La izquierda: ¿funcional al kirchnerismo?

Existen ciertos volcanes que parecen estar apagados hasta que la combinación de movimientos de placas y la elevación de la temperatura del magma terrestre producen la erupción de lava y fuego, furia de la naturaleza. La erupción condensa condiciones existentes anteriores, pero cristalizadas por una serie de factores combinados en el mismo lugar y en el mismo tiempo —y que producen un nuevo estado para ese volcán.

Algo similar podría decirse sobre la izquierda argentina, embarcada en un debate nodal respecto a qué posicionamiento tener frente al Gobierno de Mauricio Macri, que, en realidad, revela tendencias latentes de características históricas en este sector político, como el adaptacionismo y la sumisión a las presiones del nacionalismo burgués o diversas tendencias de la pequeña burguesía. Los debates en la izquierda tienen una importancia radical, ya que de ellos depende una acción política concreta que marcará sus posibilidades de desarrollo —o no— en el próximo período. Sobre todo en un momento en el que la izquierda influye políticamente a significativas capas de trabajadores que decidirán su participación independiente —o no— en la crisis, en medio de la paz social garantizada por las direcciones sindicales, en gran parte kirchneristas. Continuar leyendo

Pablo Rieznik, in memoriam

1. El jueves 17 de septiembre de 2015 Pablo Rieznik, dirigente del Partido Obrero, falleció en su hogar por la madrugada. Dos días atrás había celebrado con los suyos su cumpleaños número sesenta y seis. Casi tres años de esa vida apasionada había peleado contra un cáncer que finalmente ganó la batalla. La noche de su cumpleaños había comido torta de maracuyá junto a su familia. María Sánchez, su compañera de las últimas décadas, la había preparado y la compartió junto a sus hijos Andrés, Marina, Martín, Tomás y Julián. Había sido un festejo íntimo: Rieznik había planificado festejar con sus amigos dos sábados después con choripanes en la terraza de su casa, al lado de su estudio lleno de libros, ya que se preveían noches de calor. María Sánchez le había entregado una carta muy sentida y Rieznik también había hecho lo suyo. En ella, le decía a María: “Gracias por el amor”. Y transcribía un poema, que también había publicado en su muro de Facebook para agradecer a los amigos los saludos por el cumpleaños. El poema es de Antonio Machado, se llama “A un olmo seco”, y comienza y termina así:

“Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo

algunas hojas verdes le han salido.

(…)

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.”

Pablo Rieznik había concurrido al día siguiente a la sede central de su partido para solucionar unos asuntos administrativos y para buscar unos recortes de prensa que lo ayudarían a elaborar un nuevo artículo. En la última Prensa Obrera, semanario de su organización, había publicado una nota que culminaba una polémica sobre el arte y su carácter originada en unos textos que Rieznik consideraba antimarxistas por su condición exageradamente “romántica”. Como siempre, no había evadido la discusión y había sido riguroso e implacable. Esa noche comió la última porción de torta de maracuyá de su cumpleaños que quedaba en la heladera. Luego falleció.

2.  La historia del Partido Obrero no podría ser comprendida sin la intervención que tuvo en ella Pablo Rieznik. Había estudiado en el Colegio Nacional Buenos Aires, sin embargo, no había comenzado allí su militancia en el trotskismo, al que se incorporó al egresar del secundario. Ingresó en Política Obrera, antecedente del actual PO, a fines de los años sesenta al calor del Cordobazo y militó en su rama estudiantil, la Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista (TERS). Pronto se destacó en la organización por su interés en la teoría y en su divulgación: aún hoy se lo recuerda dando cursos sobre la teoría marxista del Estado a jóvenes como él, más jóvenes que él y también a sus mayores. Fue uno de los fundadores en 1972 de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), cuyo congreso inaugural había reunido a mil jóvenes en la facultad de Arquitectura. En aquella época la juventud de Política Obrera había tenido destacadas intervenciones electorales en los centros de estudiantes universitarios y Rieznik, que estudiaba Economía, fue elegido como su representante en la Federación Universitaria Argentina. En ese rol se convirtió en la cara pública y juvenil de su partido. En representación de la FUA -y de los suyos- viajó a Europa y estrechó vínculos con otras organizaciones cuarta internacionalistas -que levantan el legado de León Trotski- del viejo continente. Sus intervenciones en las reuniones de la FUA no evadieron la polémica.

