Por: Diego Rojas
Hace mucho tiempo Nicolás Rijman me contó una anécdota familiar. Sus padres habían viajado a Cuba en un viaje turístico. Una de esas jornadas vacacionales, tarde y ya de vuelta en el hotel, la madre de Nicolás se había sentido mal. Su padre entonces salió a la calle a buscar una farmacia para pertrecharse de unos analgésicos. El hombre caminaba por lo noche oscura de La Habana Vieja, recorría las calles empedradas y coloniales que lo llevarían hasta su objetivo. Llegó. Compró los remedios y emprendió el regreso. Al volver no pudo evitar sentirse seguido. El ruido de unos pasos lo acompañaba y se le acercaba. Pudo ver, de reojo, que un hombre negro caminaba detrás suyo. Dobló. El hombre negro también dobló y aceleró el paso. “Me va a robar”, pensó el padre de Nicolás, alarmado. “Oye, espera”, le gritó el hombre negro, y el padre de Nicolás se rindió ante lo inevitable. “Tú eres argentino, ¿no?”, dijo el hombre negro. “Sí”, respondió el padre de Nicolás. “Y, por casualidad, ¿no tienes algún libro de Trotski, que aquí no se consiguen?” El padre de Nicolás suspiró aliviado y comenzaron a hablar.
El episodio no sólo es gracioso sino muestra cierto de estado de las cosas en la Isla, la única nación del continente en la que se produjo una revolución social. Décadas de una intensa historia habían conformado un tipo social. La revolución -con todas las objeciones que se le pueda y deba hacer- también había creado una sociedad hiperescolarizada, formada en valores socialistas, en la lectura de los clásicos del marxismo, en una incesante presencia del tópico político. Cualquiera que visite la Isla podrá comprobar (yo mismo lo hice) que no se trata de una idealización o una mirada interesada: junto a todos los defectos producidos en el cuerpo social por décadas de encierro y condiciones de existencia oscilantes, estas son algunas de sus virtudes. El factor social -la condición humana- es el elemento más importante de toda transición política. La intervención de las masas es la que determina el destino de los pueblos y las naciones.
El anuncio del acuerdo entre el presidente cubano Raúl Castro y el presidente estadounidense Barack Obama ha producido una serie de interpretaciones y sentencias de todo tipo. Muchas señalan la victoria de la política de restauración del capitalismo en Cuba. Sin embargo, ¿es tan fácil que caiga una revolución?
Ante todo es necesario remarcar que el anuncio del fin del bloqueo a Cuba -que será refrendado por el Congreso estadounidense más temprano que tarde- es un triunfo. Luego de 53 años de una medida de asfixia por parte de la nación más importante del mundo hacia un pequeño país a 80 millas de su costa asistimos a la derrota de ese acto del extremismo político. Durante décadas y décadas las fuerzas progresistas del continente y del mundo se manifestaron bajo la consigna del cese del bloque estadounidense a Cuba. Pues bien: esa consigna se ha hecho realidad, demostrando la inutilidad -en términos generales- de la medida implementada por el gran país del norte. Es un triunfo de quienes batallaron largamente en cada manifestación, foro o relación realizada sobre la Isla. Un triunfo de David contra Goliath. Así llamaron a las partes, luego del anuncio de los acuerdos, diarios como el Financial Times, la bloguera anticastrista Yoani Sánchez y el sector de la izquierda argentino representado por el Partido Obrero. La pequeña nación venció a la gran potencia. ¿Pero en qué coyuntura se produce este triunfo?
El gobierno de Raúl Castro -representante de la burocracia, esa casta social enquistada en el gobierno y en las Fuerzas Armadas cubanas, diferenciada ampliamente de las condiciones de vida de las mayorías de la Isla- aceleró en los últimos años el dictado de normas que apuntan a una restauración capitalista en la nación caribeña, amparado en la excusa de la ruinosa economía cubana. Es un proceso en curso y reclamado por el gran empresariado estadounidense, impedido de intervenir en los negocios de la Isla. No por nada la corporación alimenticia Cargill emitió el mismo día del anuncio de los acuerdos un comunicado saludándolos: “Se creará un mercado para los agricultores, granjeros y compañías alimenticias estadounidenses a la vez que se le dará a la población cubana un mejor acceso a una alimentación asequible” El diario El País de España menciona a varios empresarios cubanoestadounidenses interesados en la reapertura del mercado cubano: “Ricky J. Arriola, presidente del poderoso consorcio Inktel; los magnates del azúcar y del sector inmobiliario Andrés Fanjul y Jorge Pérez; el empresario Carlos Saladrigas, y el petrolero Enrique Sosa, además de otros emprendedores multimillonarios, figuran entre los activistas del acercamiento binacional.” Los representantes de las grandes compañías están listos para intervenir en el proceso de restauración del capitalismo en Cuba.
Se ha señalado que tal proceso tendría vasos comunicantes con los procesos de restauración sucedidos en Rusia y el este europeo y en China y Vietnam. En una conferencia sobre este asunto, Jorge Altamira, del PO, planteó que existía una diferencia entre aquellos acontecimientos y este: unos se dieron en el marco del avance imbatible del capitalismo y el neoliberalismo que caracterizaron a los noventa, mientras que el proceso cubano se produce en medio de una crisis económica mundial que -caída del precio del petróleo mediante- tiende a profundizarse. La normalización monetaria en Cuba -la implementación de una moneda única- podría producir asaltos de inflación. ¿No habrá una intervención de los trabajadores en la Isla para defender sus condiciones de existencia frente a tal circunstancia? La perspectiva de reconstrucción de sindicatos y la posibilidad del reclamo -frente a la herencia estalinista del férreo partido único- de formar partidos que defiendan las conquistas de la revolución abriría otro panorama. La posibilidad más firme es la de una profundización de la restauración capitalista en Cuba. Sin embargo, ¿es tan fácil que una revolución caiga? ¿Qué posición tomará ante los acontecimientos aquel hombre negro que pedía libros de Trotski a un turista argentino en la noche de La Habana Vieja? Se ha abierto un perìodo sísmico en la Isla.