El día 7 de agosto, el Gobierno anunció medidas de intención reanimante. Algunas, como las ligadas al REPRO y a un sistema de pasantías, son de corte “ofertista”; pueden otorgar un cierto paliativo en un mercado laboral que viene rengueando. Se añade un proyecto más impulsivo, como el programa de renovación de la flota de colectivos (con tasas de interés subsidiadas), y una adecuación del régimen de CEDIN, buscando un mayor compromiso de los bancos y una mayor entrada de dólares por esta vía.
Los anuncios no definen demasiada “masa crítica”. Pero, fundamentalmente, el quid es que ellos se enmarcan en un error de diagnóstico, y, por ende, los enfoques de política lucen limitados. Por de pronto, se imputa a pleno la seria desaceleración interna con la debilidad de la economía mundial. Ciertamente, ésta no rebosa; los países del continente, también presentan mellas. No obstante, la Argentina viene figurando entre los países de más bajo crecimiento comparado; en más o en menos: estancamiento. Y, cuando se dice que esa debilidad hace caer exportaciones, en rigor, hay países (por razones varias) que suben sus exportaciones: vgr., EE.UU., Alemania, Irlanda, Portugal, España.