Para analizar la competitividad de una economía, se suele utilizar como indicador de referencia el tipo de cambio real, que mide el poder de compra de la moneda doméstica respecto a otro país o grupo de países. Sin embargo, se trata de una medida mucho más amplia, que incluye una gran cantidad de factores institucionales, los cuales son más difíciles de estimar en el día a día.
Para tener una visión que abarque los numerosos factores que determinan la posición mundial de un país, el World Economic Forum (WEF) elabora anualmente un Índice de Competitividad Global (ICG) para 140 países, que incluye tres pilares sobre los que debe asentarse una economía: requerimientos básicos (participación del 30,3% en el indicador), potenciadores de eficiencia (50% del índice) e innovación y factores de sofisticación (19,7% del total).
El ICG es de gran utilidad, no sólo para analizar la posición del país respecto del resto de las economías, sino para estudiar con detalle la posición relativa de cada uno de los ítems que componen los tres pilares mencionados, a fin de determinar fortalezas (posiciones más cerca de 1) y debilidades (indicadores más cercanos a 140) de corto y largo plazo.
En el último informe de 2015, Argentina descendió dos posiciones, desde el puesto 104 al 106, debido a los malos resultados en diferentes indicadores de los pilares que conforman el ICG. Continuar leyendo