Twitter cuenta entre sus características más potentes la de ser una herramienta individual de comunicación social más general. En las intervenciones públicas que supone cada tweet se pueden colar, entonces, apreciaciones personales, subjetividades, la propia ideología, con las virtudes y riesgos que ello implica. Una circunstancia que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no debería haber ignorado: sus últimas intervenciones en la red social denotan un grosero macartismo, una visión retrógrada del mundo y la exhiben en todo su reaccionario esplendor.