3.  El año pasado en su hogar de Colegiales Pablo Rieznik y María Sánchez realizaron su tradicional bagna cauda a la que habían invitado a sus amigos. Había camaradas de Pablo de aquel fin de los sesenta y comienzos de los setenta. Varios de ellos continúan su militancia. En cierto momento comenzaron a contar anécdotas de esos tiempos. Contaban, por ejemplo, cómo durante un congreso de la FUA se habían negado a cantar el himno nacional para delimitarse del nacionalismo en ascenso a través de las organizaciones peronistas y cómo los militantes de la JP se habían abalanzado contra ellos y provocado una batalla campal, con resultados positivos para los militantes de Política Obrera, que poblaban unas gradas superiores desde las que podían enfrentar la arremetida chauvinista. “Me acuerdo de Graciela Molle pegándole desde arriba con su paraguas blanco a un peronista”, contaba uno de los amigos de Pablo Rieznik, que reía. La anécdota fue retomada en el cementerio de la Chacarita por Jorge Altamira, dirigente del PO, que brindó su homenaje antes de que se cremara el féretro con el cuerpo sin vida de Pablo Rieznik. Antes, Altamira había dicho: “Ha muerto un revolucionario, un trotskista, un cuartainternacionalista”. Y había resaltado las virtudes no sólo militantes de Rieznik, sino también su profunda tendencia a interesarse por la teoría. También contó cómo había resistido a los torturadores cuando fue secuestrado en la ESMA y cómo la movilización de su partido lo liberó. Altamira no sólo había sido un compañero de militancia de Rieznik, sino que también fue su amigo. El dirigente culminó sus palabras diciendo: “Viva Pablo Rieznik”. Luego habló su hijo Andrés, que le pidió a Olga Viglieca que lo ayudara a gritar: “Compañero Pablo Rieznik, ¡presente!”, acompañados por la multitud que había recorrido las calles internas del cementerio hasta el crematorio. Después Andrés Rieznik recitó un poema que había escrito su abuela durante el secuestro por parte de la dictadura de su padre. Antes de que el cajón fuera cremado, los presentes entonaron el himno “La Internacional”, cuya melodía fuera estrenada por primera vez durante la Comuna de París de 1871.

4. En 1977 Pablo Rieznik fue secuestrado junto a Miguel Guagnini por las bandas criminales de la dictadura de Jorge Rafael Videla. Ambos formaban parte de la dirección de PO y actuaban en la clandestinidad. Guagnini fue liberado antes que Rieznik, quien permaneció bajo torturas durante una semana en las mazmorras de la ESMA. Ante la desaparición, su partido comenzó una campaña local e internacional para lograr su liberación. Su esposa de aquel entonces, Alejandra Herrera, que tenía nacionalidad estadounidense, ingresó en la Embajada y se parapetó allí para demandar que la comunidad internacional actuara por la liberación de su marido. En Francia, la Unión de Estudiantes Universitarios -principal gremio estudiantil francés- se movilizó a la embajada argentina y advirtió que si la dictadura no dejaba ir a Rieznik, ingresarían y tomarían la sede diplomática. Fue liberado. Así relata el médico Luis Ángel Trombetta cómo encontró a Rieznik luego de su liberación: “En la dictadura, una madrugada fría de 1977, después de trabajar en el turno noche en la casa central del Banco Provincia, junto a otro bancarios compañeros de trabajo, subimos al colectivo 86. Apenas arriba un hombre sentado en el primer asiento, me tomó la mano. Era Pablo. Liberado de su secuestro, allá por el bajo, había subido al colectivo, sin destino. Me senté junto a él y viajamos hasta la casa de mis padres donde yo vivía, a escasos 150 metros de la Escuela Superior de la Policía Federal en Caballito. (…) Pablo estaba consciente, a pesar de la brutal tortura. Mientras caminamos le di mi ropa de abrigo. Estaba vestido con ropas húmedas, vaya a saber de qué otra víctima”. Luego de refugiarse en la casa de Trombetta -Pablo Rieznik tenía 28 años y Trombetta 21-, partió al exilio, en Brasil. Allí continuó su militancia. Culminó su carrera universitaria. Al finalizar la dictadura volvió a la Argentina. Jamás abandonó la convicción de la lucha por el socialismo.

