Los tres relatos del ajuste y la izquierda

En Rashomon, el clásico de Akira Kurosawa, cuatro personajes dan sus versiones acerca de un asesinato. Todos los relatos difieren entre sí, aunque todos se refieren a un mismo hecho. En ese sentido, se podría decir que los principales candidatos para las elecciones de este domingo son unos candidatos rashomon: los tres (Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa) estructuran discursos diferentes para un hecho político que los unifica: el ajuste y la devaluación.

Hay quienes lo plantean más abiertamente, otros lo intentan ocultar —aunque en reuniones empresariales, el seminario de Idea, por ejemplo, lo admitan sin tapujos.

Como Scioli, el nuevo ídolo de los antiguos cristinistas de paladar negro. Si hacía unos pocos meses Scioli representaba a los intereses de la Embajada y el magnettismo, hoy es un supuesto exponente de lo nacional y popular que designa como futura ministra de Economía a Silvina Batakis —su muestra más concreta y profunda de progresismo es que va a alentar a su equipo a la cancha sola. Los kirchneristas quisieran ver a Scioli como parte de su fantasía de “patria latinoamericana” que habría sido fundada con los actuales presidentes del continente y celebran por ello su reunión con Dilma Rousseff, presidente de Brasil. Sin embargo, ese espejo es, tal vez, el más realista y el que los termine de despertar del relato somnífero K. Rousseff postuló como caballito de batalla de su campaña que debía ser votada porque si no era así, llegaría el ajuste realizado por la derecha. Sin embargo, el ajuste lo puso en marcha el oficialismo dirigido por Rousseff. “Devaluación, caída de los ingresos de la población, contracción del nivel de actividad, aumento del desempleo, deterioro de las cuentas fiscales y ahora también una rebaja en la calificación de riesgo crediticio. Brasil atraviesa una grave crisis económica cuyas derivaciones últimas resultan difíciles de prever”. Esta descripción no fue realizada por sectores destituyentes que atacan al “Gobierno popular” del vecino país, sino que se trata de un análisis económico publicado el último domingo en Página 12.

Miguel Bein, ministro de Economía “en las sombras” de Scioli, anunció una devaluación y un acuerdo con los fondos buitre —tal como había planteado el “presidente” de la liga de gobernadores, el ultramontano Juan Manuel Urtubey. Batakis, ministra del antiguo “clarinista” Scioli desde hace años, es la gran esperanza blanca de los cristinistas, cuando en realidad será el foquito de luz a cambiar cuando se decida el apagón de la devaluación. No sufrirán los actuales camporistas: su camaleónica capacidad de adaptación a las circunstancias los convertirá en los más férreos defensores del ajuste si llegara a ganar el antiguo motonauta acompañado por el ex —hace tanto tiempo ya— maoísta Carlos Zannini, más parecido en todo caso a Deng Xiaoping. Continuar leyendo

La elección de la izquierda y su interna

Una de las sorpresas de las elecciones PASO fue que el Frente de Izquierda (FIT) -al cerrar estas líneas- empataba con Progresistas, que postula a Margarita Stolbizer, en la pelea por ser la cuarta fuerza nacional. (Debe señalarse, sin embargo, que varias de las afirmaciones que se realizan en este intento apresurado de balance tienen un carácter provisorio, ya que los datos de la estratégica provincia de Buenos Aires tardaban asombrosamente en ser cargados). Tanto al convertirse el FIT en la cuarta fuerza como no, estaríamos en presencia de un fenómeno que confirma el ascenso de la izquierda en la Argentina. La otra sorpresa, es que el candidato Nicolás del Caño estaría ganando el comicio interno a Jorge Altamira y sería el candidato a la presidencia del FIT en octubre.

Las elecciones para cargos ejecutivos suelen ser más “conservadoras” por parte de los votantes, ya que se trata de elegir, según el imaginario social, a quienes se encargarán de la administración práctica del gobierno. El cuerpo social actúa de manera diferente que en las elecciones legislativas, en las que la intención de control de los gobernantes, por ejemplo, podría llevar a decisiones electorales más audaces. En esta elección, las fuerzas de la así llamada “izquierda anticapitalista y revolucionaria”, agrupadas en una coalición, crecieron un cincuenta por ciento respecto de las PASO de 2011 y, en ciertos distritos, como en la ciudad de Buenos Aires, superaron la votación de las PASO de 2013 (que tuvieron ese carácter menos condicionado).

