Dos dinastías se asoman para disputar del poder post Obama

La política de los EEUU fue noticia en las últimas semanas por la postura del Partido Republicano de presionar en el Congreso para forzar cambios de la administración Obama en materia de seguro médico. El famoso “Obamacare” es considerado por la oposición como excesivamente intrusivo y costoso. Para lograrlo, recurrieron al mecanismo de cortar la aprobación de fondos básicos para el funcionamiento de parte del Estado. Desde ya, un titular impactante para cualquier país y más cuando se trata de la principal potencia planetaria.

Finalmente, se logró luego de varias semanas un principio de acuerdo. El sector más moderado de los republicanos ganó margen de maniobra frente a los halcones del Tea Party. Cabe recordar que ya Bill Clinton durante su gestión demócrata en la década del ’90 sufrió un “cierre parcial” del Estado. Poco tiempo después, lograría su reelección para un segundo mandato. Su clave: un delicado equilibrio entre contener a las bases demócratas y sus agendas más sociales y conquistar a un significativo segmento del voto centrista que pendula entre los dos partidos dependiendo de la elección y los temas de agenda de cada momento.

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Las dificultades para la consolidación democrática: la teocracia no está sola

En los últimos meses han ocupado parte sustancial de los análisis periodísticos y académicos las tensiones cada vez más evidentes que se dan entre gobiernos con matrices teocráticas y fundamentalistas en el Medio Oriente con el normal desarrollo de procesos políticos democráticos y las garantías y derechos individuales. La situación en Egipto fue el epicentro de estas discusiones, con el ascenso al poder el año pasado de la Hermandad Musulmana y su posterior derrocamiento por un golpe de Estado pocas semanas atrás. En un escenario de manifestaciones cruzadas y ascendente violencia, amplios sectores de la población y la casi totalidad de las FFAA venían cuestionando al presidente Morsi, que llegó al poder por ser una primera minoría electoral, por sus planes crecientemente autoritarios y “cesarísticos“. Otro caso que genera particular atención, y con implicancias estratégicas aun mayores de las ya importantes que se dan en la tierra de los faraones, es Turquía. Allí, un fundamentalismo pretendidamente moderado ocupa el Poder Ejecutivo, pero ha venido dando muestras de crecientes turbulencias por sus acciones y medidas y generando malestar y temor en amplios sectores sociales en general y en los militares en particular.

Desde hace años un sobresaliente politólogo como Giovanni Sartori advierte acerca de las tensiones propias que existen cuando se busca cambiar teocracia y democracia. La razón básica es que, en esta última, la voz del pueblo es la voz de Dios en tanto que en la primera la voz de Dios se escucha de la boca y pluma de los religiosos y teólogos-políticos que la decodifican y retransmiten a la sociedad. El caso más extremo y conocido es el Irán post revolución de 1979. Allí, la palabra final de quién y cómo se presentan a los diferentes cargos electivos la tienen los mandos religiosos y en especial el jefe político y espiritual del país, el Ayatollah. La gente vota, pero sólo a aquellos que pasan el filtro. Usualmente sólo un 20 o 30%, o aún menos son autorizados.

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