5. La última vez que lo vi fue el viernes de la semana anterior a su fallecimiento. Era un día de sol, aunque frío. Habíamos almorzado con María Sánchez, su hijo Julián y su novia, quienes luego partieron hacia destinos distintos. Al quedarnos solos con Pablo, charlamos sobre la situación política, sobre su último libro, planificamos cómo podría ser presentado y a quién convocar para la presentación. La pereza y la celebración de lo humano, su última obra, es un libro excepcional, editado con severo cuidado por Mónica Urrestarazu para la editorial Biblos. A partir del texto libertario de Paul Lafargue -yerno de Marx- en el que reivindica la lucha por la abolición del trabajo tal como lo conocemos hoy en día, Rieznik realiza un análisis de las posibilidades que se abren a partir de la crisis económica mundial en curso, que analiza. Me comentó al pasar que le interesaba volver a leer la Historia de la filosofía occidental de Bertrand Russell y que no lo podía encontrar, que si de casualidad lo encontraba lo comprara para él. Luego salimos a pasear. Eligió la vereda del sol. “La vida nueva me hizo descubrir cuáles son las calles soleadas de mi barrio”, me dijo y caminamos hasta Álvarez Thomas. Íbamos con Felipe, su perro. En cierto momento, comenzamos a hablar sobre la muerte. Pablo Rieznik siempre fue un hombre racional, atravesado por el pensamiento científico, un ateo irreductible. “Para mí es sencillo: todos vamos a morir, muy probablemente esto me vaya a ocurrir pronto. Entonces quiero tomar la vida relajadamente, tratar de percibir la vida lo más que pueda”, me dijo. Charlamos sobre las cartas que había escrito Oliver Sacks ante la certeza de un cáncer terminal. Fuimos al Mercado de las Pulgas a un café al que solía concurrir. Charlamos un poco más sobre las posibilidades del Frente de Izquierda. Luego yo debía partir. Felipe, el perro, había esperado todo el tiempo detrás de la puerta del café, que era lindo y en un lugar pintoresco. Al despedirnos, Rieznik sonrió: “¿Viste?, te enseñé un nuevo bar para tus entrevistas”. Pablo Rieznik disfrutaba ese lugar pedagógico y, claro, hasta el último instante mantuvo su mente abierta al descubrimiento, a la extrañeza ante lo nuevo, al incansancio frente al mundo, a la perspectiva siempre del futuro, a la sorpresa de la vida. Hasta en lo mínimo, pero que podía interesarle a otro. Como un nuevo bar. Esto es una nimiedad anecdótica. Pablo Rieznik fue para muchos de nosotros un maestro.

6. Luego de la muerte de Pablo Rieznik, Facebook se pobló de testimonios de usuarios de todas las edades que contaban cómo habían sido deslumbrados por sus clases universitarias, por sus talleres partidarios, que narraban anécdotas de sus encuentros imborrables o valoraciones sobre su carácter pasional, enérgico y a veces hosco, de homenajes sentidos y recuerdos que no se irán jamás. Luego de la muerte de Pablo Rieznik, hay una certidumbre: entre todos aquellos que lo quisieron y admiraron, la noción terminante de que su ausencia definitiva tardará en hacerse tolerable.

Liberación de un preso político

No había aclarado todavía en Lastenia a las cuatro y media de la mañana cuando Kobak salió caminando de la prisión en la que había estado detenido. Habían sido nueve largos días de detención desde que fuera apresado en la localidad de Los Ralos -a 25 kilómetros de San Miguel de Tucumán- mientras protestaba contra el fraude electoral y las detenciones arbitrarias de sus compañeros realizadas por la Gendarmería. José Kobak había sido liberado y así se había liberado a un preso político.

Los acontecimientos se habían precipitado al finalizar aquella jornada de domingo tumultuosa en la que se realizaron unos comicios escandalosos en la provincia de Tucumán. Durante todo el día el país había asistido a las imágenes que mostraban la descomposición de un régimen: punteros ofreciendo bolsones de comida a cambio de votos, periodistas apaleados por mostrar esos métodos, urnas que se llenaban de votos a favor de Juan Manzur antes de que la elección comenzara, robo y quema de urnas en varias localidades. Una de esas localidades tiene el nombre de Los Ralos.

Alrededor de las diez de la noche de ese domingo, cuando se dieron a conocer las tendencias definitivas y el ganador a delegado comunal -que pertenecía al Frente para la Victoria-, una patota que respondía a un candidato disconforme ingresó a la escuela Manuel Lizondo Borda y con violencia se apoderó de seis urnas, una de las cuales fue quemada en la calle de ingreso al establecimiento. Luego del ataque, la calma volvió. Por poco tiempo. A la medianoche, mientras se llevaba a cabo el escrutinio de los votos (en la pequeña localidad el fraudulento método de los acoples hacía que hubiera 25 candidatos a delegado comunal), un grupo de policías detuvo a Santiago Navarro, esposo de una fiscal del Partido Obrero. Pronto sus compañeros se congregaron frente al edificio para reclamar su libertad. Entonces la represión se desató. A una militante de más de cincuenta años le quebraron el brazo en tres partes. Otra sufrió rotura de sus dedos. Un auto sin chapa identificatoria fue a buscar a Kobak y, entre golpes, policías de civil lo detuvieron. “Zurdo de mierda”, cuenta Kobak que escuchó mientras lo golpeaban, tirado en el piso del auto. Continuar leyendo

Salta, elecciones entre el pasado y el porvenir

(Desde Orán, Salta). Quizás el norte del norte de la Argentina –una región de fronteras y de atrasos, de calor subtropical, de cañaverales pero también dengue- también albergue algunas de las posibilidades más modernas. El norte de la provincia de Salta podría ejemplificar la teoría del desarrollo desigual y combinado, que plantea que en la era contemporánea formas de desarrollo y relaciones sociales diferentes pueden convivir en una misma nación. Que en un mismo espacio social convivan resquicios del pasado y fragmentos del porvenir. Tal vez las horas previas al cierre de la campaña electoral salteña en Orán así lo señalen. En Salta –la más provincia más lejana del puerto histórico pero que es también la región que más conserva raigambres históricas significativas de la Argentina- se viven fenómenos interesantes.

