Ya han transcurrido tres semanas de ese triunfo extraordinario de la civilidad sobre el militarismo salvaje. Triunfo que debemos administrar con inteligencia, con serenidad y firmeza. Triunfo que nos exige más que nunca hablar claro y no quedarnos como convidados de piedra en una obra magna donde casi 8 millones de venezolanos con pequeñas papeletas de votación gritamos ¡Basta!
Y es que si algo debe impulsar este pasado 6D es quitarles a los militares la arrogante creencia de que les tenemos miedo y que la civilidad está supeditada a su barbarie armada. Los militares a los cuarteles es una proclama inaplazable por necesaria. El gobierno debe ser civil. Ya está bueno de altaneros troperos creyéndose dueños de Venezuela. Ya está bueno que muchos civiles -unos por cálculos miedosos y otros por cálculos indignos- estén desgañitándose en loas a un grupo militar que pasará a la historia republicana de Venezuela como el más abyecto. Como grandes traidores y muchos, delictuosos integrantes de una banda hamponil.
17 años de tragedia tienen padres. No se generaron en un laboratorio. Son producto de la apatía, del conformismo, de la complicidad. Y no callaré tampoco ahora que mi contento es grande porque creo que esos -que mucho hemos denunciado y combatido- han recibido por fin un ¡Tatequieto! Yo he apostado desde siempre por Venezuela y veo lo que si se maneja con inteligencia, será el final del Chavismo con Chávez y sin Chávez, porque con él y sin él es la misma letrina. La misma comparsa de chulos, pseudo opositores, hampones de franelas rojas y hampones de camisa cara.
Por eso, unos días después del 6D, a las preguntas que me hizo un colega periodista para su análisis sobre los sucesos electorales, mis respuestas llevaron el mismo estilo con el que he hablado y hablaré siempre.
Me dijo: ¿Cuál es la razón por la que el ejército se negó a obedecer la orden desesperada de Maduro?
Aclarándole previamente que esa versión de cuento para niños no me va, y aclarándole también que respondería desde lo que creo supuestos negados, las razones pueden ser varias… una de ellas, que después de haber convertido el estamento militar en brazo armado del castrochavismo, de haber aceptado complacidos la invasión cubana en cuarteles e instituciones militares, en registros y notarías públicas, en ministerios y hasta en el propio Palacio de Miraflores, en el cual Raúl Castro tuvo la descarada osadía de montar consejos de ministros como el de abril de 2010 donde honores al invasor fueron rendidos por esa legión indigna de uniformados tanto al dictador cubano como a sus ministros y altos jerarcas, sopesaron y prefieren comenzar a lavar sus sucias caras…
¿Y me voy a olvidar de esto y los voy a hacer mis héroes? Pues no. Escucho aún el grito ¡Fuerza armada Chavista, revolucionaria y anti imperialista!, el ¡Patria Socialismo o Muerte!
¡No! más bien se me parecen a las legendarias ratas de las naves hundiéndose y sus desesperados abandonos…
Y siguió mi colega con sus preguntas, una: ¿Es esto el final del chavismo?
Y le aclaré que decir el final es muy apresurado y muy altanero. Creo que es sí, la confirmación de que hay un pueblo que se hartó de mentiras y robos, y otro que gusta de apoyos remunerados y al terminarse la plata por la ruina del estado, producto del saqueo rojo, no les motivó más el cuento de la “Revolución bonita” y menos aquel slogan de “Con hambre y sin empleo yo con Chávez me resteo…”
Es muy complicada la realidad sociopolítica que ha dejado este tiempo de arengas violentas, de desmontaje de leyes, de impunidad a cambio de apoyos… Es también complicado hoy, imaginar que en esa desbandada roja, haya propósito de enmienda y mucho menos contrición de corazón… Por eso es más que sensato dar tiempo antes de responder de manera axiomática.
Preguntó también mi colega si veo riesgo aún de golpe de Estado… y le respondí que yo no lo creo… Pero siempre puede haber en un militarote rojo ese corazoncito golpista y esas ganas de ser un nuevo caudillo. Sin embargo, reitero: ¡No lo creo! Además, enriquecidos como están muchos, pueden pensar que es mejor cargar la lana, quedarse con ella, y no ganarse la fama que a todas todas es y sería muy mala.
Y otra incógnita ¿Saldrán a la luz pruebas que demuestren al mundo el intento de fraude de última hora de los chavistas y del plante militar a Maduro?
Le comento a él y a todos mis lectores que de hecho ya está más que confirmada la intención… pero dicen que no tuvo apoyo de los que en ese momento prefirieron la “Institucionalidad” algo que se habían saltado a la torera por años. ¡Pero vamos, nunca es tarde! y si sumamos a esto el desnude del narcotráfico en las filas del régimen, las consecuencias legales a nivel internacional, también frenan cualquier mal pensamiento… El supuesto “Cartel de los Soles” debe estar más preocupado por no llegar a cambiar el uniforme, las medallas y charreteras por un overall color naranja…
Por eso, desde aquí pido con fe que el 2016 sea el año del rescate de nuestras libertades en una Venezuela con democracia real. El año donde impongamos que lo más sano es decir con fuerza ciudadana y civilismo: ¡Milico a tu cuartel!