Cuando en todo el país, y pocas horas después alrededor del mundo, se vieron las imágenes del vuelo 2708 de Aerolíneas Argentinas operado por Austral Líneas Aéreas, se armó un escándalo de grandes proporciones que tiene algunos efectos positivos.
El primero de ellos es que la nacionalización del hecho, por la potencia amplificadora de la televisión, trasladó un tema poco televisivo o mediático como es la seguridad aerocomercial, con excepción de los accidentes, al centro de la escena del debate público.
Ese efecto es positivo por todo lo negativo que hay detrás de un escándalo semejante y al que se le corre levemente el velo. Esto, además excederá a Aerolíneas Argentinas. Más directo: los problemas que producen estupor masivo en la opinión pública producen automáticamente reacciones de los responsables de esas áreas. Tiene efecto en la accountability. Tanto es así que la primera decisión la tomó el propio gerente general de la línea de bandera: expulsar a los pilotos del escándalo y realizar denuncias penales, más una sanción, como mínimo desproporcionada y a mi juicio injusta e ilegal, contra Vicky Xipolitakis. Continuar leyendo