El término Cloud, o nube, ha sido usado de manera metafórica desde que nació en 1960 de la mano de IBM para connotar una infraestructura por la cual los usuarios tienen acceso a aplicaciones desde cualquier lugar del mundo bajo demanda, lo que conocemos más comúnmente como Internet.
Cloud Computing lleva implícitos dos conceptos: abstracción y virtualización. La abstracción hace referencia a que las aplicaciones corren sobre una máquina física que no está especificada, los datos son alojados en lugares desconocidos, la administración está a cargo de un tercero y finalmente los usuarios tienen acceso a esta infraestructura desde cualquier lugar con conexión a la red. En cuanto a la virtualización, tiene que ver con la creación (a través de software) de una versión virtual de algún recurso tecnológico, como por ejemplo una plataforma de hardware, un sistema operativo, un dispositivo de almacenamiento u otros recursos de red.
Hace algunos años, cuando resurgió la tecnología de virtualización, sólo se destacaba por su impacto positivo en el ahorro económico, gracias a la automatización de procesos que antes eran manuales y requerían el involucramiento de recursos humanos; y por la agilidad que brindaba a la operación debido a la consolidación de servidores dentro del Data Center.
Llevó varios años que el mercado madure y comience a detectar los beneficios comerciales de la virtualización y su impacto tanto en el negocio, como en la competitividad de las empresas. En la actualidad, las organizaciones dependen fuertemente de la tecnología, pero cuando ésta no pertenece a su core-business, se desperdicia el esfuerzo en la administración de la infraestructura – entendiendo por infraestructura a los servidores y al equipamiento de comunicaciones y/o seguridad – en vez de focalizar los recursos (tiempo, RR.HH., etc.) en lo que genera ganancias.
Cloud Computing surge como un modelo comercial de consumo de infraestructura bajo demanda que pretende satisfacer las necesidades de gestión empleando la mínima cantidad de recursos. El consumo bajo demanda permite que las aplicaciones informáticas utilicen las herramientas computacionales a medida que lo necesiten, pudiendo disponer de la infraestructura según la necesidad de cada momento, brindando el concepto de elasticidad.
Incontables empresas han penetrado en nuevos mercados gracias al menor riesgo que implica un servicio Cloud en contraposición a un proyecto tradicional de inversión. Asimismo, este modelo también ha permitido a muchas otras empresas atender a una base más amplia de clientes que bajo los modelos tradicionales, donde son necesarias importantes inversiones, hubiera sido inviable.
En el transcurso de los próximos años, el desafío se presentará en la capacidad de detectar rápidamente cambios en el mercado mediante el análisis de grandes volúmenes de información (Big Data). Cumplir con este reto sería imposible sin Cloud Computing, infraestructura que da la posibilidad de generar nuevos negocios, asumiendo un mínimo riesgo y enfocando sus recursos de manera eficaz.