Los resultados generales ubican al FIT como uno de los sectores que podría incrementar su bancada parlamentaria -en las legislaturas nacionales, provinciales y concejos deliberantes- si mejora esta elección en la ciudad de Buenos Aires, en provincia de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Un crecimiento que parece muy probable ya que el resto de la izquierda no participará de las elecciones de octubre. La presunta atomización de la izquierda fue desmentida con esta votación, ya que el resto de la izquierda que gusta de llamarse clasista obtuvo votaciones marginales y no superó el piso del 1,5%. Salvo el extraño caso de Luis Zamora en la ciudad de Buenos Aires, un candidato al que se identifica como de izquierda -a pesar de que Zamora mismo sea reacio a definirse de ese modo- y que apunta a cierto voto protesta, a ciertos límites “democratizantes” o a la pulsión del mito. Salvo esta figura -que presentó lista corta a diputados en CABA solamente- se puede afirmar que la inmensa mayoría del voto de izquierda se concentró en el FIT.

El término “democratizante” se refiere a cierta adaptación de organizaciones que se reclaman de izquierda al estado actual de las cosas, a la matriz estratégica del régimen de gobierno imperante. Esta cualidad se distingue de aquella que ostentan los grupos políticos llamados “revolucionarios”, los cuales plantean la superación del régimen del capital mendiante su sustitución por un gobierno de los trabajadores. Zamora adquirió el halo que prodiga el mito cuando, en medio de la crisis de 2001, se presentó como un reformador honesto, que prometía cambiarlo todo en una confluencia de asambleísmo horizontalista sin dirección política -con dejos de Holloway, Negri y la guerrilla zapatista- con un trabajo personalista en las instituciones legislativas del Estado. El peso del mito produce que se recuerde el halo y no el fracaso rotundo de esa experiencia, cuando los nueve legisladores porteños que se sumaron a la legislatura de la mano de Zamora en 2003 estallaron en un tendal de minibloques personales al poco tiempo de estrenar sus curules. El prestigio de Zamora aparece intacto, no ya para una experiencia revolucionaria como la que reivindicó en los años ochenta, sino para el mejoramiento del régimen democrático basado en el romántico proyecto de pensarlo todo de nuevo.

La perduración del ascenso del FIT se produjo a la par de la primera interna que enfrentaba a los partidos que lo componen. De un lado se encontraba la Lista Unidad, que postulaba a Jorge Altamira a la presidencia y a Juan Carlos Giordano a la vicepresidencia; del otro la lista Renovar y Fortalecer, que postulaba a Nicolás del Caño y Myriam Bregman, respectivamente. La victoria de Del Caño fue una sorpresa, ya que el PTS, partido que sostenía tal candidatura, no sólo no tiene militancia en varias provincias donde ganó, sino que su influencia política y organizativa es menor que la de sus contendientes -en particular el Partido Obrero, que es reconocida como la fuerza más importante de la izquierda argentina.

La campaña de Del Caño se basó en la “necesidad de renovar” el FIT, en la consigna de que los diputados “ganen como un maestro” y en el señalamiento de la juventud de Del Caño frente a Altamira. Las consignas podrían ser llamadas “democratizantes”, en el sentido antes explicado. Como muestra, valga señalar que el legislador Gustavo Vera, quien además de ser un impulsor de las denuncias de trata y narcotráfico es un hombre ligado al Vaticano y a los sectores sindicales del moyanismo, hace gala de que dona el excedente de su salario legislativo al de su sueldo como docente a diferentes instituciones y ONGs. Esa consigna le valió que se lo tildara como “el último romántico”, mote que Del Caño aceptó cuando el noticiero Telenoche lo presentó así. Se podría bucear en las estrategias del partido Podemos de España para encontrar las similitudes con la consigna a secas de “renovación” -se debe recordar que el FIT tiene 4 años-, que tienen parecido también con planteos limitados políticamente: la renovación porque sí es una consigna dirigida a un sector atrasado de la sociedad en su conciencia, aunque pueda tener simpatías por la izquierda. La “renovación” así planteada se opone a la idea socialista de un partido caudillo de los cambios revolucionarios. Las consignas principales de la campaña de Del Caño buscaban apelar a esa franja poblacional que se podía entusiasmar sin cuestionar al régimen imperante por las candidaturas.