La provincia muestra una particularidad política que produce que los partidos tradicionales no sólo disputen entre sí, sino que lo hagan juntos contra el desarrollo del Partido Obrero (PO). Las huestes del oficialista gobernador Juan Manuel Urtubey disputan la gobernación con un disminuido Juan Carlos Romero (ambos candidatos gobernaron alternadamente la provincia durante las últimas dos décadas con políticas similares –o diferentes sólo en grado). Sin embargo, como tercera fuerza, el Partido Obrero –expresión local del Frente de Izquierda- consigue diputados y senadores provinciales, concejales y hasta en 2013 ganó las elecciones legislativas en la capital salteña. El fenómeno se percibe de manera concentrada en el departamento de Orán, sede del tradicional ingenio El Tabacal.

El Tabacal es un ingenio agrícola que emplea a dos mil obreros especializados y que es la mayor concentración operaria de la región. En agosto de 2012 sus trabajadores protagonizaron una rebelión que aún hoy se recuerda. La empresa Seaboard Corporation, dueña del ingenio, venía realizando diferentes maniobras y provocaciones para estancar la discusión paritaria y propinar un golpe definitivo al Sindicato de Trabajadores del Azúcar local. El Tabacal declaró ilegales los paros, envió 60 telegramas de despidos, y hasta impugnó a los delegados. Los trabajadores salieron a la ruta y el gobierno eligió su bando desencadenando la represión policial. Pero no esperaban la respuesta popular. Miles de personas enfrentaron durante más de cuatro horas los gases, las balas de goma y las arremetidas de la caballería. La policía se quedó sin municiones, por lo que debió retroceder arrojando piedras ante la tenacidad obrera y popular. Mientras muchos se acercaban al lugar para repudiar y resistir la represión, otros realizaban un corte en solidaridad en la entrada sur de la ciudad de Orán. Un grupo de estudiantes de enfermería, que mantuvo una guardia permanente de primeros auxilios, jugó un gran rol asistiendo a los heridos, junto con las esposas de los afectados. Después de dos semanas de lock-out, la compañía tuvo que dar marcha atrás con los 57 despidos realizados en plena discusión paritaria y reabrir la planta.

A tres años del levantamiento, el candidato a la intendencia que responde a Urtubey es también el representante legal de la Seabord Corporation. A esta candidatura y a las otras de los partidos tradicionales se le opone la de Josefa Cardozo, docente, y que postula como diputado a Samuel Huerga, un periodista cuya radio dice estar dispuesta para difundir las luchas populares. Jorge Altamira, precandidato presidencial del Frente de Izquierda, llegó para acompañar el cierre de campaña de estos candidatos. Este cronista pudo observar la intensa actividad de campaña que incluyó varias reuniones con vecinos y trabajadores, una ininterrumpida maratón de participación en programas radiales y televisivos, un almuerzo con trabajadores de El Tabacal, una caravana callejera y un cierre de campaña en un acto al que asistió más de un centenar de ciudadanos de Orán –cifra elevada para una región de estas características-. La oposición entre candidatos que representan a la principal empresa de la zona y los voceros de sus trabajadores es una muestra concentrada del estado de las cosas en la ciudad y reproduce de manera intensiva las diferentes posturas de clase que se expresan en este acto electoral política en la provincia. Este domingo hay elecciones en Salta. Políticas del pasado y propuestas para el porvenir. Tendencias que anidan en un mismo cuerpo social y que se encuentran y disputan en cada cuarto oscuro de la provincia.

El trotskismo como tercera fuerza política

Las elecciones PASO no sólo preconfiguran el mapa electoral general de las elecciones de octubre -y las provinciales que se realicen antes- sino que muestran también un fenómeno inusual en el campo político argentino. En dos de las elecciones más relevantes -las realizadas en Salta y Mendoza- las fuerzas que integran el Frente de Izquierda obtuvieron el tercer lugar entre las favorecidas por el voto de la ciudadanía en votos a cargos ejecutivos. El dato no sólo es inédito, sino que configura un fenómeno -por el momento- puramente nacional: el trotskismo (fuerza que plantea un programa anticapitalista y socialista revolucionario) en ningún otro país muestra tales resultados. Continuar leyendo

