Si se hiciese una encuesta sobre los principales problemas ambientales de la ciudad de Buenos Aires, muchos porteños optarían por señalar infinidad de conflictos con los que conviven habitualmente y que gozan de mucha prensa, pero seguramente no señalarían al ruido como uno de ellos.
Sin embargo la nuestra es una de las cuatro ciudades más ruidosas del mundo. Y esos sonidos agraviantes para una vida digna y que en muchas zonas apenas varían entre la noche y el día, provocan un fuerte impacto sobre la salud y la vida social de las personas, aunque estos efectos tarden muchos en ser detectados y mucho menos aún, relacionados con los sonidos de la ciudad.
No sólo provocan problemas de audición, sino además trastornos en el sueño, y a partir de ello problemas psicofisiológicos, que derivan en un fuerte incremento sobre los costos de las obras sociales y empresas de medicina prepaga, así como en los niveles de presentismo laboral. Continuar leyendo