Capitanich vs la clase trabajadora

En la novela Segunda fundación, uno de los personajes de Isaac Asimov, al explicar el mecanismo del engaño, señala: “Solía decir que sólo una mentira que no estuviera avergonzada de sí misma podía tener éxito”. Tal vez el jefe de gabinete Jorge Milton Capitanich no se haya detenido en este requisito a la hora de pronunciar, en las últimas jornadas, unos brutales ataques a trabajadores empeñados en no perder sus puestos ni sus fuentes de trabajo. Para justificar las suspensiones de todo el personal en la fábrica Lear y las desvinculaciones de doscientos trabajadores -entre los que se cuentan los delegados de la comisión interna-, Capitanich había atribuido el viernes los hechos a la acción del Partido Obrero, al que definió como “el preferido por los capitalistas”.

“Esto tiene que ver con una acción del Partido Obrero, que no es el partido de los trabajadores. El único partido que defiende a los trabajadores es el Partido Justicialista”, había dicho el ex gobernador del Chaco (una de las provincias más pobres del país). Y había agregado: “Lo que hace el Partido Obrero es defender siempre los intereses de la patronal y hostigar el funcionamiento de la economía, El Partido Obrero no es un partido antisistema; es el partido del sistema, el preferido por los capitalistas y por los grandes empresarios“. La suma de incoherencias -una encadenación de mentiras que se avergonzarían de sí mismas- se incrementó el último martes, cuando en su habitual encuentro matutino con el periodismo, Capitanich continuó: “No nos vengan a correr por izquierda. La verdadera izquierda revolucionaria de este país siempre fue el peronismo”. Y en referencia al activismo de izquierda que gravita en el conflicto de Lear, agregó: “Observamos con mucha preocupación que no son solamente idiotas útiles sino que están actuando para destruir el empleo de los argentinos”. Las manifestaciones del jefe de Gabinete no sólo tuvieron el encanto del absurdo, sino que evitaron explicar el rol de una empresa multinacional estadounidense que había decidido vaciar su producción importándola desde plantas centroamericanas -pese a las restricciones a las importaciones que plantea el gobierno argentino- en función de deshacerse de su comisión interna combativa, en complicidad con el sindicato SMATA, dirigido por Ricardo Pignanelli. El citado sindicato acababa de publicar una solicitada en la que se manifestaban cansados del accionar de la izquierda y anunciaba que llamaría a una asamblea para destituir a los delegados combativos. Una vieja tradición de la burocracia sindical que, en el caso de SMATA, fue cómplice en la entrega de trabajadores izquierdistas a los militares para su desaparición durante la dictadura, como se comprobó en el caso de la fábrica Mercedes Benz.

Sin embargo, las declaraciones de Capitanich, por asombrosas que resulten, no logran ocultar el peso de unas acciones patronales hostiles contra sectores de la clase trabajadora que defiende sus derechos. No sólo es síntoma de esta acción empresarial el conflicto en Lear, sino también el de larga data en los talleres ferroviarios Emfer y Tatsa (de difusa propiedad del grupo Cirigliano, que también lo está vaciando) y, más recientemente, el de la gráfica de origen estadounidense Donelley, que el lunes anunció el cierre de su planta, ubicada también en el trazado de la ruta Panamericana. El modus operandi se había repetido tanto en Lear como en Donelley -cuya comisión interna está dirigida por miembros de la lista Bordó, que se referencia en el Partido de los Trabajadores Socialistas, miembro junto al PO e Izquierda Socialista del Frente de Izquierda-: los empresarios habían planteado recursos preventivos de crisis para imponer suspensiones y despidos, que fueron rechazados por los trabajadores y por el ministerio de Trabajo, aunque luego ejercitaron las desvinculaciones, en un caso, y el cierre de la fábrica, en el otro.

