Entre los muchos aspectos positivos de la visita del Presidente de los EE.UU. a nuestro país, quiero remarcar que Barack Obama llega en un momento de su vida política y personal en el que ha logrado la culminación de sus esfuerzos para instalar una nueva perspectiva en la diplomacia norteamericana.
Poco a poco, dejando atrás la reiterada tentación del establishment de Washington de resolver todos los conflictos sobre la base de la fuerza (militar o diplomática), logró el pacto con Irán, la apertura hacia Cuba; el acuerdo de París sobre el cambio climático y el Acuerdo de Comercio Transpacífico. Criticado por su “debilidad” ante Siria, consiguió con tenacidad que se destruyeran las armas químicas y se iniciase un proceso de diálogo, en lugar de recurrir otra vez a la fuerza que hubiese generado mas violencia aún.
La apertura hacia Cuba cambia completamente el panorama regional, amplia los espacios de diálogo interamericano y es un golpe definitivo a los restos del populismo chavista que aún quedaban en la región.
Mas allá de la importancia que los EE.UU. tienen como actor global, este Obama que nos visita encaja perfectamente con las prioridades de nuestra nueva política exterior, que busca reinstalar a la Argentina como actor confiable, sobre la base del diálogo urbi et orbi; que el Presidente Macri se ha propuesto con sólidos fundamentos; y que Obama ha reconocido al venir aquí directamente desde Cuba, sin pasar por otras capitales, como sucede habitualmente.
Somos la tercera economía de la región y un actor clave en la provisión de alimentos al mundo. Tenemos una rica tradición diplomática de participación en los foros multilaterales y de actuación en zonas de conflicto a través de nuestras misiones de mantenimiento de la paz. Estas misiones coinciden con la estrategia diplomática que ha instalado el Presidente Obama, quien en un articulo reciente afirmó que “la preservación de la credibilidad (por la imposición de la fuerza) llevó a Vietnam. Dejar caer bombas sobre alguien para demostrar que usted está dispuesto a bombardear a alguien es la peor razón para usar la fuerza.”
En un mundo en el que muchos aliados poderosos de los EE.UU. miran para otro lado cuando hay que jugarse en zonas calientes, Argentina tiene una oportunidad de cooperación sobre la base de gestos de paz y de defensa activa de los derechos humanos. Por ello, existe también la oportunidad de revitalizar nuestra alicaída alianza extra OTAN (el único de la región) y retomar un mayor protagonismo como miembros del G-20, un espacio central para las decisiones del poder, en el que las últimas participaciones de la presidenta Kirchner rayaron en el ridículo.
Aun en los tiempos de relaciones conflictivas con los EE.UU. se han sostenido programas de cooperación bilateral que pueden potenciarse enormemente, como el acuerdo con la NASA que permitió colocar satélites de enorme complejidad desde los que se prestan servicios a muchos países. Cotidianamente aparecen nuevos espacios científicos en los que especialistas argentinos interactúan con pares norteamericanos en proyectos de avanzada, que podrían ampliarse en nuestros Institutos.
En esta visita, la cooperación en la lucha contra el crimen organizado en sus diversas facetas ocupa un lugar central. Las últimas informaciones demuestran que nuestros puertos figuran entre los primeros exportadores de cocaína hacia Europa y África, sumando un factor más de desestabilización a aquellas regiones (y hacia nuestro propio país). Sostener un diálogo y una acción concreta en este campo es otra oportunidad para la relevancia de nuestro País hacia el resto del mundo.
Finalmente, debemos mencionar que Obama llega a Argentina en un momento en el que se está reconfigurando el mapa político de nuestra Latinoamérica. El drama de Brasil, la crisis en Venezuela, el crecimiento de la Alianza del Pacífico son todas oportunidades para que la voz de Argentina sea escuchada con mas atención y respeto.
Y, obviamente, el interés por nuevas inversiones y mercados que no será un proceso instantáneo y mágico, pero que puede potenciarse por la acumulación de confianza política y desarrollo de políticas económicas serias y previsibles.
En síntesis, las visitas de tres jefes de Estado de altísimo nivel en los primeros 100 días de gobierno abren un panorama inédito para nuestras políticas internas y externas. Obama es -por su importancia humana y política- la más relevante para los objetivos estratégicos que han votado los argentinos.