Las cifras son aberrantes. Pero más aberrante aún es pensar que las cifras sólo representan la punta del iceberg; que por cada número (cada historia, cada vida) que se conoce, hay miles que no se conocen. Las cifras son aberrantes pero aberrante es también la indiferencia.
Toda la Doctrina Social de la Iglesia se entiende a partir de una premisa fundamental: Dios siempre se pone del lado del oprimido, del excluido, del más débil. Y por eso es claro que la Iglesia debe denunciar y evitar todo tipo de violencia, pero cuánto más indefensa y débil sea la víctima, con más fuerza y energía se debe luchar contra esa violencia.
Lamentablemente la llamada “violencia de género” no es algo nuevo, sino que es una triste realidad que atraviesa la historia de la humanidad. Cada vez que nos encontramos con la noticia trágica de un femicidio somos conscientes que ése es sólo el desenlace de un proceso largo, doloroso y evitable que se inició generalmente hace tiempo y que nadie supo detener. Continuar leyendo