FIT: una política de futuro en las pantanosas aguas del atraso

Diego Rojas

En las agitadas aguas de la política nacional -atravesadas por la licencia presidencial y la asunción en su reemplazo del cuestionado Amado Boudou-, la noticia sobre la performance del Frente de Izquierda en Salta, representado por el Partido Obrero de esa provincia, confirma la existencia de una tendencia política profunda que anida en una parte importante de la población. Y es un dato que no debería pasar desapercibido en relación a las elecciones que se realizarán el 27 de marzo.

En la capital salteña, las elecciones PASO -que preparan los comicios que renovarán los parlamentos y concejos provinciales- mostraron que los candidatos del PO fueron los que más votos obtuvieron. Claudio del Pla, precandidato a diputado provincial -y que espera renovar su banca- obtuvo 52.085 votos y el 20,71% del favor del electorado. Solamente la conjunción de cinco lemas del Partido Justicialista le permitió superar al PO con el 28,82% de los votos, expresados en 72.466 sufragios, aunque ningún candidato obtuvo más votos que el histórico dirigente trotskista salteño. En la votación a concejales por la ciudad de Salta, la lista encabezada por Arturo Borelli del PO logró 56.627 votos ubicándose en primer puesto, ni siquiera superado por los cinco lemas del PJ. De este modo, si la votación se repitiera en noviembre, obtendría 7 escaños en el Concejo Deliberante local que le permitiría disputar la presidencia del organismo. La precandidata a senadora provincial obtuvo una votación que le permitiría ingresar a la cámara alta salteña. En términos generales, el PJ ganó la elección mediante la suma de todos sus lemas, el PO se ubicó en segundo lugar y el partido Salta Somos Todos, del derechista Alfredo Olmedo (que representa al PRO), fue relegado al tercer lugar. Las cifras consolidan la perspectiva de Pablo López, que se postula como diputado nacional al congreso en las elecciones del 27 de octubre. Tales resultados le otorgan al Frente de Izquierda -a través del PO- la mayor votación que obtenida históricamente por los trotskistas en una elección local.

Las elecciones salteñas muestran las contradicciones que arrastra la Argentina y cómo podrían ser resueltas. La “teoría del desarrollo desigual y combinado” explica que, en esta etapa del capitalismo, las naciones “atrasadas” o “semicoloniales” experimentan la presencia simultánea de fenómenos del tipo más contemporáneo con expresiones de un atraso perteneciente a un pasado que intenta perdurar. De esta manera en Nepal, por ejemplo, conviven los modernos aviones que aterrizan en las alturas del aeropuerto de Katmandú con formas feudales de explotación de la tierra. Así, en Salta se conjugan la perdurabilidad de las familias oligárquicas gobernantes (a una de las cuales pertenece el gobernador Juan Manuel Urtubey, miembro activo del Opus Dei) con diputados del trotskismo o se mantiene la tensión entre una política clerical en educación (la hora de religión católica es obligatoria en las primarias y la educación sexual es tabú en esta provincia) con las propuestas de avanzada del Partido Obrero. Coexisten la tendencia a la concentración, los negocios y el ajuste que manifiesta el Partido Justicialista local con una propuesta de superación del orden histórico actual mediante una transformación social profunda que plantea el Frente de Izquierda. La votación en Salta demuestra que es posible que, en la hora del declive kirchnerista, el recambio no implique el regreso de la oposición que ya ha gobernado -la oposición de derecha- sino que es posible que una expresión transformadora marque un camino.

No se trata de optimismo vacío frente a un fenómeno aislado. Los resultados que obtuvo el Frente de Izquierda en agosto sorprendieron hasta a sus propios dirigentes, hecho que demuestra que ese giro a la izquierda (que convirtió a la alianza trotskista en la cuarta fuerza a nivel nacional y cercana a obtener un millón de votos) implica una tendencia social relevante. Las encuestas reafirman esta tendencia. A la votación en Salta hay que agregarle un crecimiento sorprendente del Frente de Izquierda en Mendoza, donde Nicolás del Caño aspira a ser diputado nacional y las encuestas le otorgan el segundo puesto con el 15% de intención de votos. En Córdoba se indica que Liliana Olivero ingresaría en la Cámara Alta, así como lo podría hacer Néstor Pitrola en la provincia de Buenos Aires si repite la performance de agosto y Jorge Altamira en la ciudad de Buenos Aires si logra extender la intención de votos unos pocos miles de voluntades más (en la ciudad de Buenos Aires, la izquierda tiene una intención de voto que se acerca al 10% si se juntan las perspectivas de Luis Zamora y del Frente de Izquierda). De este modo, es posible que una bancada de la izquierda socialista se corporice a partir de diciembre en el parlamento nacional, a la vez que se esperan que ingresen diputados provinciales en Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Córdoba, Formosa, Chaco, Mendoza, Buenos Aires y concejales en algunos distritos de esta última provincia.

Estigmatizados por una ideología que sería foránea y rodeados de un discurso político que invalida las posturas revolucionarias por perimidas, los trotskistas argentinos aguardan con expectativas -y con militancia- las elecciones del 27 de octubre. En la Argentina del desarrollo desigual y combinado, el Frente de Izquierda permitiría estructurar una fuerza que señale una perspectiva de futuro.