de un eventual gobierno de DOS y la libertad de acción a la hora de la designación del equipo económico presidencial. De todos modos, tanto si el ministro fuera el antaño izquierdista Axel Kicillof o el pro establishment Miguel Bein -el preferido del actual gobernador bonaerense- la tarea a llevar a cabo sería la de un ajuste que se descargue sobre los hombros de la clase trabajadora, en particular, y los sectores medios, en general. La confiscación salarial, mediante los techos en las paritarias menores a la inflación, llevada adelante en el último período por Kicillof -erróneamente mentado como “marxista”- es sólo un botón de muestra de lo que se podría venir. El ajuste, paradojal, consistiría en la confiscación nacional para poder pagar al campo financiero internacional -expresado en los fondos buitre- la deuda externa y así obtener entonces financiamiento internacional -más deuda- que permitiría afrontar la quiebra financiera de la Argentina. Debería recordarse que el pago de los BODEN 2015 dejará las reservas nacionales en los niveles más bajos del ciclo K.

Culmina de este modo el periodo más falaz de la historia reciente del país, que provocó que la progresía identificara como propio al gobierno que comenzó su derrotero con una confiscación brutal de los ingresos mediante la devaluación; que generalizó el trabajo precario y la subsistencia mediante los planes y la AUH como unos logros que deberían ser ponderados (y no caracterizados como lo que realmente son: parches que permiten la sobrevida a masas ingentes en todo el territorio nacional, una política de dádivas vergonzosas que deberían ser agradecidas por los súbditos); que entregó al capital internacional recursos nacionales y reservas; que enriqueció a la misma clase social que mantiene hoy todos sus privilegios y que construyó una camarilla aferrada a los fondos estatales como pulgas a sus presas que les permitieron enriquecerse personalmente sin que el rubor llegue a sus mejillas.

Si es cierto que algunos trasnochados caracterizan a la administración K como un “proyecto reformista” sólo se puede deber a la desorientación política o a la indolencia. La continuidad de este Gobierno bien se expresa en el futuro ajuste que intentará realizar Daniel Scioli. Los chicos K -y los grandes K, claro, esos representantes de la progresía ciega- no deberían tener problema en votar al ajustador Scioli, que es ni más ni menos uno de los suyos.

La humillación como una de las Bellas Artes K

“Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dará importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente”. Así describe Thomas de Quincey, con todo el poder del sarcasmo, al acostumbramiento que produce el crimen, a ese inusitado clima de irrealidad debido a que una costumbre falaz se convierte en norma. Tal vez algo así haya pasado por la cabeza de Florencio Randazzo durante los primeros minutos y horas desde que se enteró por medio de la televisión que ya no era más el hombre del kirchnerismo en carrera hacia el puesto presidencial en la disputa electoral de este año. Tal vez -en esos momentos arduos en los que atinó a amenazar con renunciar a su cargo como ministro para luego reunirse con la presidenta Cristina Fernández y el designado candidato a vicepresidente Carlos Zannini y después a retirarse a pensar- Randazzo haya recordado las admoniciones de aquellos que abandonaban el barco del poder K, que repetidamente aludían a un estado de humillación permanente por parte de sus capitanes presidenciales. Y se haya visto reflejado en un espejo. El del acostumbramiento a la humillación que describía De Quincey. Continuar leyendo

Una fauna repetida

Los niños pueden encontrar un placer indecible en la repetición. Se puede observar en la realización incesante de un sonido cuando están formándose en el habla o en la observación de una acción que piden se realice una y otra vez y, más tarde, en la capacidad de solicitar el mismo cuento sin importar que ya les haya sido leído una cantidad de veces cercana al infinito. Es cierto que no les importa conocer de antemano cuál es el final. Quizás se pueda señalar una similitud en cierto sector de la política argentina que insiste una y otra vez en la constitución de proyectos ya probados, repetidos, y culminados en fracasos estrepitosos. Tal es el caso de la coalición Frente Amplio-UNEN, de reciente debut en un teatro de la calle Corrientes.

