Allá por noviembre del 2009, en una jornada de reflexión convocada por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), la vicepresidencia del gobierno de Colombia y la embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, quienes participamos del cónclave incorporamos una serie de conceptos que, con el correr de los años, se transformaron en ideas fuerza de hacia dónde se encauzarían las políticas públicas en materia de reducción de la oferta y de la demanda de drogas.
Frente al auditorio compuesto por periodistas, comunicadores, funcionarios y expertos en la temática, el por entonces director de la Policía Nacional de Colombia, general Óscar Naranjo, pronosticaba la inminente disolución de las viejas estructuras de tipo cartel y la reestructuración descentralizada y globalizada del negocio de las drogas. También nos planteaba una mayor sofisticación en la manera de lavar activos, una profesionalización de la actividad, y la capacidad de auto-invisibilidad como nueva y mayor fortaleza del crimen transnacional organizado.