Por el contrario, la lista Unidad tuvo como eje denunciar el ajuste por venir, la devaluación, los tarifazos y el trabajo precario, y planteó que la crisis la debían pagar los capitalistas. Para ello planteó que el FIT debía avanzar hacia un polo que agrupe a los luchadores bajo el programa de un gobierno de los trabajadores.

El triunfo de Del Caño podría atribuirse, entonces, a que la tendencia al giro a la izquierda de cierto sector de la sociedad entroncó con los planteos democratizantes de la campaña de su lista, que llegaron incluso a provincias sin trabajo militante del PTS mediante su política de comunicación. Su planteo encontró simpatía en capas poblacionales que pueden adherir a la izquierda, pero no a sus planteos más de avanzada. Este hecho señala, también, cierto estado de conciencia de este sector social, que encuentra comodidad en un discurso “democrático” y no en uno “revolucionario”, por el momento.

La postulación de Del Caño había sido difundida mediante una potente campaña de comunicación que no sólo aprovechó los espacios gratuitos de televisión, sino que también usó de manera notable las redes sociales como medio para esparcir sus consignas -debe destacarse, del lado de la lista Unidad, que los spots realizados por el grupo Plaza Miserere (el de la nave de La Guerra de las Galaxias, la animación de Los Tres Chiflados o el tarantinesco spot a favor de Pitrola en la provincia) merecerían ganar premios a la comunicación política del más alto nivel. De cualquier forma, el aspecto comunicacional de la lista de Del Caño fue superior.

La lista Unidad se equivocó al negarse a realizar un debate público y masivo con el sector de Del Caño. Su negativa se explicaba en la necesidad de no enfrentarse con los socios de la coalición y destinar esos esfuerzos al enfrentamiento con los candidatos tradicionales. Sin embargo, la disputa entre esos socios era perceptible, y eso no afectó, como se vio al principio de este balance provisorio, la performance de la alianza. La clarificación de las dos posiciones políticas, de raigambre profunda, tal vez podría haber sido beneficiosa para afianzar uno u otro carácter del FIT. El candidato a presidente de la coalición sería Del Caño, mientras que la lista Unidad encabezará tres de los cuatro distritos que tienen posibilidades de consagrar diputados nacionales. Este es el marco en el cual el FIT deberá afrontar el camino promisorio de las elecciones de octubre.

¿Qué PASO en la izquierda?

El Frente de Izquierda nació en oposición a las elecciones PASO, instauradas a partir de la última ley electoral y que imponen un sistema de internas abiertas en todos los partidos, a la vez que un piso poscriptivo que debe ser superado para poder tener un lugar en las elecciones generales.

A partir de la denuncia de este sistema electoral -ya que, para la izquierda, planteaba una injerencia del Estado en la vida interna de los partidos, a la vez que una proscripción antidemocrática- los partidos que componen actualmente el FIT se dieron a la exploración de una alianza que desarollara un programa común que, a la vez, les permitiera ir unidos a las elecciones de modo tal de aunar fuerzas en pos de la superación del piso de las primarias. Continuar leyendo

La izquierda ante la primera elección del año

Para que un fenómeno pueda ser considerado como tal es necesario que se demuestre su consolidación, es decir, que supere un mero carácter azaroso, aleatorio o de hecho extraordinario y reversible. Quizás las elecciones del domingo en Mendoza -las primeras de un profuso año electoral con elecciones locales, provinciales y que concluirá con las presidenciales- marquen una tendencia a la consolidación del ascenso de la izquierda.

