Dos países que podrían ser uno

Si miramos con atención una foto del equipo de kirchneristas que rodeó a Cristina Kirchner, por un lado, y una foto de mi padre, por el otro, podríamos preguntarnos cómo es posible que integraran el mismo país. Sus valores más profundos, sus horizontes intelectuales e ideológicos, su conducta personal, son tan abismalmente diferentes que diríamos, tal vez con un poco de desaliento, que son dos países, dos maneras irreconciliables de entender el mundo. Como una unidad no tiene futuro. Los anarcocapitalistas dirían: “Mejor”, pero yo les diré, como siempre: “La secesión es dura y violenta. No es como ustedes la imaginan”.

Pero la cuestión viene de mucho antes. Dos tendencias integraron siempre las llamadas Provincias Unidas del Río de la Plata. Una, monárquica española y otra, iluminista afrancesada. Ninguna de las dos era el ogro que una dice de la otra y ninguna de las dos era el liberalismo clásico anglosajón que tanto defendemos y promovemos. Pero eran dos países. Finalmente, el único liberal clásico de aquellos tiempos, Juan Bautista Alberdi, inspiró una Constitución, tal vez liberal clásica, que intentó ser un magro empate ante los dos países. Fray Mamerto Esquiú oró para que los monárquicos católicos la aceptaran. Allí comenzó la Argentina, ese siempre fallido intento de nación. Continuar leyendo

Kirchnerismo contra liberalismo

Se ha difundido mucho últimamente la idea de que el diálogo, la colaboración con el otro, el respeto al que piensa diferente es lo que tiene que marcar el tono de la política argentina. Y me parece excelente. Pero, sin embargo, a veces se dice como si el kirchnerismo hubiera hecho todo lo contrario desde la nada, como si hubiera nacido de un repollo político que ahora, por fin, nos lo hemos sacado de encima y volvemos a la normalidad.

Pero tengo otro diagnóstico.

A pesar de que seguiré recibiendo burlas de quienes dicen que veo marxistas en todos lados, lo que evidencio es al marxismo como fenómeno cultural global, como horizonte de precomprensión. Y no me refiero al marxismo leninismo. Me refiero a la plusvalía, a la idea de que la riqueza de unos es la causa de la pobreza de los otros, de que la escasez es sólo un resultado del capitalismo, de que hay un partido de los trabajadores y otro del capital, garrafales errores que Ludwig von Mises dedicó toda su vida a refutar. Continuar leyendo