Un poco en broma y otro poco en serio, muchos camaradas y amigos me preguntaron durante estos últimos días: “¿Y ahora sobre qué escribirás?”. Finalmente, hay cambio de ciclo, Cristina Kirchner y súper ego pasarán a la historia, ella y sus caricaturescas apariciones y diatribas sólo serán recordadas entre risas y mofas en alguna que otra reunión social. ¿Pero qué harán aquellos que —como en mi caso— se han granjeado amores y odios varios por expresar un pensamiento crítico sobre ese engendro filosófico y político denominado kirchnerismo?
En mi humilde y aún inexperta opinión, columnas como estas sirven muchas veces de alerta temprana para prevenir un posible desvío no deseado o para ser una verdadera luz roja de alarma cuando definitivamente en algún aspecto determinado la gestión desbarrancó por alguna causa.
En épocas normales como las que se avecinan, luces verdes, amarillas y rojas se han de alternar sin solución de continuidad por el lógico lema que indica que quien hace siempre está en riesgo de cometer un error. Lo particular de los últimos 12 años es que el color rojo predominó en el tablero de alarmas de la política gubernamental.
Muchos señores, vestidos de paisanos o de uniforme, se van de esta nefasta gestión dándome vuelta la cara cuando me cruzan en un pasillo. No siempre la crítica es bien aceptada y menos aún por parte de funcionarios de un régimen tan particular como el que saldrá eyectado de la Casa Rosada a las 12 horas del próximo 10 de diciembre. Continuar leyendo