Hace algunas semanas en estos mismos espacios hablaba de un país llamado olvido, y ustedes mis queridos lectores se preguntarán cuál es mi afán de buscar otros nombres para lo que alguna vez lo tuvo.
El afán viene del simple hecho de que Venezuela durante estos más de 15 años bajo la garra del castrochavismo fue desdibujándose y convirtiéndose en tierra de odios, de retaliaciones, de mentiras dichas con el desparpajo de un pillo que usó a los pobres para trocarlos en paupérrimos y así poderles sembrar resentimiento, mendicidad, servilismo. Fue obligando al cierre de empresas nacionales y quebrando empresarios criollos para suplirlos por rusos, iraníes, cubanos, chinos, brasileros, bielorrusos, argentinos. De ellos el régimen tiene las mayores garantías de tranquilidad, porque ni harán presión ni crearán problemas y el sueño “Ganar ganar” queda garantizado, mientras los nacionales o doblan el espinazo o se largan a una diáspora creciente que favorece a los caporales y a los nuevos dueños de este terreno…