La capital de la provincia mendocina fue el escenario de la primera contienda electoral de las PASO para determinar las candidaturas a intendente y concejales locales. El radicalismo presentó un frente que incluyó a la UCR,;al Partido Socialista; al PRO, de Mauricio Macri; al Frente Renovador, de Sergio Massa y hasta a Libres del Sur, de Humberto Tumini -una organización que proviene del guevarismo y que justifica estos frentes en función de un combate a “la derecha”, aunque en esta oportunidad compartió listas con el PRO-. El frente oficialista liderado por la UCR presentó cuatro listas que dirimirían el candidato para las elecciones generales de abril. Continuar leyendo

La izquierda en su laberinto

Quizás la izquierda política no haya tenido la posibilidad de insertarse en la sociedad argentina, tanto como hoy, desde hacía décadas y décadas y décadas. En nuestro país, el peronismo se configuró como  el standard al que debían aspirar los trabajadores: es decir, como un espacio de conciliación entre los empresarios y los sectores laboriosos para propender al avance nacional. Una propuesta que evade la realidad de los mecanismos de la explotación capitalista y de diferencias de clase estratégicas. Los momentos de excepción política permiten que la izquierda corra los velos ideológicos que hacen naturalizar tal sistema de cosas. Entonces sucede que las propuestas políticas de transformación social obtienen un público receptor más amable, más dispuesto a pensar en que los socialistas podrían configurar una opción frente al estado imperante. Continuar leyendo

Pronóstico: viraje de la clase obrera del peronismo a la izquierda revolucionaria

Si se compilaran los nombres de los sitios en los que se realizaron actos emblemáticos de la política argentina, además de la Plaza de Mayo, seguramente el estadio Luna Park se encontraría entre esos lugares por los que pasó la Historia. El sábado 8 de noviembre se produjo otro de esos acontecimientos relevantes en tal escenario: se hizo allí el Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda. Las instalaciones del “Palacio del Deporte”, ubicado en la calle Corrientes y el bajo, se poblaron de banderas rojas y de consignas socialistas. Se trató de un hecho emblemático y también inédito. En esta mitad de la segunda década del siglo XXI miles de voces gritaron: “Luchar, vencer, obreros al poder”. Muchos de los protagonistas de una actualidad sindical en la que la izquierda resulta insoslayable habían decidido plantear un salto de su actividad gremial hacia objetivos estratégicos, transformadores.  Continuar leyendo

El regreso de las patotas del SMATA

Volvieron con todo. Los grupos de matones organizados por las burocracias que dirigen los sindicatos regresaron a la acción, luego de un par de años de mantenerse en las sombras, agazapadas. Las patotas gremiales permanecieron más o menos escondidas desde que una de ellas, cuyos integrantes pertenecían a la Unión Ferroviaria, atacara a los tiros a una manifestación de trabajadores tercerizados y dejara tirado el cuerpo muerto del militante del Partido Obrero, Mariano Ferreyra, que contaba entonces con 23 años de existencia, sobre una calle del barrio de Barracas. Hoy están de vuelta

Este miércoles atacaron físicamente a los delegados de la empresa Lear. “Desde que la empresa nos tuvo que reincorporar haciendo caso a la justicia, nos mantiene en un lugar de trabajo alejado de nuestros compañeros -explica el representante gremial Daniel Farías-. Hoy a las siete y media de la mañana vino hasta ese lugar un grupo de alrededor de cuarenta personas, que son los militantes de la Verde en la fábrica y que son licenciados por la compañía para realizar este hostigamiento. Empezaron a gritarnos, tenían vuvuzuelas. Uno de ellos le arrebató el celular al delegado Silvio Fanti, que estaba filmando la agresión, entonces salimos del cubículo donde nos destinaron para intentar recuperarlo. Entonces se pusieron más violentos, como se puede ver en la filmación que pude realizar. Nos sacaron de la planta a los golpes, gritos y empujones”.

-¿No hubo reacciones por parte de los otros trabajadores?

-La situación es muy difícil. Esta patota hostiliza permanentemente, no es la primera vez que nos hostiga. Hay mucho miedo. El otro día un trabajador puso en su Facebook: “¿Cómo es posible que la empresa trate así a los delegados que nosotros mismos elegimos hace unos meses?”. Al día siguiente, estos patoteros lo fueron a increpar y reprochar por haber escrito eso. Hay un clima de constante miedo.

El video, que fue dado a conocer por el sitio Izquierda Diario, es elocuente. “Váyanse porque los van a matar, loco”, se escucha entre las imágenes de la agresión.

