El islam político está venciendo al islam tradicional

Si bien la ausencia de democracia no es un mal inherente al mundo árabe, todos los países que lo integran la sufren por igual. La dictadura propiamente dicha —aunque limitada a dos o tres de ellos: Irak ayer, Siria hoy y Libia ayer y hoy— afecta al resto y reduce al mínimo el ámbito de las libertades, lo cual pone a las falsas democracias aún más en evidencia, en la medida en que la ciudadanía no ha adquirido en ninguna de ellas la inmunidad suficiente para impulsar una transformación democrática.

Sin embargo, sería engañoso atribuir la crisis de la ciudadanía a una predisposición cultural cuando en realidad es un problema que afecta a la organización del Estado.

El mundo árabe posee el dudoso honor de ser la única región del mundo donde el déficit democrático que padecen todos sus miembros se conjuga con la excusa de hegemonía extranjera —la mayoría de las veces indirecta, otras únicamente económica—, que, en los casos más extremos, como Siria e Irak, se asemeja a una nueva forma de colonialismo. Y si no, que lo digan Vladimir Putin y sus pilotos de la Fuerza Aérea rusa. Continuar leyendo

La orfandad de los sirios y el club de los cínicos

Por estas horas los sirios parecieran ser los huérfanos de la comunidad internacional, rodeados de enemigos reales y amigos falsos cuya tarea ha sido la de formar un club de cínicos con la sola finalidad de hacerse con el control de su destino.

El caso es concreto y los hechos están a la vista, a saber:

a) El presidente ruso, Vladimir Putin, insiste en que se arregló una transición que incluye la continuidad en el poder del presidente Bashar Al-Assad, a pesar de que eso podría significar un retorno al punto de partida. Sin embargo, lo que cuenta para Putin es asegurar -con la presencia de tropas rusas dentro de Siria- el tiempo necesario para mantener y reforzar sus bases militares en las costas del Mediterráneo y luego obligar a cualquier futuro Gobierno de Damasco a aceptar esto como un hecho consumado.

b) El secretario de Relaciones Exteriores británico, Philip Hammond, también ha pedido que Assad permanezca en el poder por otros seis meses, período durante el cual Inglaterra ayudará a que un milagro revele el camino hacia la paz en Siria. La posición de Londres está en directa relación con la voluntad británica de encubrir su apatía en el conflicto, creando la impresión de que Hammond y sus colegas están haciendo algo por Siria. Es muy claro que no todos los políticos británicos, mayoritariamente racionales y pragmáticos, apoyan el plan de Hammond. ¡Menos mal!

c) El presidente francés, François Hollande, quiere la destitución inmediata de Assad y su juicio por genocidio en la Corte Penal Internacional, pero rechaza la idea de tomar cualquier acción contra su régimen. Llámelo doble discurso si se quiere, pero Hollande parece más preocupado por la proyección de su imagen como líder europeo fuerte que por hacer algo verdadero acerca de Siria. Es por esto que usa un lenguaje belicoso, pero, a la vez, se apresura en afirmar que él no está pensando en ningún escenario de soldados franceses sobre el terreno. Si usted lo entiende, lo felicito. Considérese un posprogresista francés de cartón. A mi juicio, sus palabras valen tanto como hojas al viento.

d) El antiguo secretario de Relaciones Exteriores británico, Lord David Owen, sugiere que Siria debe ser colocada bajo el paraguas de un mandato jordano respaldado por las Naciones Unidas y la Liga Árabe. El señor no explica cómo se va a hacer eso en medio de una guerra que ha dividido a Siria en al menos cinco segmentos. Pero tampoco está preocupado por cuestiones tales como la capacidad de Jordania en desempeñar ese papel, que excede sus recursos y sus deseos. Sencillamente ridículo.

e) El gobierno de Barack Obama muestra el teléfono descompuesto en torno al tema durante los últimos cuatro años. Su última postura refirió la idea de crear una fuerza especial no especificada de poderes regionales para restaurar la paz en Siria. La buena noticia es que nadie en la comunidad internacional lo escucha y parece un boxeador a punto de caer knock out ante la paliza diplomática que le proporciono Putin por los últimos 7 años.

f) En Teherán, Ali Akbar Velayati, asesor del guía supremo, informa que su jefe Ali Khamenei ha decidido que Assad debe permanecer en el poder. Para Irán lo que Khamenei dice es considerado como fasl al-Khitab (fin de la discusión). Desde Teherán no hay lugar para planteos o preguntas tontas como: ¿Qué pasa si los sirios no quieren a Assad? Peor aún, cada vez es más claro que Teherán trata a Assad como a un títere en lugar de un aliado.

g) La orfandad de los sirios también es utilizada por personas como la canciller Ángela Merkel, quien dice que los alemanes están listos para recibir por bondad y misericordia hasta un millón de refugiados sirios. Entonces, la oposición reacciona duramente y le responde que un millón de refugiados será el colapso demográfico de Alemania.

h) El primer ministro húngaro, Viktor Orban, está utilizando a los refugiados sirios para avivar sentimientos chauvinistas y xenófobos, y así cobrar conductas anteriores de la Unión Europea, que siempre lo ha mirado con recelo. ¡Ajuste de cuentas que se llama!

