Conectar talentos, estudios y salida laboral

En casi todas las industrias modernas, la tecnología está cambiando el modo en que los usuarios acceden a la información. Pero todavía vemos poco de estos cambios en la educación, especialmente en América Latina. Los padres no suelen tener acceso a información sobre la calidad de las escuelas, lo que los lleva a tomar decisiones basadas en otros factores, como la ubicación o las referencias de sus amigos. Esto ocurre incluso con las escuelas privadas, que “no comparten indicadores educativos reales con los padres”, dice Massimo Mazzone, fundador de Cadmus Academies, una nueva red de escuelas privadas de bajo costo en América Central. “Su posicionamiento está más ligado a elementos como el confort y la seguridad de las instalaciones en lugar de las estadísticas de acceso a la universidad o inserción laboral”.

El fenómeno se repite en la educación superior. Los rankings se enfocan en el tamaño de los campus, la cantidad de publicaciones del cuerpo docente y la evolución del financiamiento, en lugar de la escala salarial y las oportunidades de carrera de los alumnos. Sin importar si se elige una licenciatura tradicional de 4 años o algún curso técnico vocacional, prácticamente no hay buena información sobre el destino de los graduados. Continuar leyendo

Bienvenida la innovación en la educación brasileña

Los sistemas educativos en América Latina están gradualmente incorporando más innovación –algunos más, otros menos. Pero en el caso de Brasil, parece más una invasión de innovación y nuevas tecnologías.

Cada año, se realiza en la ciudad de San Pablo el LearnFest, una conferencia de alcance global que busca promover la innovación educativa a través del emprendimiento y la tecnología. Su organizador, Russell Goldman, se muestra optimista sobre el futuro. “Brasil lidera hace tiempo la agenda digital, pero en los últimos 5 años ha visto una explosión en la actividad emprendedora. Una revolución que comenzó con una nueva ola de iniciativas de comercio electrónico, desarrolladores e incubadoras de e-cosistemas y que ahora está llegando a industrias reguladas y de impacto como la educación y la salud”, explica. “Es emocionante e inspirador al mismo tiempo”.

El sistema educativo brasileño presenta una urgente necesidad de mejora, con una calidad que sigue siendo baja para demasiados alumnos. En las últimas pruebas PISA, Brasil obtuvo 391 puntos en matemática, en contraste con la media de 494, mientras que en ciencias registró el segundo peor desempeño entre los países evaluados. En tantoen lectura, el país sacó 410 puntos, 80 por debajo de la media. De acuerdo a PISA, el promedio de alumnos de 15 años con déficit en habilidades básicas para leer alcanza al 50% -en contraste con el 19% registrado en otros países de la OCDE.

Estos números son preocupantes, la educación brasileña no logra seguir el ritmo del progreso económico del país. La clase media se ha expandido del 38% de la población total al 50% en sólo una década. Sin embargo, las realidades socioeconómicas siguen siendo determinantes en la calidad educativas de los estudiantes. La deserción escolar es todavía un desafío, especialmente en alumnos de menores ingresos: sólo 23% de los estudiantes del quintil más pobre se gradúa de la escuela secundaria. Además, únicamente el 11% de los adultos brasileños cuentan con estudios postsecundarios, lo que dista mucho de los promedios de la OCDE.

Este punto fue comentado este año en LearnFest por Denis Mizne, Director Ejecutivo de la Fundacao Lemann. Fundada en 2002 por el exitoso empresario Jorge Paulo Lemann, la Fundación promueve tecnologías y técnicas innovadoras de alto impacto sobre los resultados educativos.

Mizne dejó claro que las currículas necesitan adaptarse al siglo XXI si quieren ser efectivas. “Como hemos visto en otros sectores, la tecnología pronto saturará todo”, argumentó, “las escuelas, los padres y los estudiantes –el ecosistema educativo completo”. Y agregó: “En Brasil, tenemos lo básico: infraestructura, docentes, menús escolares, transporte, pero necesitamos que los estudiantes aprendan, y es aquí donde la innovación realmente puede agregar valor”.