Con mucha demora, y cumpliendo varias resoluciones judiciales, el ministerio de Trabajo tuvo que garantizar el reingreso de la despedida comisión interna de Lear durante la mañana del último martes -a pesar de que el viernes mismo la empresa había suspendido a todo el personal-. “El ministerio vino a hacer cumplir la reinstalación y comprobó el lock out patronal con la evidencia de la empresa vacía y nadie trabajando -señaló a este cronista Silvio Fanti, secretario general de la comisión interna-. Cuando termine el periodo de suspensiones, la resolución indica que los delegados tenemos que estar”.

-Capitanich dijo que ustedes eran “idiotas útiles” al servicio de los grupos concentrados, ¿qué opina de esas declaraciones?

-No somos idiotas útiles, encabezamos la defensa de los puestos de trabajo y lo vamos a seguir haciendo. El SMATA debería movilizarse junto a nosotros y no lo hace, ellos sí, en claro servicio a este grupo concentrado. La empresa tiene un plan de expansión, necesita bajar los costos salariales y para eso necesita descabezar una comisión interna que defiende los derechos de los trabajadores. Yo he votado al kirchnerismo y le diría al jefe de Gabinete que si lo que dice es verdadero, que venga con nosotros a defender los puestos de trabajo.

Ante el cierre de la gráfica Donelley, los trabajadores decidieron tomar la empresa. “Los tres turnos de trabajo estamos desde esta mañana cumpliendo la conciliación obligatoria y estamos produciendo, terminando los trabajos que teníamos que terminar -explicó el martes por la mañana a este cronista Eduardo Ayala, delegado de la empresa-. La empresa no apareció y estamos tratando de preservar el trabajo para todos y lo estamos logrando. 

-¿Cuál es la actitud del sindicato?

-El sindicato nos está acompañando.

Donelley había anunciado la suspensión de trabajadores -no el cierre de la empresa- y había comenzado el vaciamiento empresarial tercerizando su producción hacia otras plantas. “En las plantas que dirigimos sindicalmente nos negamos a aceptar el trabajo derivado de Donelley -señala Pablo Viñas, secretario general de AGR-Clarín y miembro de la lista Naranja, ligada al PO-. Sin embargo, pequeños talleres cooperativos cuya dirección legal es la del sindicato estuvieron produciendo ese trabajo que la empresa decidió tercerizar. Ante el cierre de esta gran planta, creemos que es necesario que el sindicato llame al paro de todo el gremio para evitar esta situación”.

La posibilidad de que grandes empresas realicen operativos de despidos y vaciamientos para evitar la acción del sindicalismo combativo fue esbozada por el periodista Ricardo Carpena en su columna sindical del lunes en el diario Clarín. En medio del agravamiento de la crisis económica y el crecimiento de la izquierda en los sindicatos, las graves declaraciones de Capitanich y las amenazas de Pignanelli corroborarían esta teoría. Jorge Altamira, líder del Frente de Izquierda y otro “idiota útil”, según las palabras del jefe de Gabinete, así opinó: “Es palabrerío sin contenido: sólo la izquierda está contribuyendo a desbaratar los planes para despedir trabajadores y cerrar plantas. Capitanich dice que se acuesta muy tarde. Le recomendaría que duerma el tiempo suficiente como para contestar apropiadamente las preguntas de los periodistas y no desvaríos. El que está a las cinco de la mañana defendiendo los puestos de trabajo es el Frente de Izquierda, acción que se replica en el plano legislativo, donde planteamos la prohibición de los despidos y el reparto de las horas de trabajo sin mengua salarial. Estamos avanzando con la CTA de Micheli en la realización de una gran marcha contra los despidos y el impuesto al salario que realizaremos a fin de mes”. La semana que viene la CGT definirá si realiza un tercer paro general contra el gobierno de Cristina Fernández ante la crítica situación que se vive en el campo laboral.

Hace cierto tiempo el kirchnerismo consideraba que, a su izquierda, sólo se encontraba la pared. No sólo miembros del gobierno planteaban esta máxima abiertamente, sino que sus acólitos estaban convencidos de su justeza y de su verdad. Sin embargo, uno de los efectos de la construcción de un relato ajeno a la realidad es que, cuando tal realidad se torna ineludible por la fuerza de los hechos, sólo resta entonces la aceptación o la psicosis. Las indefinibles declaraciones del jefe de gabinete Jorge Milton Capitanich permiten señalarlas como manifestaciones de esta segunda posibilidad. Quizás se trate de una psicosis senil que, en tanto síntoma de un cuerpo político agotado, tan sólo sea una comprobación más del así llamado “fin de ciclo” kirchnerista.