Salta, la troska: la izquierda ante una elección disruptiva

“Venga, acompáñeme a la bicicletería de a la vuelta, que con ellos en 2013 recorrimos el barrio llamando a votarlos a ustedes y ahora necesitamos materiales para volver a hacer la recorrida”, cuenta Pablo López -actual diputado nacional por el Frente de Izquierda y candidato a intendente del Partido Obrero en la ciudad de Salta- que le dijo una señora hace dos días en una visita a un barrio popular de la capital provincial. “Como nunca en una elección nos atacaron tanto desde los medios de comunicación y desde todas las facciones políticas, pero también como nunca vemos que se acercan sectores de la población a militar por nuestro voto”, dice López, que se caracteriza por su aspecto barbado, pelilargo y juvenil y la parsimonia de aquellos que no tienen drama en explicar cien veces su postura hasta que se entienda. Dentro de unos días participará de una elección de una gran importancia. Este domingo se desarrollarán las elecciones PASO en Salta. Una contienda sobre la que se posan los ojos de los analistas políticos no sólo por su relevancia nacional cuando las principales facciones en pugna expresan al kirchnerismo y al peronismo de derecha (par que podría replicar el status de la disputa de la elecciones generales de este año) sino también por el rol que tendrá la izquierda, expresada en la lista del Partido Obrero. Es decir, la elección podría ser una más de las muchas que se producirán este año, pero con un elemento “siniestro” -en el sentido desestabilizador que señalaba Sigmund Freud para la palabra y en su significado literal, ya que se sabe que el origen de la palabra va de la mano del concepto “izquierda”-.

“Me importa un carajo que me vea la patronal, nosotros vamos con el Partido Obrero”, cuenta Jorge Altamira que le dijo un obrero que, entusiasta, se le acercó a expresar su apoyo a la salida del horario laboral en el Ingenio El Tabacal, en el interior provincial. Mauricio Macri, Sergio Massa y Daniel Scioli se hicieron presentes estos días en la provincia del norte con el fin de reafirmar la tentativa de nacionalización de las elecciones. Pero también se hizo presente el candidato a presidente del Frente de Izquierda Altamira para ayudar a desmantelar esta operación. Frente a la disputa entre dos fracciones del régimen oligárquico que gobierna Salta desde hace décadas, la lista del PO se presenta como el factor disruptivo, que rompe la previsibilidad del ejercicio electoral. “Creemos que hemos quebrado el intento de polarización al menos en la capital de Salta y que por eso Pablo López estará disputando el segundo lugar en la votación a intendente”, explica Altamira. En Salta, las PASO dirimen internas sangrientas entre los partidos tradicionales. Por caso, las listas que llevan la candidatura de Urtubey a la reelección suman más de 50. El mapa político de las PASO salteñas podría resultar macondiano, inverosímil. Libres del Sur -la agrupación que hace unos años fuera guevarista y que tiene como referentes a Victoria Donda y Humberto Tumini- apoya en la provincia al kirchnerista Urtubey, hombre de silicio y Opus Dei y miembro de una casta oligárquica tradicional desde hace siglos. Por el contrario, el Movimiento Evita -que se postula como la izquierda kirchnerista- apoya al tándem Juan Carlos Romero como gobernador, Alfredo Olmedo como vice, una expresión de la más rancia derecha reaccionaria, alianza del PJ con el PRO. “Superar las PASO con una votación que quiebre la polarización nos llevará a un escenario distinto para las generales de mayo”, indica Altamira. En 2013, en la capital salteña el PO obtuvo en las PASO un 16% de los votos. Luego dio el cimbronazo y sacó el 29%, casi duplicando su elección.

“El partido ha crecido exponencialmente”, dice Claudio del Pla, candidato a gobernador por el PO. El referente indiscutido del trotskismo en la provincia explica que el voto al PO expresa la elección por una alternativa al régimen oligárquico que disputan las dos facciones mayoritarias. “Por eso esta campaña fue la más dura en cuanto a los ataques de todos lados: nos identifican como la alternativa de transformación y nos atacan para obturar esa perspectiva”, especula Del Pla. “Es importante el salto cualitativo de esa campaña contra el Partido Obrero -explica Altamira-. Dicen todo el tiempo: ‘Ellos no pueden gobernar’. Pero esa postulación implica que se está discutiendo la posibilidad de gobierno del PO. Que se discuta en la población salteña cómo podríamos gobernar fácticamente nosotros es un hecho revolucionario”.

“No, no son actores, son testimonios reales de la gente que nos votó”, contesta Pablo López. Los spots de campaña que se vieron en la televisión salteña muestran -además de un spot animado en el que se postula: ‘con el Partido Obrero, el pueblo llega al poder’- a jóvenes estudiantes, señoras en la puerta de sus casas, mujeres trabajadoras, un hombre en su moto, testimonios de los votantes del trotskismo en la ciudad de Salta. “Con vos, podemos”, es el slogan de la campaña, que remite al “Sí, podemos”, de Barack Obama en su primera elección triunfante. “Las encuestas nos ubican disputando el segundo lugar en la elección a la intendencia -dice López-. En las recorridas por los barrios, por las fábricas, en las universidades se percibe esa tendencia. Un sector muy importante se plantea cambiar el régimen político que ha gobernado las últimas décadas, un régimen privatizador de los servicios municipales y al servicio de los sojeros, los dueños de las petroleras y las mineras. La población ha visto nuestro programa y un sector muy fuerte apuesta a eso”. El domingo hay elecciones en Salta. La izquierda espera superar las PASO con una buena performance y entonces luego ir con todo para que en las elecciones generales se vuelva a popularizar el mote que les quedó impreso desde 2013. Para que vuelva a estar en boca de todos una sencilla pero significativa frase: “Salta, la troska”. 