El estadounidense Ky Adderley es otro ejemplo de la cultura innovadora que invade Brasil. Adderley comenzó como docente en Washington DC y fundó su primera escuela chárter a los 30 años en Brooklyn, Nueva York. Más tarde, en 2011, llevó su experiencia a Rio de Janeiro, donde trabajó con los locales Sistema Elite y Gera Ventures para replicar el modelo de escuelas. “Personalización, educación combinada, y currículas adaptables están presentes en todo debate aquí en Brasil”, explica.

Como en todos los países latinoamericanos, el rol de los docentes es fundamental en el debate sobre calidad educativa. Rafael Parente, quien fue Vice Ministro de Educación de Rio de Janeiro, argumenta que para mantener estos cambios, la formación y entrenamiento docentes también deben incluir las habilidades “blandas”-trabajo en equipo, pensamiento crítico, y adaptabilidad- que el mercado laboral demanda de los estudiantes.

En efecto, en Rio, el gobierno municipal ha hecho un esfuerzo integral a través de una serie de iniciativas para incorporar en sus docentes las ventajas del cambio y la adaptación – como paso previo a cualquier lección de tecnología. Parente señala que los docentes son desafiados por estos cambios empezando por el hecho de que no empezaron sus carreras como nativos digitales. Pero al mismo tiempo, aún son lo suficientemente jóvenes –la mayoría entre 30 y 45 años de edad- como para aprender nuevas formas de hacer las cosas.

Una de las claves del caso de Rio, como en tantos otros lugares, fue involucrar a grupos de la sociedad civil en la estrategia. En palabras de Parente, “la innovación se expande en todo Brasil pero aún necesitamos más presión desde la base de la pirámide, desde la sociedad civil, ONGs, y presión sobre los líderes políticos para continuar impulsando la reforma”.

Adderley concluye: “Los brasileños aún no están lo suficientemente indignados con la baja calidad de la educación” ni reclaman lo suficiente a sus dirigentes políticos. “Aun necesitamos más de eso en Brasil”.

¿Dónde se fue el liderazgo norteamericano?

Marcelo y el resto de mis de amigos de Brasil que vinieron a visitarme no pudieron tomar el barco que navega el Potomac River hacia Alexandria, porque los funcionarios del National Park Police tuvieron que dejar de trabajar luego de que el presidente Obama y la mayoría republicana en la Cámara de Representantes no se pusieron de acuerdo sobre el presupuesto y como consecuencia cerrara el gobierno por falta de recursos. El turismo de la ciudad se irá extinguiendo, ya que museos, memorials, y cementerios permanecerán sin personal y, por lo tanto, cerrados.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué no se encuentra liderazgo en Washington? El gobierno norteamericano no ha aprobado un presupuesto hace cinco años. Sí, ¡cinco años! Es difícil imaginarse una empresa, pequeña o grande, una familia, una organización sin fines de lucro, o un gobierno, funcionar sin presupuesto. Mucho menos un gobierno que gasta más de 3 trillones de dólares diarios, la economía más grande del mundo. La Administración Obama ha venido funcionando con una aprobación de gasto tras otra, dando lugar en cada extensión a una nueva negociación con el partido republicano. Esta vez, ese vencimiento era el 31 de septiembre, y los republicanos aprovecharon el momento para traer a la negociación el financiamiento de la reforma de salud, el logro más importante de su gobierno, que ha sido aprobado hace tres años.

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Filantropía de riesgo y educación

“Existen pocas innovaciones en el ámbito educativo que ofrezcan tanto potencial para transformar la educación de los estudiantes como el avance de la educación combinada”, sostiene Laura Vanderkam, autora del reporte sobre nuevas tendencias en educación elaborado por Philanthrophy Roundtable, una asociación de  líderes empresarios e inversores agrupados para potenciar sus donaciones e iniciativas filantrópicas en Estados Unidos.

