Cada acto, cada ceremonia, cada encuentro con su pueblo ha de tener muy seguramente un sabor especial para la presidente Cristina Fernández. Ese sabor característico de la última vez. En el Congreso, al abrir las sesiones ordinarias, el aniversario de la Revolución de Mayo y ahora la reciente celebración del Día de la Bandera han agregado al tradicional tono épico de cada arenga el matiz melancólico de la despedida.
Ese “los quiero mucho” al cerrar su discurso del 20 de junio en Rosario parecía recordar el famoso “llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”, dicho por Juan Domingo Perón el 12 de junio de 1974. Salvando las obvias distancias tanto en el tipo de despedida como en la altura política del orador, claro está.