Cuba: ¿es tan fácil que caiga una revolución?

Hace mucho tiempo Nicolás Rijman me contó una anécdota familiar. Sus padres habían viajado a Cuba en un viaje turístico. Una de esas jornadas vacacionales, tarde y ya de vuelta en el hotel, la madre de Nicolás se había sentido mal. Su padre entonces salió a la calle a buscar una farmacia para pertrecharse de unos analgésicos. El hombre caminaba por lo noche oscura de La Habana Vieja, recorría las calles empedradas y coloniales que lo llevarían hasta su objetivo. Llegó. Compró los remedios y emprendió el regreso. Al volver no pudo evitar sentirse seguido. El ruido de unos pasos lo acompañaba y se le acercaba. Pudo ver, de reojo, que un hombre negro caminaba detrás suyo. Dobló. El hombre negro también dobló y aceleró el paso. “Me va a robar”, pensó el padre de Nicolás, alarmado. “Oye, espera”, le gritó el hombre negro, y el padre de Nicolás se rindió ante lo inevitable. “Tú eres argentino, ¿no?”, dijo el hombre negro. “Sí”, respondió el padre de Nicolás. “Y, por casualidad, ¿no tienes algún libro de Trotski, que aquí no se consiguen?” El padre de Nicolás suspiró aliviado y comenzaron a hablar. Continuar leyendo

Pronóstico: viraje de la clase obrera del peronismo a la izquierda revolucionaria

Si se compilaran los nombres de los sitios en los que se realizaron actos emblemáticos de la política argentina, además de la Plaza de Mayo, seguramente el estadio Luna Park se encontraría entre esos lugares por los que pasó la Historia. El sábado 8 de noviembre se produjo otro de esos acontecimientos relevantes en tal escenario: se hizo allí el Congreso del Movimiento Obrero y la Izquierda. Las instalaciones del “Palacio del Deporte”, ubicado en la calle Corrientes y el bajo, se poblaron de banderas rojas y de consignas socialistas. Se trató de un hecho emblemático y también inédito. En esta mitad de la segunda década del siglo XXI miles de voces gritaron: “Luchar, vencer, obreros al poder”. Muchos de los protagonistas de una actualidad sindical en la que la izquierda resulta insoslayable habían decidido plantear un salto de su actividad gremial hacia objetivos estratégicos, transformadores.  Continuar leyendo

El trotskismo viste a la moda

1. Cuatro militantes trotskistas, uno de ellos diputado nacional, se enfrentan en un duelo de preguntas y respuestas a los panelistas Iván de Pineda -modelo y conductor- y Teté Coustarot -modelo y conductora- durante la noche del sábado. “Los 8 escalones” es el programa de entretenimientos que regresa al recurso de la trivia para brindar un espectáculo televisivo ameno y familiar, destinado a las grandes mayorías. La producción del show televisivo decidió invitar a políticos para competir en el juego. La serie fue inaugurada por Horacio Rodríguez Larreta, del PRO, que tuvo la semana pasada una intervención que no brilló por sus resultados. La invitación del último sábado correspondió al Partido Obrero, que respondió afirmativamente al llamado. En la base de los escalones, que debían ser ascendidos hasta el octavo para poder batirse a duelo con De Pineda y Coustarot, se encontraba el diputado nacional por el Frente de Izquierda Néstor Pitrola y un equipo que lo asesoraría, compuesto por otros tres militantes de la organización. Sin embargo, ¿no son los trotskistas esos militantes de rostro adusto, militantes anticapitalistas las veinticuatro horas de sus vidas, gente adversa a sonreír debido a las injusticias de la sociedad contemporánea? ¿O es este un prejuicio caricaturesco? ¿Cómo responderían al desafío televisivo en el prime time del sábado los militantes de la revolución permanente?

2. En su libro “La sociedad del espectáculo”, Guy Debord analiza las influencias del apogeo de la imagen y la producción audiovisual en la cultura de masas y postula su preminencia sobre los resabios de la era cultural anterior, debido al triunfo de las formas capitalistas en esta esfera. La mercancía habría adquirido una singularidad última expresada en el ámbito comunicacional y se habría expandido a todos los ámbitos mediante la imagen, exhibiendo de este modo el imperio del orden bajo formas novedosas de dominación. Si bien la lectura de Debord podría ser tildada -con razón- de maximalista, también es cierto que el autor francés, uno de los animadores del situacionismo, se detenía en las formas comunicacionales que hoy son la marca de la contemporaneidad. Sin embargo, frente al panorama totalizante que planteaba Debord respecto a la dominación del capital sobre los capitales simbólicos de los medios de comunicación y de la era del show, ¿sólo cabría la rebelión conducida por intervenciones al margen de la sociedad del espectáculo? ¿O podría ser posible una intervención en esos canales de comunicación para aprovechar la masividad de su llegada? Cuando Sigmund Freud y Carl Jung avizoraron la costa estadounidense desde el barco en el que viajaban hacia el nuevo mundo desde Europa para esparcir su disciplina, el último susurró al oído del padre del psicoanálisis: “No sospechan que estamos trayendo la peste”.

