Seguramente, amigo lector, coincidirá conmigo en reconocer una especial tentación de cualquier dirigente, sea cual fuera la actividad en la que ejerce su mando, a recurrir a las metáforas marinas para graficar los distintos avatares de su vida. No es menos cierto que la clase política hace un uso hasta casi abusivo de la dialéctica marinera.
Desde Evita Capitana, pasando por Cristina (capitana también), hasta aquellos famosos “Capitanes de la Industria” y una vieja campaña política que con compases musicales arengaba “si el barco del gobierno se va a pique, la solución es ‘Udelpa’ de Manrique”, son ejemplos más que suficientes para graficar el fenómeno. Para ser justos digamos que en el caso del difunto Paco Manrique, él sí era marino de verdad y tuvo la delicadeza de pedir la baja de la Armada para dedicarse a la política.