En febrero pasado publiqué en este espacio la columna “No se olviden de los pobres”, cuyo título se motivaba en la carta que el papa Francisco dirigió a los líderes del Foro de Davos con tal petición. Mi columna ilustraba nuestra realidad al respecto, mediante una de las promesas de campaña del presidente Mauricio Macri: la futura implementación del denominado plan Primer Trabajo. En aquella nota sostuve que un plan de esas características abriría las puertas del mercado laboral a miles de jóvenes. Sin embargo, ello no facilitaría su adaptación y, por ende, un crecimiento exitoso. Así, proponía el sistema de educación dual alemán como potencial complemento ideal, que contribuiría en la generación del capital humano específico para incrementar significativamente la probabilidad de que los jóvenes se desarrollasen adecuadamente en las empresas contratantes.
Hoy, frente al lanzamiento del plan Primer Empleo, resulta de utilidad retomar el tema. Es claro que si se baja el costo laboral, se crearán más oportunidades de empleo para quienes ingresan al mercado laboral, ello es altamente positivo. Sin embargo, es necesario volver a subrayar que si quienes acceden a su primer empleo no cuentan con el capital humano necesario, el plan podría no incrementar significativamente la probabilidad de que los beneficiarios tengan éxito a lo largo de su vida profesional. Continuar leyendo