Los primeros días de marzo de 2014 estuvieron marcados por la “paz cambiaria”. El gobierno tomó varias medidas para contener las presiones al alza en el precio de moneda extranjera que se venían acentuando en los últimos meses y que se materializaban en una importante caída de Reservas del Banco Central. Esta política apuntaba a contener el tipo de cambio nominal.
Como se preveía antes de las elecciones, era esperable que luego de los comicios algo se hiciera para combatir la pérdida de reservas mediante una política que favoreciera una mayor depreciación del peso. En efecto, se combinó un menú de medidas que pretendieron alimentar la oferta interna de divisas y limitar la demanda. Fue el “efecto Fábrega” con relativo éxito en la plaza, al menos hasta ahora.