Por: Diego Rojas
Quizás la izquierda política no haya tenido la posibilidad de insertarse en la sociedad argentina, tanto como hoy, desde hacía décadas y décadas y décadas. En nuestro país, el peronismo se configuró como el standard al que debían aspirar los trabajadores: es decir, como un espacio de conciliación entre los empresarios y los sectores laboriosos para propender al avance nacional. Una propuesta que evade la realidad de los mecanismos de la explotación capitalista y de diferencias de clase estratégicas. Los momentos de excepción política permiten que la izquierda corra los velos ideológicos que hacen naturalizar tal sistema de cosas. Entonces sucede que las propuestas políticas de transformación social obtienen un público receptor más amable, más dispuesto a pensar en que los socialistas podrían configurar una opción frente al estado imperante.
El año 2013 marcó un hito para este sector político. La izquierda socialista -o como se denomina a sí misma, revolucionaria- se presentó las elecciones como una coalición llamada Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) en las elecciones legislativas y logró ingresar diputados en varias provincias, a la vez que se conformó una bancada parlamentaria nacional compuesta por Néstor Pitrola -por Buenos Aires-, Pablo López -por Salta, donde en su capital se venció a las dos ramas del peronismo- y Nicolás del Caño -por Mendoza-. Los tres diputados expresaron el ingreso del trotskismo como fuerza política en el parlamento.
¿Qué perspectivas les abre la nueva situación del fin de ciclo kirchnerista y las elecciones generales del próximo año? Si bien los acontecimientos políticos seguramente se nutrirán de más eventos que permitan una caracterización más precisa, se pueden señalar algunos factores que ya funcionan de por sí.
La centroizquierda asiste a su hundimiento. El Frente Amplio UNEN es hoy un espacio en medio del desgarro. La alianza entre el sector comandado por Elisa Carrió, el radicalismo, los socialistas de Hermes Binner y los izquierdizantes de Libres del Sur de Viki Donda y Humberto Tumini se ha roto y discuten acerca de cuáles de sus fracciones irá en una alianza con Macri y cuáles intentarán recrear, una vez más, un espacio de centro izquierda, esta vez, luego del fracaso. Un sector importante de esa coalición en declive votará a la izquierda.
El kirchnerismo como tal está en retirada. La fracción política que gobernó el país durante la última década concluye su ciclo y es en ese marco en el que se encolumnará -en la versión más probable, aunque todavía no definitiva- detrás del gobernador Daniel Scioli, un hombre surgido del riñón mismo del menemismo, figura de la derecha local y que es repudiado por vastos sectores de quienes dicen haber construido con el kirchnerismo una “nueva” forma del modelo nacional y popular. Amplios sectores del kirchnerismo que se niegan a votar a un personero de la derecha inclinará su voto hacia la izquierda. Este es el factor principal.
Sin embargo, la izquierda todavía no define sus posiciones y hasta expone abiertamente sus internas. Sectores minoritarios aguardan el fin de la crisis de UNEN para ver cómo se integran a un rearmado centroizquierdista. Estos están compuestos por el MST, el maoísta PCR o los chavistas (y veladamente filokirchneristas) de Patria Grande. Otro intenta integrarse al Frente de Izquierda, como el compuesto por el MAS, un partido que realizó un acto de alrededor de 800 personas este sábado en Callao y Corrientes. Sin embargo, el problema principal son las definiciones -o falta de definiciones- dentro del Frente de Izquierda.
El Frente de Izquierda, la fuerza trotskista que recepcionó un millón trescientos mil votos, atraviesa una polémica en su interior. El sector del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) -que realizó este sábado un acto al que asistieron más de 3500 personas en una calurosa jornada en el microestadio de Argentinos Juniors- postuló precandidaturas para los cargos principales, incluso el presidencial, afirmando que de no consensuarse debían resolverse en las internas PASO. Los otros sectores del Frente de Izquierda -el mayoritario Partido Obrero e Izquierda Socialista, con la venia de otros sectores adherentes- rechazan este método con la plausible argumentación de que una disputa interna para las PASO debilitaría la posibilidad de mostrarse como una fuerza cohesionada que confronte a las demás fuerzas políticas de los sectores dominantes, además de que desperdiciaría el caudal de reconocimiento que concentraría Jorge Altamira como referente positivo de la izquierda hoy. En su acto del sábado, Nicolás del Caño -el joven político mendocino que encabezó la alianza que en su provincia alcanzó el 15% de los votos- dijo que su precandidatura a presidente respondía a la intención de querer replicar las elecciones mendocinas y captar el voto joven. El razonamiento no sólo implica una vulgaridad política, sino que establece un método equivocado, ya que el juvenilismo es más propio del marketing (o, si se quiere, del decimonónico José Enrique Rodó y su Ariel) que de una fuerza de la izquierda que debe definir su actuación en el próximo periodo. Del Caño, que es un virtuoso diputado nacional y ha demostrado un acompañamiento a las luchas del último periodo, no es, sin embargo, una figura reconocible para los vastos sectores de la población que podrían votar a la izquierda -si se lo compara con Jorge Altamira, instalado como imagen de esta fracción política en el país-. La insistencia en su postulación -y un posible estiramiento de esta postura para que se diriman las candidaturas en las PASO- podría perjudicar, más que beneficiar, al Frente de Izquierda. Sería un error.
El refrán “A la fortuna la peinan calva” tiene origen en que la antigua representación de la diosa Fortuna no tenía grandes cabelleras. Al pasar al lado de un beneficiario le daba una oportunidad que no habría de repetirse, ya que de no comprender ese momento, la diosa Fortuna seguiría de largo y no habría posibilidad de volver a tomarla, ni siquiera intentando tomarla de sus cabellos -ya que es calva-. La izquierda hoy es afortunada por las circunstancias descriptas anteriormente. Que del debate en su interior surjan las mejores decisiones es de mayor importancia para el devenir estratégico de la clase trabajadora y los sectores populares. Y esto es lo más importante. No existe en ningún otro país del mundo hoy una fuerza de la izquierda socialista revolucionaria que pueda aglutinar a su alrededor a un espacio importante de la población. Es una oportunidad inédita para que la perspectiva transformadora pueda calar hondo en la sociedad. Por eso, el desarrollo del Frente de Izquierda es vital no para el crecimiento de tal o cual partido que lo integre, sino para las perspectivas estratégicas de la clase social a la que dice representar. Esto se juega hoy en las decisiones de sus fuerzas motrices.