FIT: una política de futuro en las pantanosas aguas del atraso

En las agitadas aguas de la política nacional -atravesadas por la licencia presidencial y la asunción en su reemplazo del cuestionado Amado Boudou-, la noticia sobre la performance del Frente de Izquierda en Salta, representado por el Partido Obrero de esa provincia, confirma la existencia de una tendencia política profunda que anida en una parte importante de la población. Y es un dato que no debería pasar desapercibido en relación a las elecciones que se realizarán el 27 de marzo.

En la capital salteña, las elecciones PASO -que preparan los comicios que renovarán los parlamentos y concejos provinciales- mostraron que los candidatos del PO fueron los que más votos obtuvieron. Claudio del Pla, precandidato a diputado provincial -y que espera renovar su banca- obtuvo 52.085 votos y el 20,71% del favor del electorado. Solamente la conjunción de cinco lemas del Partido Justicialista le permitió superar al PO con el 28,82% de los votos, expresados en 72.466 sufragios, aunque ningún candidato obtuvo más votos que el histórico dirigente trotskista salteño. En la votación a concejales por la ciudad de Salta, la lista encabezada por Arturo Borelli del PO logró 56.627 votos ubicándose en primer puesto, ni siquiera superado por los cinco lemas del PJ. De este modo, si la votación se repitiera en noviembre, obtendría 7 escaños en el Concejo Deliberante local que le permitiría disputar la presidencia del organismo. La precandidata a senadora provincial obtuvo una votación que le permitiría ingresar a la cámara alta salteña. En términos generales, el PJ ganó la elección mediante la suma de todos sus lemas, el PO se ubicó en segundo lugar y el partido Salta Somos Todos, del derechista Alfredo Olmedo (que representa al PRO), fue relegado al tercer lugar. Las cifras consolidan la perspectiva de Pablo López, que se postula como diputado nacional al congreso en las elecciones del 27 de octubre. Tales resultados le otorgan al Frente de Izquierda -a través del PO- la mayor votación que obtenida históricamente por los trotskistas en una elección local.

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Los socios políticos del padre de una víctima del poder

Yo quiero que me saquen muchas fotos, que me filmen y que lo pongan en todos los medios y que la senadora Rojkés salga a decir que estoy con mis socios políticos. ¡Sí, señora! Estoy con mis socios políticos, porque mis socios políticos son gente de verdad, gente honesta, gente de bien, no como los socios que tienen ellos: narcotraficantes, homicidas, ladrones, corruptos… Orgullo me da tenerlos a ustedes, que son mis hermanos de lucha, que desde el 26 de febrero de 2006 vienen caminando las calles con la foto de Paulina”. Con estas palabras intervenía el martes 6 de agosto Alberto Lebbos en el acto de cierre del Frente de Izquierda de Tucumán. Lebbos es un hombre que busca justicia por el asesinato de su hija Paulina, ocurrido en 2006.

El domingo en su programa Periodismo para Todos, el periodista Jorge Lanata recorrió el caso de Paulina, una mujer de 23 años cuyo cadáver fue hallado trece días después de su desaparición ocurrida el 26 de febrero de 2006. Aquella tarde comenzaba una trama siniestra -que hoy continúa- de ocultamiento y protección de los homicidas, que se sospecha forman parte de esa casta conocida como “los hijos del poder” tucumano. De los “hijos del poder” de la provincia que gobierna como si fuera un feudo, José Alperovich, quien es conocido por el mote de “El Zar”. Su mujer es la presidenta de la Cámara de Senadores, Beatriz Rojkés de Alperovich, tercera en la sucesión presidencial y presidenta del Partido Justicialista tucumano. Luego del programa de Lanata, Rojkés salió a denunciar a Alberto Lebbos por haber armado “una operación política” que beneficiaria a sus socios. El último martes Lebbos los presentó: se trata de aquellos que lo acompañaron desde la primera movilización que demandaba que se esclareciera el crimen de su hija.

