De ningún modo podrán los Estados devolver a las víctimas de las inundaciones recientes la vida o las pérdidas sufridas, pero deben revertir la pasividad frente a los fenómenos ineludibles del clima.
Más que nunca se hace evidente la disparidad de los tiempos climáticos y políticos. No hay cronogramas establecidos ni planificación que pueda consensuarse con el calentamiento global; luego de décadas y décadas de negación y minimización, la necesidad de ocuparse de mitigar sus efectos y contribuir a poner freno a los procesos que lo llevaron a este punto es impostergable.