La educación combinada, o blended learning en su denominación original en inglés, es un fenómeno reciente en Estados Unidos promovido por algunos pensadores, en particular por el famoso experto en innovación de Harvard Clayton Christensen y Michael B. Horn, que lo articularon en el best seller Disrupting Class junto con las primeras experiencias de compañías como K12.com, Connections Academy y escuelas como Rocketship o Carpe Diem. A ellos se suman instituciones como la incubadora Imagine K12, el fondo de inversión New School Venture Funds y otras que están financiando emprendedores enfocados en incorporar tecnología para mejorar la calidad educativa.

Lo que comenzó siendo un movimiento pequeño que trataba de combinar la enseñanza online con presencia en el aula y se dirigía inicialmente a los “no-consumidores” de educación formal, como aquellos alumnos que habían dejado la escuela o los que se educaban en sus casas (homeschooling: un segmento con más de 2 millones de alumnos sólo en Estados Unidos), se está convirtiendo en un fenómeno que está llegando a miles de escuelas primarias y secundarias en todo el país.

Lo interesante de esta innovación es que ha sido promovida casi enteramente desde el sector privado. Emprendedores, inversores y académicos no sólo han introducido el tema en la agenda de política educativa en Estados Unidos, sino que han financiado también experiencias piloto. Estando en marcha y algunas con resultados probados acaba resultando más fácil para el sector público adoptarlas y escalarlas para ser ofrecidas a la población en general. Es decir, el sector privado ha tenido un rol fundamental en introducir una innovación que, según evaluaciones recientes, está mostrando resultados positivos en términos de mejora de la performance de los alumnos en los exámenes nacionales.

Es una lección que podemos aprender en América Latina, donde líderes empresarios han comenzado a apoyar instituciones que generan conciencia sobre la importancia de mejorar la educación, como Todos pela Educacao en Brasil y Empresarios por la Educación en Perú, Colombia y Guatemala. Sin embargo, son pocos los que han ido más allá, financiando experiencias específicas que generen efectos comprobables que puedan ser incorporados por otros y en particular por los gobiernos, los mayores proveedores de educación en la región. Es aquí donde la filantropía puede cumplir un gran rol, identificado ideas con potencial, nutriendo su crecimiento con inversiones inteligentes y expandiéndolas lo más posible.

“La filantropía enfocada en educación está creciendo en América Latina”, señala Claudio González, un prestigioso empresario mexicano que fundó UNETE y más recientemente Mexicanos Primeros, que aboga por mayor calidad educativa en su país. González y sus hermanos han encontrado además que participar en emprendimientos privados en educación es otra forma de contribuir al impacto social y por eso han invertido en empresas como UniversoNet, una cadena de escuelas secundarias.

González es un buen ejemplo de una nueva generación de empresarios latinoamericanos que a través de la filantropía de riesgo asumen mayor compromiso con sus sociedades y buscan influir en el cambio social. “Esto no se veía hace 20 o 30 años en América Latina. Actualmente existe un nuevo grupo de dirigentes en la región, muchos de segunda o tercera generación de las principales familias empresarias de sus países, que combinan la inversión con una búsqueda de impacto en diferentes temas sociales”, sostiene Eliza Erikson, que ha co-invertido con varios de ellos. Erikson es una de las directoras de Omidyar Network, el fondo de inversión creado por Pierry Omidyar, quien decidió destinar la fortuna obtenida por la venta de su empresa ebay a la inversión de impacto y la filantropía de riesgo y hasta la fecha ya ha realizado más de diez inversiones en el área de educación.

El reporte de Philanthrophy Roundtable se enfoca en recomendaciones a filántropos de riesgo interesados en promover calidad educativa a través de la incorporación de tecnología en la educación. Recomendaciones que van desde abogar por esta transformación a través de apoyar conferencias, grupos de expertos, o una nueva publicación, hasta financiar cursos de entrenamiento para maestros, o la creación de nuevas escuelas y proveer capital semilla para emprendedores.

La baja calidad educativa vigente en América Latina requiere nuevas formar de pensar el problema, diferentes modelos para promover cambios. La filantropía de riesgo tiene un importantísimo rol que jugar.