3. “Nosotros vamos a todos los lugares a donde nos inviten”, explica Gabriel Solano, dirigente del Partido Obrero y a la sazón uno de los asesores del diputado Pitrola en el juego de “Los 8 escalones”. No debería sorprender: las organizaciones de la izquierda socialista no cuentan con sponsors empresariales, ya que su programa político implica una oposición estratégica a los representantes de esa clase social. Por eso aprovechan cada intersticio que se les ofrece para llevar su mensaje político. Incluso en el campo del entretenimiento: un espacio que les permite mostrar la imagen –en la era de la imagen- de su espíritu. De tal modo, Néstor Pitrola -obrero gráfico, dirigente clasista de su sindicato, fundador de la organización piquetera Polo Obrero y actual parlamentario nacional- pudo mostrarse como el hombre de a pie que es: contar anécdotas de sus viajes en subte y el reconocimiento de los transeúntes, señalar –frente a una pregunta- su presencia en una manifestación contra el ALCA en la ciudad de Mar del Plata, su participación –frente a otra pregunta- en la manifestación conocida como el Viborazo en Córdoba, que puso fin a la intervención dictatorial en esa provincia y, sobre todo, le permitió anunciar que lo ganado en ese show televisivo de entretenimiento no engrosaría sus bolsillos personales, sino que sería donado al fondo de huelga de los obreros despedidos de la empresa Lear, uno de los conflictos que atraviesa la actualidad social. En el prime time televisivo del sábado a la noche, un conflicto laboral se introducía y se desplegaba uno de los roles de los diputados de los trabajadores, que no es otro que el de la solidaridad con esas luchas y su constante acompañamiento político.

4. Las redes sociales dieron cuenta del impacto de la intervención de los representantes del Frente de Izquierda en la televisión y por fuera de los programas políticos que los cuentan como participantes más o menos permanentes. En Twitter, “Pitrola” y “El PO” se constituyeron en Trending Topics, es decir, en sintagmas mencionados con frecuencia masiva por los usuarios de esa red social. Hubo, mayormente, muestras de simpatía a la participación de los militantes trotskistas en el programa, aunque también se registraron expresiones de reprobación de simpatizantes kirchneristas a esa intervención, amparados en que le “hacían el juego a la Corpo” o que, directamente, estaban haciendo el ridículo. También hubo otros sectores izquierdistas, cuyos referentes tienen un renombre menor o casi ínfimo, que le reprochaban a Pitrola esta participación en nombre de una supuesta “pureza revolucionaria”. En el caso de los kirchneristas, el doble standard se ponía en funcionamiento, ya que la máquina reprobatoria se ponía en funcionamiento mientras Martín Insaurralde es un visitante asiduo del “Bailando por un sueño” de Showmatch de Marcelo Tinelli y sus apariciones no convocan ningún rechazo. En el caso de los izquierdistas, tal vez implique cierta desazón ante el reconocimiento que tienen ganado los representantes del Partido Obrero. En cualquier caso, Andy Warhol o Salvador Dalí –esos genios artísticos de la comunicación- hubieran respondido: “No importa si hablan bien o mal de vos, lo importante es que hablen”.

5. Tal vez el trotskismo sólo sea reconocible, entre los países del mundo, como una fuerza política existente solamente en la Argentina y Francia. En nuestro país, el Frente de Izquierda, con sus tres diputados nacionales, el triunfo en Salta sobre el peronismo y las decenas de diputados provinciales y concejales en distintos distritos da cuenta de este fenómeno. Su convocatoria a un programa de entretenimientos también señala su inserción en el imaginario cultural de los argentinos. El equipo del PO no le ganó a Iván de Pineda. De cualquier modo, tuvo un rol digno. Ganaron veinte mil pesos y anunciaron que los donarían a los trabajadores de Lear despedidos. Los políticos trotskistas locales divirtieron y se divirtieron. Es un signo positivo. Ojalá Gerardo Sofovich, recuperado de su hospitalización, quiera darles revancha y el duelo de las preguntas y respuestas se repita, quién sabe, quizás, con mayor éxito para el trotskismo.