El lunes 8 un grupo de militantes del Partido Obrero se dirigió a la puerta de la fábrica Honda en Florencio Varela para repartir un volante a sus trabajadores. “Fuimos alrededor de 9 militantes, una cantidad considerable ya que debido a las declaraciones del secretario general del SMATA, Ricardo Pignanelli, y al clima enrarecido debemos cuidar la integridad física de nuestros compañeros -cuenta Daniel Orieta-. Empezamos la actividad a antes de las 14:55, que es cuando se da el cambio de turno, cuando salieron 20 tipos con las remeras del sindicato a decirnos que nos fuéramos de allí, decían: ‘Acá nadie les va a recibir un volante’, ‘Acá no hay zurdos ni los va a haber’. La seguridad nos dijo que nos fuéramos o nos iba a hacer arrestar por la policía. Vinieron tres patrulleros que en lugar de increpar a los patoteros, nos vinieron a pedir documentos a nosotros. Nos tuvimos que retirar de la puerta de Honda”. Las imágenes de este video también son elocuentes.

La teoría indica que la Cámara de Diputados es la representación del pueblo de la nación y que en su seno se desenvuelve un mapa condensado de la sociedad. A veces esto es cierto. Un par de horas después de que la patota agrediera físicamente a los delegados en Lear, un grupo de batatas del SMATA se hizo presente en el Congreso y desde las barras empezaron a interrumpir el discurso del diputado del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño, con gritos e insultos. El presidente de la Cámara, Julián Domínguez, los recriminó suavemente, pero no cesaban en su agresión. Las patotas del SMATA habían llegado al Congreso nacional, invitadas por el bloque del Frente para la Victoria.

Un clima enrarecido estimulado por la dirección del gremio metalmecánico se vive en fábricas automovilísticas argentinas. El macartismo y la agresión se convirtieron en una línea generalizada del oficialismo sindical verde desde que las expresiones del clasismo comenzaran a mostrar un ostensible crecimiento en esos núcleos laborales. Un clima de agresión similar se vivía en el periodo anterior al asesinato de Mariano Ferreyra en el gremio ferroviario, donde se había decretado que había que combatir al enemigo interno con los métodos que fuera necesario. Este enrarecido clima actual es propiciado por el Gobierno, que no duda en usar la represión contra la protesta social impulsada por la izquierda, como muestra el accionar de la Gendarmería de Sergio Berni en las protestas de Lear en la Panamericana. La historia argentina reciente es taxativa en las consecuencias que producen estos hechos. Es necesario que acaban para que no se derive de ellos otra tragedia nacional.

FIT: una política de futuro en las pantanosas aguas del atraso

En las agitadas aguas de la política nacional -atravesadas por la licencia presidencial y la asunción en su reemplazo del cuestionado Amado Boudou-, la noticia sobre la performance del Frente de Izquierda en Salta, representado por el Partido Obrero de esa provincia, confirma la existencia de una tendencia política profunda que anida en una parte importante de la población. Y es un dato que no debería pasar desapercibido en relación a las elecciones que se realizarán el 27 de marzo.

En la capital salteña, las elecciones PASO -que preparan los comicios que renovarán los parlamentos y concejos provinciales- mostraron que los candidatos del PO fueron los que más votos obtuvieron. Claudio del Pla, precandidato a diputado provincial -y que espera renovar su banca- obtuvo 52.085 votos y el 20,71% del favor del electorado. Solamente la conjunción de cinco lemas del Partido Justicialista le permitió superar al PO con el 28,82% de los votos, expresados en 72.466 sufragios, aunque ningún candidato obtuvo más votos que el histórico dirigente trotskista salteño. En la votación a concejales por la ciudad de Salta, la lista encabezada por Arturo Borelli del PO logró 56.627 votos ubicándose en primer puesto, ni siquiera superado por los cinco lemas del PJ. De este modo, si la votación se repitiera en noviembre, obtendría 7 escaños en el Concejo Deliberante local que le permitiría disputar la presidencia del organismo. La precandidata a senadora provincial obtuvo una votación que le permitiría ingresar a la cámara alta salteña. En términos generales, el PJ ganó la elección mediante la suma de todos sus lemas, el PO se ubicó en segundo lugar y el partido Salta Somos Todos, del derechista Alfredo Olmedo (que representa al PRO), fue relegado al tercer lugar. Las cifras consolidan la perspectiva de Pablo López, que se postula como diputado nacional al congreso en las elecciones del 27 de octubre. Tales resultados le otorgan al Frente de Izquierda -a través del PO- la mayor votación que obtenida históricamente por los trotskistas en una elección local.

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