El experimento remite directamente a la historia de la Alianza, de trágica culminación, no sólo por reaparición de los personajes y partidos que integraron uno y otro frente, sino porque ambas fuerzas se asemejan mucho en su espíritu. Después de la nefasta década menemista, los sectores de la progresía decidieron que había que conformar una coalición lo más amplia posible para evitar la continuidad de aquel peronismo que había arruinado al país. Así las cosas, se unieron los centroizquierdistas del Frente Grande -que ya habían mutado en el Frepaso- con los representantes del centenario partido radical, que finalmente se hizo -elecciones internas mediante- con la candidatura presidencial en la figura de Fernando de La Rúa. En medio de la crisis, esta coalición ganó las elecciones. Pero no sólo no detuvo la crisis, sino que la profundizó -valga recordar que la primera acción de gobierno de la Alianza fue la represión de la Gendarmería en el puente de Corrientes, que valió dos muertos-. Los dos años del gobierno de la Alianza estuvieron signados por la corrupción -producida desde el Ejecutivo mismo para imponer una reforma laboral contra los derechos de la clase trabajadora, conocida popularmente como el “caso Banelco”-; el ajuste -se debe recordar la quita salarial del 13% impuesta por el breve ministro Ricardo López Murphy-; la esterilidad política -marcada por el regreso del menemista Cavallo a la esfera ministerial, que incautó los ahorros bancarios de la clase media- y la represión. Ante las manifestaciones populares contra la gigantesca desocupación, el ajuste, el hambre y el desdichado proyecto político, el entonces presidente De la Rua declaró el Estado de Sitio. Nadie lo acató. Se produjo entonces el Argentinazo: la más grande rebelión de la historia reciente protagonizada por centenares de miles de personas en todo el país unidos bajo la consigna “Que se vayan todos”. (Es necesario señalar también, que desde la oscuridad de la política y de las intendencias se impulsó una política desestabilizante, sin embargo, la genuina irrupción de masas aquellos 19 y 20 de diciembre de 2001 fue el factor central de aquel momento político). De la Rua cayó. Antes de firmar la renuncia e irse de la Casa Rosada en helicóptero, su política represiva costó la vida de 35 manifestantes en toda la nación.

Muchos de los protagonistas de tal tragedia política se reconvirtieron al kirchnerismo, tal es el caso de Nilda Garré, de Juan Manuel Abal Medina, Carlos “Chacho” Álvarez, Eugenio Zaffaroni, Juan Pablo Cafiero, Adriana Puigross, Aníbal Ibarra, entre muchos otros. Una considerable cantidad de aliancistas es parte hoy del Frente Amplio Unen, cuya columna vertebral es el partido radical. FAUNEN es definido, a veces, como la oposición progresista al gobierno K -pese a que, repetimos, la UCR lo integre-, otras veces quisiera ser mencionado como una opción republicana al populismo kirchnerista. Allí estriban desde la incierta Elisa “Lilita” Carrió -quien, a horas de fundada la coalición, admitió que ella no votaría a varios de sus miembros-; el insistente cineasta Fernando “Pino” Solanas; el ex kirchnerista Julio Cobos -que fuera vicepresidente de Cristina Fernández (cuyos partidarios suelen denominarlo con el mote de “traidor”)-; los ex guevaristas y ex kirchneristas de Libres del Sur -cuya figura sobresaliente es Viki Donda, una combativa y joven diputada, hija de desaparecidos y de gran simpatía-, el tradicional boina blanca Ernesto Sanz y el diputado socialista Hermes Binner, de dudoso carisma y de certera política pro sojera en su provincia, Santa Fe. También anidan allí los liberales Martín Lousteau y Alfonso Prat Gay, Margarita Stolbizer del partido GEN y Luis Juez y Norma Morandini, del Frente Cívico de Córdoba, entre otros.

La coalición carece de programa. Por caso, Libres del Sur y Pino Solanas apoyan al chavismo venezolano mientras que Lila -como se la conoce divertida y cariñosamente- y gran parte del frente hubieran votado a Capriles. Viki Donda milita por el derecho al aborto mientras que Carrió lo repele y Hermes Binner plantea que es un asunto “muy complejo” -su falta de definición, debe decirse, avergonzaría a la precursora Alicia Moreau de Justo-. Ernesto Sanz se opuso al paro del 10 de abril, mientras que un sector de Libres del Sur integró sus piquetes. Y así.

Ante el ajuste kirchnerista y su evidente fin de ciclo, cierto sector de la sociedad querría garantizar su reemplazo por fuera de alternativas peronistas y por eso apoya a FAUNEN. En la propia coalición existen sectores que quisieran sellar un acuerdo con el derechista PRO para ampliar su campo de referencia. Sin embargo, ante la crisis económica y política y ante la ortodoxia fondomonetarista de los K, lo menos que se necesita es una alternativa desesperada. Faltan eternidades -de acuerdo a los tiempos políticos de la Argentina- para las elecciones de 2015, pero debe señalarse que la desorientación programática marca el sino de FAUNEN y que su existencia sólo puede caracterizarse por el ánimo de buscar una alternativa desesperada a este gobierno. Quizás sea inapropiado repetir dos frases que sobrevolaron la fundación de FAUNEN en el imaginario de un sector de nuestra sociedad. A riesgo de ello, permítaseme citar a Jorge Luis Borges en su verso: “No los une el amor, sino el espanto”. Y a Carlos Marx en su conocida sentencia: “La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa”. Abusaré del lector al añadir que es pertinente la mención a Marx, ya que será su legado y la acción política de sus seguidores la que pueda definir una alternativa al calamitoso estado de las cosas de esta nación tan querida y tan tremenda..