La maldición Tejedor

Hace tiempo que -con una frecuencia llamativa- insisten sus allegados en que la candidatura de Daniel Scioli podría verse afectada por la maldición que pesa sobre los gobernadores de Buenos Aires. Tal vez los que efectúan esa manifestación recurran al eufemismo de omitir el nombre del autor de esa maldición o se encuentren abriendo el paraguas antes de la lluvia. Quizás ni siquiera sepan que se trataba del Dr. Carlos Tejedor.

Tejedor fue gobernador de la provincia de Buenos Aires hasta junio de 1880, oportunidad en que su mandato debió resignarlo a manos de su vice, el doctor José M. Moreno como consecuencia de la derrota operada en la cruentísima revolución que lo tuvo por protagonista decisivo.

La provincia de Buenos Aires, soberbia y veleidosa, había amenazado varias veces con transformarse en república. No lo hizo, en parte por el patriotismo de sus hijos, en parte porque las guerras civiles en pocas ocasiones -como en esta- tienen el mérito de unir a sus hijos. Sin embargo, las relaciones entre nación y “la” provincia no eran cordiales. La nación se sentía inquilina de aquella, que tenía el puerto, la aduana, el banco, la universidad, el teatro, la cultura y el dinero. Para colmo, Buenos Aires era la capital… ¡de la provincia!, por lo cual las autoridades nacionales de inquilinas se convertían en intrusas, dado que la ley de compromiso (por la cual, después de la batalla de Pavón, la provincia se obligaba a que Buenos Aires albergara a los gobernantes nacionales) había cumplido su vigencia varios años atrás. Continuar leyendo

El futuro del país en ballottage

El domingo por la noche me fui a dormir con una idea formada del desarrollo de las próximas elecciones. Por la mañana me asaltaron algunas dudas y el transcurso de los días fue acentuando esa sensación.

Mi primera impresión fue de resignación. Me parecía que Mauricio Macri, como el general Urquiza después de la batalla de Pavón, deseaba íntimamente no imponerse en la elección general y replegarse sobre su distrito. Como el célebre entrerriano, que ansiaba la unidad nacional y se le permitiera gobernar en paz su feudo, la decisión de Macri sería (a juicio exclusivo del suscrito) la de triunfar en CABA y “abandonar” la carrera presidencial.

Varias razones impiden teñir de arbitraria esta idea. Macri desafió una tradición unánimemente aceptada por todos los participantes: la integración de la fórmula con una persona de Buenos Aires y otra del interior. La decisión de incorporar a la Gabriela Michetti tiene una doble implicancia: desdeñar las provincias -y en consecuencia la competencia por la presidencia- y reforzar Capital Federal, asegurando que su liderazgo resulte indiscutido. Continuar leyendo

De Alsina a Zannini

La elección del señor Carlos Zannini por parte de la Presidente de la Nación puede dar lugar a algunas opiniones opuestas: algunos sostendrán que la intención presidencial fue “ningunear” al candidato; otros entenderán que su intención se endereza a controlarlo; unos creen que arrastrará los votos del riñón duro de la “K”, otros (la mayoría, piensa con modestia este autor) suponen que correrá a los votantes moderados, que esperaban un cambio sin saltos al vacío.

La historia nos enseña que el impar Sarmiento tuvo como vice a Adolfo Alsina. El gran sanjuanino estaba disgustado con que le hubiera tocado nada menos que ¡un caudillo! Y por si fuera poco, un individuo de una personalidad  fascinante, conmovedora, cuyo arrastre merece un comentario que excede los alcances de esta columna. El notable Sarmiento dijo entonces: “¡No voy a permitir que ese compadrito gobierne. Ése solo va a tocar la campanilla del Senado!” Sin embargo, tendría que haber sabido que ese “compadrito”, además de caudillo popular y de arrastre, barbudo, corpulento, valiente y mujeriego había sido un intelectual de nota cuya tesis al doctorarse en Derecho, dejó atónito a su mentor, el doctor Peña.

Es verdad que son desiguales el señor Zannini de Alsina y tal vez la distancia supere a la que provoca el viaje “De la Tierra a la Luna” (como dijera Julio Verne), pero las funciones son las mismas no obstante los diferentes edificios y que el trayecto entre un Gran Maestro y un motonauta se expande más allá de las letras mayúsculas. Sin embargo (nunca fue desmentido), el señor Zannini tiene una gran influencia sobre la Justicia, su  proximidad a Jaime y De Vido son visibles, la cercanía con La Cámpora es palpable y por si esas virtudes no fueran suficientes, la señora de Kirschner dio su bendición a su unión electoral con el émulo de Dardo Rocha.

El señor Macri ha contrariado la historia al designar como compañera a la señora Michetti, una capitalina nata a pesar de haber nacido (y criado, como solía decir un viejo amigo) en la ciudad bonaerense de Laprida, privilegiando la Ciudad de Buenos Aires. Es cierto que esta decisión del PRO implica una respetable desesperación para quienes ansiaban con ver unida la oposición, y en ese sentido hubieran deseado que el compañero de fórmula fuera el radical Sanz, pero Macri y el ecuatoriano Durán Barba se supone que saben lo que hacen, frustrando las expectativas de Lousteau, el más perjudicado con esa fórmula.

Michetti, Zannini, Sáenz, versus Alsina, Pellegrini, Figueroa Alcorta sirven para explicar la distancia que existe entre la Argentina del Centenario y la actual.