El resultado de esto es que el ISIS se ha convertido en la segunda opción de casi todos.

Los Estados Unidos y los pocos aliados que le quedan son reacios a atacar al ISIS de forma eficaz porque su aplastamiento podría fortalecer a Assad. Al tiempo, el bueno de Bachar y sus aliados iraníes y rusos no están atacando al ISIS y esto claramente es porque ven al Califato como un elemento positivo frente a otras fuerzas de la oposición siria.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, por su parte, necesita del ISIS como cortina de humo para atacar y -con suerte- destruir el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) dentro de Siria. Turquía podría cerrar fácilmente la línea logística del ISIS a través de su frontera con Siria, pero no lo hace y sus declaraciones son que Turquía actuará solo si los aliados de la OTAN, liderada por los Estados Unidos, acordaran acabar con Assad, pero los turcos no moverán un dedo por ellos mismos, pues ninguno de los que exigen que actúen lo hacen. Mientras tanto, Turquía hace su negocio y sigue eliminando kurdos.

El PKK y sus aliados kurdos sirios también son ambivalentes acerca de ISIS. Ellos están listos para luchar contra él si amenaza zonas kurdas, pero no mientras ISIS golpee en las zonas aún mantenidas por Assad. Después de todo, ISIS es una buena excusa para que el PKK y sus aliados locales puedan exigir más dinero y armas de las potencias occidentales.

Otro problema es el Gobierno iraquí es reacio a asumir el combate contra el ISIS. Tal medida podría enfadar a Teherán, que, como ya he señalado, no quiere fuerzas de la oposición siria, gana terreno contra Assad y prefiere mantenerlos ocupados combatiendo al ISIS, por ello es que también usa a Hezbollah.

Tampoco se debe soslayar que algunos Estados árabes también consideran al ISIS como el mal menor en comparación con una Siria gobernada por una coalición liderada por los Hermanos Musulmanes, a quienes consideran como el enemigo número uno.

En otras palabras, el núcleo de la tragedia Siria consiste en el hecho de que Assad e ISIS representan las dos caras de la misma moneda. Ambos quieren que el pueblo sirio sea la resultante de la ecuación. Ambos tienen cantidad suficiente de base popular como para continuar la masacre por más tiempo, incluso si no reciben apoyo del exterior, que regularmente consiguen.

Lo peor de este escenario, con el ISIS como segunda opción de todos los involucrados, es que el orfanato sirio parece condenado a una situación a la que los turcos llaman achmaz y que significa “sin salida”.

La maldición de las guerras inconclusas

Dos semanas le tomó al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, emitir un llamado al “cese al fuego en Gaza”. Su gesto diplomático -de forma y de orden tan bajo y endeble que ni el mismo se lo creyó- fue recibido por las partes como un efímero soplo del viento. El gesto del funcionario no hizo más que reflejar la falta de voluntad, la sumisión y la imposibilidad de la comunidad internacional para hacer frente a las causas reales de este absurdo, innecesario y sangriento conflicto.

De todos los temas en la agenda global, evidentemente el conflicto palestino-israelí “es el más cargado de emociones” y, pareciera ser, el menos adecuado al análisis político. Sin embargo, sin tal lectura y sin abordar las verdaderas causas, sus disparadores y actores interesados en su permanente continuidad, no se puede esperar que un alto el fuego constituya algo más que un momento de calma para la siguiente ronda.

Como sea, es inevitable efectuarse una pregunta central: ¿por qué la guerra estalló en este momento? La guerra siempre estalla cuando una o más partes -en una relación de confrontación- perciben que el statu quo vigente es intolerable y debe modificarse. No procede en las tensiones geopolíticas de Medio Oriente hablar de cuestiones humanitarias, tanto Hamas como Israel dejan eso a los verdes a pacifistas y antibelicistas que piensan que pueden parar las bombas vociferando en plazas europeas o latinoamericanas. Rechazando la endemia de la guerra, a lo que me refiero es al punto de vista político-militar de dos energías en pugna.

Personalmente, no debato ideologías ni apoyos a tal o cual sector, eso se lo dejo al lector pensante. Me refiero siempre a los hechos. Y en el caso de Gaza, Hamas fue el primero en encontrar que debía cambiar el status quo establecido desde la efectiva retirada israelí del enclave, ocurrida en el año 2005. Así fue que se dio a la acción para modificarlo.

Varios acontecimientos llevaron a esto, a saber:

a) El colapso de la Hermandad Musulmana en Egipto, un aliado primario de Hamas desde la era del derrocado presidente Hosni Mubarak. Los Hermanos brindaban logística y apoyo de altísimo valor político, estratégico y militar que se perdió con la caída del presidente Mohamed Mursi, meses atrás.

b) Los crecientes problemas económicos de Irán, producto de las sanciones económicas sobre el régimen de los mullah’s y la consiguiente reducción del apoyo de Teherán a Hamas. Este punto se hizo sentir fuerte en el enclave gobernado por la organización islamista.

c) El fracaso de Hamas en reactivar la economía, combinado con métodos autoritarios y de rígido control le significó una pérdida de apoyo popular entre los propios habitantes de la Franja, por lo que había que apelar al pueblo con acciones convincentes para mantenerse presente en la reivindicación de sus postulados como movimiento de resistencia ante el enemigo externo.

