Somos

Camino por el fondo de la Casa Rosada. Veo el obrador que tapa parcialmente lo que queda en pie del monumento a Cristobal Colón. Sigo caminando, miro fijamente a la Rosada, que inmutable no contesta las preguntas que le hago. Sigo caminando, detrás de una grúa aparece Colón, acostado. Está envuelto en lo que parecen ser vendas gigantes. Me pregunto que le dolerá más. Acostamos a Colón, algunos dicen que para parar a Juana Azurduy. No sé. Por ahora no se para nadie. De hecho, no veo a nadie parado cerca. Sigo caminando. La Rosada sigue muda. Mis preguntas sin respuesta.

Somos Colón, ¿se entiende no? Somos Colón y Juana Azurduy. Somos los conquistadores y los pueblos originarios, somos Juan de Garay y los Pampas. También somos Saavedra y Moreno. Somos San Martín y Belgrano. Somos Lavalle y Dorrego. Somos Rosas y Sarmiento. Somos Roca y su campaña al desierto y también los que murieron en esa campaña. Somos Pellegrini. Somos Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. Somos los millones de inmigrantes que eligieron nuestra tierra para cumplir sus sueños y también los locales que quisieron impedir la inmigración. Somos los radicales yrigoyenistas y los anti-personalistas. Somos Uriburu y su golpe y somos los que cometían fraude electoral en los 30 (también somos los que lo siguen cometiendo a 30 años de la vuelta de la democracia).

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Llenando la escuela pública

En los últimos días, y a partir de la nueva inscripción online y la falta de vacantes de 0 a 3 años en la Ciudad de Buenos Aires, se volvió a escuchar un latiguillo que ya es parte integral del discurso de la oposición política y algunos gremios docentes de la ciudad: “El macrismo está vaciando la escuela pública“. Sobre este discurso se monta todo ataque a cualquier decisión o acción que nuestro gobierno toma en el área educativa. La pregunta es: ¿se está vaciando la escuela pública en la ciudad?

Cuando Mauricio Macri llego a la jefatura de gobierno se había declarado la Emergencia Edilicia Educativa. Más de 500 edificios de los más de 700 que tiene la ciudad tenían problemas graves de infraestructura, incluyendo a más de 300 que no tenían conexión a gas. La decisión entonces fue “llenar” de obreros las escuelas. Arreglarlas, conectarlas a la red de gas natural, no sólo para calefaccionarlas en invierno sino para cocinar la comida que se da diariamente a más de 250.000 niños. Pero también había que mantenerlas después de arreglarlas, por eso implementamos un plan que garantiza un piso anual de mantenimiento para la totalidad de los edificios escolares.

Tampoco alcanza arreglar los edificios, en ellos debe haber un cuerpo directivo y docente que tenga las herramientas para poder ejercer esa función imprescindible para el progreso de nuestra sociedad que es enseñar. Para ello debíamos mejorar sus condiciones laborales, económicas y pedagógicas. Primero aumentando el salario docente porteño real y concretando acuerdos paritarios inclusive en escenarios de conflicto en otras jurisdicciones y a nivel nacional. Segundo reformando el sistema de concurso y ascenso a través de la nueva ley de juntas de clasificación. Tercero implementando programas de capacitación permanente en servicio en convenio con universidades públicas (UBA) y privadas (San Andrés, Di Tella). De esta manera “llenamos” los edificios con docentes que cuentan con más herramientas para enseñar y en condiciones dignas de trabajo convencidos del potencial y conocimiento que los docentes de la ciudad tienen para compartir.

También creemos que esos directivos y docentes pueden mejorar aún más y hacer mejorar a otros. Por ello comenzamos programas de intercambio con las mejores escuelas del mundo y entonces “llenamos” de docentes suecos, finlandeses, americanos escuelas de la ciudad para intercambiar experiencias. Y “llenamos” escuelas americanas con docentes argentinos (gracias a la beca Fulbright) para continuar ese intercambio.

No alcanza con lo expuesto. Decidimos “llenar” de inglés la primaria y que el idioma se enseñe desde primer grado y estamos por inaugurar la primer escuela bilingüe argentino-china, además de multiplicar las escuelas públicas que ofrecen bachillerato internacional. Y “llenamos” de computadoras conectadas a internet todas las escuelas para que los alumnos, y docentes, comiencen desde primer grado a usar la internet, hoy la herramienta de comunicación más importante en el mundo.

Para saber si todos estos cambios tienen impacto real en el aprendizaje “llenamos” las escuelas de evaluaciones que nos permiten saber qué hacemos bien para multiplicarlo y lo que hacemos mal para corregirlo. Y queremos que esa evaluación la haga objetivamente un instituto independiente para lo que hemos presentado una ley que debe votar la Legislatura porteña.

Finalmente, pusimos un foco en “llenar” los jardines de infantes. Cuando llegamos al gobierno, la ciudad apenas lograba cubrir la escolaridad de los niños de 5 años, según el ministro porteño de ese entonces Alberto Sileoni. Hoy y gracias a la construcción de 29 jardines que crearon 9500 vacantes nuevas (el crecimiento más importante en la historia de la ciudad autónoma) y la implementación de un sistema que simplifica y transparenta la inscripción a la escuela pública, todos los niños de 4 y 5 años pueden ir a la escuela y nos hemos comprometido a que todos los de 3 lo hagan antes de fin del mandato (hoy con cobertura de 90% aproximadamente). Es bueno recordar que en el país 633.000 niños de entre 3 y 5 años no van a la escuela.

Seguramente el lector no conozca muchos de estos hechos y datos, pero las madres y padres de la ciudad parece que sí, ya que este año y por tercero consecutivo está creciendo la matrícula de las escuelas estatales en la ciudad, después de una década de caída continua. Es decir que no sólo hemos “llenado” las escuelas de docentes más capacitados y acompañados, de mejoras edilicias, de herramientas pedagógicas y tecnológicas para docentes y estudiantes sino que además, y más importante, esta gestión esta “llenando” las escuelas de alumnos y alumnas y cada vez de edad más temprana para garantizar la verdadera igualdad de oportunidades.

Por supuesto que falta, sobre todo en educación, siempre se puede y debe mejorar. Si no, se cae en la mediocridad y ni Mauricio ni nadie de su equipo ha venido a la política para mantener el status quo. Vinimos a cambiar y transformar nuestro país. La revolución educativa que estamos haciendo en la ciudad es base de esa mejora, por eso queremos extenderla a todo nuestra Argentina como la verdadera política de progreso social.