El peligro del terrorismo islámico en América Latina

Ya hemos sido advertidos, y ya hemos pagado con sangre el precio de la inacción, la inoperancia y la corrupción. Pero a vista de algunos en Latinoamérica el terrorismo parecería ser una invención de la imaginación. Una excusa yankee para justificar intervenciones armadas y designios imperiales. Un guion para dar legitimidad a todo tipo de intromisión; y una suerte de trama confeccionada para socavar la soberanía de las naciones y conquistar recursos vitales.

Estoy hablando de ciertos elementos dentro del pensamiento contemporáneo y de algún que otro artífice del populismo latinoamericano. No obstante, y sin ánimos de entrar ahora en un debate político más amplio, a veintiún años de la voladura a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), la sociedad civil debe concientizarse sobre los peligros que representa el terrorismo internacional. Debemos terminar con las declaraciones obtusas que hacen apología del delito, que básicamente arguyen que el que para uno es terrorista para otro es un combatiente -un freedom fighter- que lucha por la liberación de su pueblo. Como argumenta pues George Chaya, nunca nos pondremos de acuerdo sobre las causas puntuales del terrorismo si nos empecinamos solamente en explicar (y en justificar) la existencia de ideales frustrados.

Aunque no existe una definición internacionalmente consensuada sobre el tema, los expertos por lo menos coinciden en que un acto terrorista es aquel que busca la matanza de civiles y hacedores de decisión. Los terroristas pueden intentar maximizar el número de víctimas atacando un lugar lleno de transeúntes, o bien directamente atentar contra la vida de un funcionario público. Sean a gran escala o en un nivel simbólico, los atentados se llevan a cabo con fines políticos y propagandísticos; y su objetivo final consiste en influenciar, o mismo coaccionar, por medio del miedo y el terror, las decisiones y las políticas de un Estado o una organización internacional. Continuar leyendo

La previsible revelación de los cables sauditas

La semana pasada la polémica WikiLeaks comenzó a difundir cientos de miles de documentos clasificados del Ministerio de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita que, desde ya, por la naturaleza de su contenido, complican la imagen de la conservadora, rica y reservada monarquía del Golfo. Según lo reportado por la organización presidida por Julian Assange, entre los cables se encuentran reportes altamente secretos que dan cuenta del modus operandi de la política saudita, basado esencialmente en la compra de influencia mediante sobornos y el flujo de dinero a individuos e instituciones clave. Sin embargo, pese a lo revelador que resulta este Saudigate a los efectos de comprender mejor las intrigas sauditas, el contenido extraído por WikiLeaks difícilmente sorprende. Arabia Saudita es después de todo un país cuya relevancia en la escena global se expresa en términos de petrodólares; sus funcionarios tienen a su alcance una chequera que no conoce límite y que le permite al país comprar la preeminencia que de otro modo no tendría.

La publicación de los cables no ha trascendido como noticia en América Latina, y aun así es una primicia que creo que podría ser tomada para estudiar. Quizás, en términos más generales, el comportamiento de los Estados que utilizan el caudal monetario que deviene de sus riquezas fósiles para financiar su política exterior. En el caso que aquí nos compete podemos extraer algunas observaciones. Según lo constatado hasta ahora por los cables filtrados, los sauditas no tienen escrúpulos a la hora de comprar el silencio de medios e instituciones. También ha quedado (otra vez) en evidencia que el Gobierno saudita mantiene vínculos con terroristas y que se destinan recursos públicos -aunque en rigor todo le pertenece a la familia real y no al pueblo- para monitorear la actividad de sauditas en el extranjero. Continuar leyendo