Los hechos son los siguientes. Paulina Lebbos fue a bailar con unos amigos al boliche “Gitana”, en la capital tucumana. Luego de separarse aquella madrugada de febrero de 2006, no se la volvió a ver con vida. El 11 de marzo dos hermanos que iban a su trabajo rural montados en sus caballos descubrieron el cadáver entre las malezas al costado de una ruta. Lo denunciaron a la policía, que los obligó a mentir para ocultar su propia no sólo ineficacia, sino deliberada acción para demorar el hallazgo de ese cuerpo. Debido al dudoso accionar policial, existe una causa judicial que investiga a los oficiales a cargo del operativo. Todos ellos fueron ascendidos por el gobierno de Alperovich.

Los fiscales a cargo de la investigación de la muerte de Paulina sólo entorpecieron la causa. El primer fiscal Carlos Noguera tuvo que renunciar al expediente luego de que la prensa lo fotografiara saliendo del domicilio particular de José Alperovich. Su reemplazante Carlos Ramón Albaca sólo puso piedras en el camino de la justicia. Es decir: no permitió que el querellante Alberto Lebbos tuviera acceso al expediente durante siete años, durante siete años no envió las muestras de ADN encontradas en el cadáver de Paulina para que sean analizadas, en siete años no realizó ningún careo ni llamó a testificar a personas que se acercaron a la fiscalía a aportar pruebas y no profundizó -según consta en el informe realizado por el delegado del Programa Nacional de Lucha contra la Impunidad (PRONALCI), Bernardo Lobo Bugeau- ninguna de las hipótesis del homicidio. Finalmente, Albaca también fue separado de la investigación. ¿Qué buscaban proteger?

Varias de las hipótesis apuntan a los “hijos del poder” tucumano y una de ellas involucra directamente a “un hijo de Alperovich y otro hijo de Kaleñuk”, según relató un testigo. Se refería a uno de los hijos del gobernador y al hijo de Alberto Kaleñuk, secretario privado de Alperovich. Según esta hipótesis, Paulina habría muerto en una fiesta, escondido su cadáver en un freezer y tirado luego de días su cadáver al costado de la ruta. La casa de fin de semana donde se habría llevado a cabo la fiesta fatal fue desmantelada ladrillo por ladrillo a fines de 2006. Hoy sólo quedan los cimientos. Una obra maestra de la demolición de cualquier posibilidad de encontrar los rastros del crimen.

¿Son esos “hijos del poder” tucumano los culpables del asesinato de Paulina Lebbos? Lo deberá investigar el fiscal Diego López Ávila, recientemente designado al frente de la causa judicial. Deberá enfrentar lo que el delegado del PRONALCI describió así: “Estamos en presencia de otras fuerzas y de otros poderes, muy distintos de los que confluyen azarosamente en un hecho, tornándolo a este confuso e impenetrable; y es claro que la acción de la justicia ha sido reprimida y censurada, una vez más, en orden a otros intereses y otros valores que esgrimen y hacen valer quienes tienen poder real”.

Durante estos siete años sólo la izquierda acompañó movilización tras movilización a Alberto Lebbos. La senadora Rojkés denunció a los “socios políticos” del padre de Paulina tratando de que se los identifique, quizás, con Lanata, con Magnetto, con aquella oposición destituyente a la que acusa ante cada agachada el oficialismo. Sin embargo, sólo la izquierda acompañó a Lebbos en su lucha contra la impunidad todos estos largos años.

“Es un orgullo enorme que me inviten al acto del Partido Obrero, del Frente de Izquierda, porque es un acto de la gente, de la juventud que lucha por la verdad, por justicia, que no claudican jamás”, dijo Lebbos en el acto del martes. Esta columna cumple con el deseo de Lebbos -expresado en el primer párrafo- de difundir la identidad de sus verdaderos socios políticos en la lucha contra la impunidad.