Un símbolo de la lucha contra la impunidad

Cuatro años se cumplirán este lunes 20 de octubre desde que el cuerpo herido de Mariano Ferreyra cayó sobre el asfalto de la calle Perdriel, en Barracas. No volvió a levantarse. Es decir, no volvió a despedirse de su madre Beatriz -a quien todos conocen como Betty- con un beso antes de partir a una manifestación ferroviaria; no volvió a intentar unas notas en su guitarra o su acordeón; no volvió a poner una mesa con los materiales del Partido Obrero en el CBC de Avellaneda; no volvió a jugar al fútbol en la playstation con sus amigos; no volvió a la lectura que estaba realizando de la novela “La noche quedó atrás”, de Jan Valtin, que le había prestado su amigo El Be; no volvió a postularse como tornero en una metalúrgica como había hecho hacía unos meses; no volvió a manifestar su humor oscurísimo en un chiste; no volvió a reunirse con sus compañeros de militancia en una reunión de círculo de su organización.

Mariano Ferreyra fue alcanzado por una bala de plomo que le perforó el pulmón y ocasionó su muerte, minutos después, en el hospital Argerich, en La Boca. Tenía 23 años, era un militante revolucionario, dirigente del Partido Obrero. La Justicia determinó que las balas que se dispararon aquel mediodía del 20 de octubre de 2010 fueron el fruto de la planificación criminal urdida por dirigentes de la Unión Ferroviaria, que habían contratado sicarios para realizar la tarea sucia, y lograr de ese modo escarmentar a los trabajadores ferroviarios tercerizados que llevaban adelante un plan de lucha para lograr su pase a planta y las normas laborales básicas establecidas por el convenio laboral.

Por el homicidio -que también costó graves heridas a Elsa Rodríguez, compañera de militancia de Ferreyra en el PO y responsable de un comedor en un barrio carenciado de Berazategui- fueron condenados a prisión los dirigentes sindicales José Pedraza y Juan Carlos “El Gallego” Fernández, autores intelectuales del crimen; Pablo Díaz, Cristian Favale y Gabriel “El Payaso” Sánchez, Jorge González, Salvador Pipito y Claudio Alcórcel, ejecutores del fulminante ataque y los policías Luis Osvaldo Mansilla y Jorge Raúl Ferreyra, quienes garantizaron la liberación de la zona para la realización del plan homicida.

La condena de José Pedraza -baluarte kirchnerista en su sindicato y elogiado por la presidenta Cristina Fernández como ejemplo del “sindicalismo que construye”- implicó el aprisionamiento, por primera vez en la historia nacional, del autor intelectual de un crimen político. La Justicia le acaba de negar el pedido de prisión domiciliaria al asesino. La figura de Mariano Ferreyra se multiplicó por miles en murales, afiches, libros, registros audiovisuales. Se convirtió en el símbolo de la lucha por justicia y contra la impunidad, en una bandera de denuncia de la precarización laboral y la tercerización (un trabajador ferroviario que ingresó a la planta del ferrocarril luego del crimen y la movilización colgó un pasacalles en la zona sur en la que encomendaba a Mariano Ferreyra a un santo popular y le agradecía los favores recibidos), y en un símbolo vivo de la juventud militante y socialista, en oposición a las juventudes rentadas y proestatales de La Cámpora y el kirchnerismo.

Miles de chicos y chicas conocieron su historia y se identificaron con Ferreyra, uno más y uno de los suyos, pero que había decidido militar por transformaciones sociales estratégicas, por un gobierno de la clase trabajadora, por el socialismo. La precarización laboral contra la que luchaban Mariano Ferrerya y sus compañeros aquel mediodía en Avellaneda y Barracas no ha cesado. Un estudio reciente elaborado por la Organización Internacional del Trabajo, basado en datos oficiales del Indec, señala que la informalidad laboral es el modo de existencia del 41,8% de la población laboral activa y que ese porcentaje se eleva al 61,6% entre los trabajadores jóvenes, de entre 15 y 24 años.

En el día de hoy se realizarán en Barracas recordatorios del asesinato de Ferreyra. La calle Coronel Bosch -por donde marchaban las columnas de los ferroviarios tercerizados aquella mañana entre Avellaneda y Barracas- pasará a llamarse Mariano Ferreyra, por iniciativa de su hermano Pablo Ferreyra, legislador porteño por el kirchnerismo. Luego, sus compañeros de militancia del Partido Obrero realizarán una jornada en homenaje a Ferreyra y una denuncia de la actualidad de la tercerización y precarización laboral. Una vez más muchedumbres de jóvenes y no tan jóvenes se congregarán para reclamar los mismos puntos que reclamaba Mariano Ferreyra aquel 20 de octubre de 2010, hace cuatro años. Coros de voces nombrarán al unísono otra vez su nombre. En la continuidad de esa tarea y en la perspectiva de acabar con el arrebatamiento de los derechos laborales es que se le rendirá el mejor homenaje. Un acto de lucha será la mejor manera de impedir que el olvido se pose sobre la memoria de la vida de Mariano Ferreyra.