Así, para cambiar el status quo, Hamas tuvo que volver a recalentar el escenario con sus ataques con cohetes contra Israel. De esta manera se dio a la acción, al tiempo que sometió a civiles de uno y otro lado a la devastación. En ello, dio relativa importancia a la devastación –incluso- para su propio pueblo y, mostrando su “resistencia al enemigo sionista”, se lanzo en una ofensiva temeraria. Esta ha sido la táctica de siempre, aunque esta vez, colisiono con una realidad inesperada para su conducción, salvo Qatar, “no hay apoyo de las naciones islámicas para Hamas”. Esto se aprecia en los críticos “silenciosos” dentro del mundo árabe y la comunidad palestina, incluidos los de Gaza.

Lo que Hamas ignoró es que Israel sintió también que el status quo era insostenible e insoportable, y decidió no recibir más misiles y cohetes a diario sobre sus poblaciones. El cálculo estratégico de Hamas erró esta vez. No consideró que el propio Israel puede aprovechar la oportunidad para intentar cambiar el status quo definitivamente en esta guerra y, saldar así, cuentas pendientes como vienen desde 2009 con la “Operación Plomo Fundido”.

En política, “si no se puede decir en una frase cuál es la meta que se persigue, siempre es mejor guardar silencio hasta que se pueda hacerlo”. Hamas no supo entender este principio básico. Ahora ¿cuál es -en una frase- la meta de Hamas? La pregunta no es de difícil respuesta. Se encuentra establecida en los estatutos de conformación del movimiento y, claramente se puede leer en su articulado: “la destrucción de Israel”.

Es claro que el mundo está lleno de movimientos utópicos mesiánicos, milenaristas y otros dedicados a las agendas idealistas, y no hay razón por la cual Hamas no debería ser uno de ellos. Sin embargo, Hamas vive en un mundo de fantasía donde ha olvidado el destino y el futuro de la población de Gaza. Hamas no calculó que los habitantes de Gaza son, en su mayoría, refugiados, bastante más apegados al modelo de la Autoridad Nacional y su justo reclamo por construir un Estado Nacional Palestino. Lo que no es lo mismo que un Estado islamista.

Si en el pasado Hamas obtuvo el respaldo de los habitantes de Gaza contra las autoridades de la Autoridad Nacional Palestina, fue precisamente por su posición frente a las viejas falencias de la ANP del presidente Mahmmud Abbas. Pero no para un programa pan-islamista ni para establecer allí un califato, como pretende Hamas.

En el contexto de la situación actual, el objetivo de Israel para detener los ataques con cohetes hacia su territorio fue facilitado por Hamas. Israel cuenta con los recursos para alcanzar esa meta y desmantelar los sitios de lanzamiento de cohetes. Lo mismo para neutralizar el mando y control de la red operativa de Hamas. Habrá por tanto que ver si es esta una nueva guerra inconclusa como las anteriores, o si esta vez tiene un final, sea por medio de las armas o, como sería más aconsejable, por medio de un acuerdo definitivo.

Vivimos en un mundo en el que la guerra rara vez se permite llevar a cabo en forma completa. Ello debido a que el estado de ánimo de la comunidad internacional es hostil a ella y, a pesar de que la guerra siempre ha sido, y es posible, infortunadamente, que continúe siendo, el instrumento de regulación de las relaciones conflictivas entre los pueblos.

En el futuro, la opinión pública internacional, la presión de EE.UU. y el creciente costo de la guerra moderna no permitirán al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hacer uso pleno de la guerra como instrumento de remodelación de la realidad geopolítica. Peor aún, en vez de perseguir a Hamás en Gaza, Netanyahu puede terminar ayudando a Hamas a volver a Cisjordania. También puede que Hamas quede demasiado débil para conformar un nuevo status quo en el enclave. Una vez que las armas se hayan silenciado, entonces veremos dónde estamos con el nuevo status quo. Y más importante aún, cuales habrán sido las implicancias y consecuencias reales de una guerra “terminada o de una guerra a medio terminar”. Está visto que los dos adversarios no pueden entenderse desde 1948.

Sin embargo, a través de los años hemos sido testigos del auge y la caída de 17 movimientos palestinos de “liberación”. Con una sola excepción, todos eran grupos nacionalistas que decían luchar por la liberación y bajo una idea que aglutinó el pensamiento marxista, estalinista y maoísta. Todos esos grupos incluyeron la palabra “Palestina” en su identificación. La única excepción es Hamas, que con sus acciones y postulados representa al Estado teocrático, y con ello, socava las esperanzas de los palestinos por un Estado propio.

La tragedia de Gaza nos debería recordar un hecho trascendental a través de la historia de los conflictos humanos: “Si hay algo peor que la guerra, es una guerra a medio terminar”.